El autor de Sobre héroes y tumbas nos ha dejado el pasado 20 de abril en Santos Lugares, provincia de Buenos Aires. En su adolescencia, se siente atraído por escritores como Jules Verne, los románticos alemanes, Novalis, Schiller y Goethe, y los trágicos rusos Dovstoievski, Tolstoi, Chejov y Gogol. Después de haber hecho estudios científicos en Buenos Aires, llega a ser investigador en el Laboratorio de Física de Curie, en París. Pero lleva una doble vida, frecuenta de noche a los artistas y pintores surrealistas como Wifredo Lam, Roberto Matta y Tristan Tzara. A los 32 años, renuncia definitivamente a la ciencia que —según el escritor argentino— sólo nos ha aportado la alienación, artefactos de plástico, la bomba atómica y la monstruosa ingeniería genética. Al asumir su vocación literaria, describe en sus obras los dramas y conflictos de nuestro tiempo —en los siglos XIX y XX, Dovstoievski, Nietzsche y Kierkegaard ya habían advertido contra la “superstición” del progreso— y, sobre todo, testimonia en las páginas de sus tres novelas la crisis del hombre. Ernesto Sabato ha escrito muy poco, según los criterios actuales de marketing editorial, pero ha dejado tres obras maestras de la literatura universal.

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