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Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Héctor Loaiza: París visto por el ojo periférico de un fotógrafo peruano

En ocho instantáneas muestra el resultado de sus caminatas por las calles, avenidas, barrios de París y el suburbio donde se han refugiado los inmigrantes. Miguel Cartolini conoce al dedillo (con el que apoya en el disparador de su cámara) esa realidad. Capta con su máquina fotográfica un grafiti en las paredes, el detalle divertido de un músico callejero y lo que desentona en una ciudad que los parisinos, demasiado apurados o indiferentes, pasan por alto. El turista se maravilla por la belleza de la “ciudad luz”, pero éste sólo ve la torre Eiffel, el Museo del Louvre, la catedral de Notre Dame, la avenida de los Campos Elíseos y el barrio de Pigalle. No percibe la otra cara de París, los estigmas de la pobreza en los franceses que no han podido integrarse a una sociedad opulenta, sofisticada y altamente competitiva.

Sólo un fotógrafo latinoamericano puede zambullirse, como un pez en el agua, en la denominada “fractura social” —como lo llamó un ex Presidente francés— que se ha acentuado estos últimos años entre los ricos (o los que tienen un empleo estable y una vivienda) y los más pobres. Ya que París es la ciudad más cara del mundo, donde resulta difícil para un joven estudiante o una pareja con un solo salario conseguir un departamento decente. Dentro de la jerarquía de esta pobreza invisible, en el nivel más bajo están los indocumentados extranjeros (africanos, iraquíes y afganos que huyen del hambre y de la guerra).

Foto 1: Es bastante ambigua la instantánea de un peatón parisino pasando delante de un sex-shop o de un kiosco de diarios y revistas que, para atraer clientes, anuncia bien en evidencia, la publicidad de los productores de DVD pornográficos. El peatón ha sido descubierto en su ser más íntimo al mirar de reojo la mercancía en la vitrina y no poder disimular esa reacción instintiva de tocar o cerrar su bragueta. No hay signos evidentes que los anuncios despierten su líbido, más parece que se estuviera protegiendo de la tentación.

Foto 2: He aquí la imagen insólita en un barrio de Paris. El mismo fotógrafo parece haber sido sorprendido por el grafiti que representa a un fotógrafo etéreo y saltimbanqui, pintado justo en el ángulo de una esquina. Por un lado, muestra una parte de su cuerpo con la pierna que semeja desplazarse con soltura en el aire y por el otro, el fotógrafo sin rostro apoya en el disparador de su cámara.

Foto 3: Tomada en una estación de metro, esta foto es la más patética. Un Sin Domicilio  Fijo (SDF) africano que dormita en el asiento individual de un andén  del metro. A su lado, una vitrina exhibe un extinguidor. La escena fue captada durante el invierno, por las vestimentas del africano y del pasajero cercano. Todos los detalles del aspecto del SDF denotan abandono y pérdida de fe. Su gran sacón mugriento no lo abriga completamente, ha conservado el short usado en verano. Calzado con sandalias, sus rodillas y piernas muestran magulladuras y cicatrices de heridas, provocadas tal vez en caídas, peleas con otros SDF o con los vigilantes del metro.

Foto 4: La vista divertida del músico negro y gordo (como los personajes de Botero) que toca un instrumento de viento. Sopla su trompa con todas las fuerzas para hacer oír su música en la calle. La escena, captada por el ojo avizor del fotógrafo, expresa dilatación y expansión (que se acentúa en la panza del músico) dando la impresión al espectador de estar oyendo una melodía, posiblemente free jazz o también salsa.

Foto 5: Una escena captada en las cercanías de la Plaza de la Opera, muestra en la fila de la izquierda, a un parisino joven (por su atuendo) que retira dinero con su tarjeta de un distribuidor de billetes, el otro espera su turno y en el lado derecho, un SDF, abrigado, guantes en la mano y al parecer tiritando de frío, está acompañado en su itinerario cotidiano por el único compañero, un perrito. A su lado, un caddy para transportar sus pocos bienes en sus peregrinaciones para encontrar un lugar donde pasar la noche, un parque, una estación del subte (aunque las autoridades parisinas hayan puesto bancos individuales en los andenes de los trenes lo que impide a los SDF de dormir de día, sobre todo en invierno) o en el espacio cubierto entre la vereda y la vitrina de una tienda, pero últimamente se están instalando jardines zen con la misma finalidad. Delante del SDF, un vaso de plástico para despertar en el peatón que acaba de retirar dinero un poco de conmiseración para que le deje algunos céntimos de euro o en los casos excepcionales monedas de uno o dos euros.

Foto 6: Esta vista podría llamarse “Conversación en una estación de tren”. El personaje a la izquierda parece ser una habitante del suburbio esperando un tren para regresar a su domicilio en los alrededores densamente poblados de la urbe. A la derecha, el perfil de un africano con el pelo crespo pegado al cráneo. Parece ser una conversación en la cual el africano está explicando algo o se está justificando. La mujer permanece en la expectativa. ¿Quizá ella no lo conozca? Pero no parece una escena en la que el africano pretenda “levantarse a la mina” —como dirían los argentinos—. Es más evidente que sea la situación de dos individuos solos que se encuentran por azar en un andén para romper la barrera de la incomunicación.

Foto 7: Típica escena parisiense de nuestros días: en el verano, un inmigrante africano (posiblemente un indocumentado) encontró al fin un banco público para dormitar en medio del ruido de la circulación de autos. El africano da la impresión de que, habiendo pasado una mala noche, durmiera profundamente. Sus pocas pertenencias las ha puesto encima del estómago. En la vereda, una lata de 7up que debe haber sido comprada en un distribuidor automático de bebidas para calmar la sed que le acompaña desde su lar natal, un pueblo o una ciudad africana.

Foto 8: Otra escena de la desesperanza y del cansancio del inmigrante africano que también se ha refugiado en un banco público vacío para descansar un poco de sus largas caminatas por las calles y avenidas de una gran ciudad que lo rechaza. En la derecha, una bolsa de plástico con los pocos alimentos comprados en un supermercado pequeño de París. Se distingue el paquete de galletas para apaciguar su hambre…

 

acerca del autor
Miguel

Miguel Cartolini nació en Lima en 1954. Estudió fotografía en la Universidad de Lima. Sus primeras experiencias como fotógrafo publicitario las hizo en la agencia Fotex de la capital peruana. Abandonó la publicidad para hacer reportajes en la agencia Associated Press y diversos medios como la revista Marka, Abc, y el semanario Caretas del que más tarde fue corresponsal. Radicado en París desde 1978, trabajó como free lance para las agencias Associated Press, SIPA y publicó sus fotos en medios de comunicación de España, Italia y Alemania.