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Literatura
2/01/2014
Andrés Caicedo: el rebelde de Cali por Xavier Houssin

Seis cuentos devastadores y perturbadores de un meteorito de las letras colombianas, Andrés Caicedo, muerto a los 25 años, forman parte del libro “El atravesado”, traducido al francés y publicado por la Editorial Belfond de París. Citamos esta frase de su libro “¡Qué viva la música!” que sintetiza sus convicciones: “… Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos buenos amigos. Nunca permitas que te vuelvan persona mayor, hombre respetable. Nunca dejes de ser niño, aunque tengas los ojos en la nuca y se te empiecen a caer los dientes. Tus padres te tuvieron. Que tus padres te alimenten siempre, y págales con mala moneda. A mi qué. Jamás ahorres. Nunca te vuelvas una persona seria. Haz de la irreflexión y de la contradicción tu norma de conducta...”

Copyright: Le Monde des Livres, suplemento literario del diario Le Monde de París
acerca del autor
Andrés

Andrés Caicedo, Cali, (Colombia), 1951–1977. El escritor y crítico de cine pasó la mayor parte de su vida en su ciudad natal. Su obra es considerada como una de las más originales de la literatura colombiana. En 1970 ganó el I Concurso Literario de Cuento de Caracas con "Los dientes de caperucita". En su libro “¡Que viva la música!” asegura que vivir más de 25 años era una vergüenza, lo que fue la razón principal de su suicidio en 1977. Como su obra se inspira en la realidad social, algunos estudiosos lo consideran como alternativa a la literatura de Gabriel García Márquez. A pesar de su fama en Colombia, Caicedo es poco conocido en América Latina. Ha influenciado en las nuevas generaciones de escritores colombianos como Rafael Chaparro, Efraím Medina, Octavio Escobar Giraldo y Ricardo Abdahllah. Algunas de sus obras son “El silencio”, “Las curiosas conciencias”, “Infección”, “El fin de las vacaciones”, “Recibiendo al nuevo alumno”, “La piel del otro héroe”, “Por eso yo regreso a mi ciudad”, “¡Que viva la música!”, “El tiempo de la ciénaga”, “En las garras del crimen”, “Los imbéciles también son testigos”, “Los dientes de Caperucita”, “Maternidad” y “Besacalles”. Gran parte de su obra literaria fue traducida al francés, al italiano y al alemán.