Apenas soportaba moverse, el dolor era excesivo, pero ya se había arrastrado lo suficiente para ahora detenerse. Dejaba un reguero de sangre que las ratas hambrientas salían a lamer, para rápidamente volver a esconderse temerosas. Cuando logró llegar a la esquina iluminada, ya sin fuerzas, quedó tendida boca abajo esperando la tan ansiada ayuda, que para su desgracia no llegó a tiempo y murió. La sangre se detuvo, pero quedaba suficiente en el suelo para que las ratas la siguieran acompañando hasta su último estertor, que las asustó y las hizo presentir la pronta llegada de más humanos.

Rafael Bagur Castillo, nació en la ciudad capital de Guatemala. Se trasladó, junto a su familia, a la provincia cuando tenía diez años y ha vivido desde entonces, entre Totonicapán y Quetzaltenango. De profesión licenciado en Zootecnia por la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Después se dedicó durante algún tiempo al comercio, para practicar finalmente su actividad literaria actual: la escritura de cuentos y novelas.
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