Ya se sabía que el filósofo alemán, Martin Heidegger (1889-1976), estuvo afiliado al partido Nacionalsocialista durante la dictadura nazi. Ahora, con la publicación en Alemania de sus Cuadernos negros, en los que plasmó sus reflexiones de los años 1930 hasta los 1970, se comprueba su antisemitismo por la manera como describe a los judíos como un pueblo que amenaza el acceso al Ser. En la posguerra, su discípulo Herbert Marcuse le sugirió que se retractara públicamente de su pasado nazi, Heidegger desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones. El filósofo alemán Jurgen Habërmas se sorprende hoy de la acogida entusiasta de los intelectuales franceses, en las décadas de 1960 y 1970, al existencialismo heideggeriano, adoptado y desarrollado por Jean-Paul Sartre, y la influencia que tuvo en pensadores como Jacques Lacan, Jacques Derrida, Michel Foucault y en el filósofo Emmanuel Levinas. El maniqueísmo onto-histórico de Heidegger oponía dos vías: por un lado, el arraigamiento en el suelo, la patria, la tierra, los dioses, la poesía que estaba a cargo —según él— del pueblo alemán y, por el otro, el “judaísmo mundial” y los norteamericanos que eran apátridas y representantes del mercantilismo, del maquinismo… ¿Los intelectuales franceses demostraron una gran tolerancia al adherir a la filosofía de Heidegger y no dar importancia a su compromiso político con el nazismo?

(Publicado el 17/09/2014 en Le Monde des Livres, suplemento cultural del diario Le Monde de París).

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