En el apellido, Botero, la presencia de la “B” coincide con las formas de sus célebres “gordas” de sus lienzos y esculturas. Las dos “o” hacen pensar a la expansión monumental de sus personajes. Las formas redondeadas de las obras del gran artista colombiano incitan al espectador a acariciarlas. Será tal vez porque Botero las ha concebido y dado forma con ternura y sensualidad. Desde abril, ocho de sus esculturas se pueden admirar hasta junio en el Fairchild Tropical Botanic Garden de Coral Gables. (El texto que sigue fue publicado en el diario El Nuevo Herald de Miami, del 5/04/09).
Fernando Botero, Medellín (Colombia), 1932. Tras haber hecho sus primeras experiencias artísticas en su ciudad natal, en Bogotá y un pueblo de la costa norte de Colombia, llega en 1953 a España, pasa por París y se queda tres años en Italia. Regresa a Colombia, visita México y vive en Nueva York de 1960 a 1973, donde empieza a ser conocido. Las principales ciudades del mundo expusieron o hicieron retrospectivas de sus lienzos. Sus esculturas adquiere una celebridad planetaria desde la exposición en los Campos Elíseos de París en 1992, en Nueva York, Chicago, Buenos Aires, Madrid, Washington y otras grandes urbes. Reside simultáneamente en Pietrasanta (Italia), Mónaco, París y Nueva York.