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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
1 3 2011
Lejos de la sombra sofocante de los padres por Nils C. Ahl

La vitalidad de la literatura colombiana no es de sorprender, y la lista establecida para Las Bellas Extranjeras (en la que sin duda falta Laura Restrepo, que ha declinado la invitación por razones de escritura) da una impresión fiel de su capacidad para exportarse, ya se trate de Fernando Vallejo, Santiago Gamboa, Juan Gabriel Vásquez o de Antonio Caballero, autor de Sin remedio (Oveja Negra, 1984). Según este último escritor, además de periodista reconocido, nacido en 1945, “ha habido siempre una vida literaria en Colombia. Los generales de la independencia eran escritores, no solo hacían constituciones, pero también poemas, artículos, y traducciones de Virgilio. Era bastante impresionante".

Como testimonio de esta historia, la poesía sigue siendo muy importante en la vida colombiana, con sus festivales y sus lecturas que tienen un gran éxito popular. Caballero constata que, en su país, "todo el mundo escribe poemas —salvo (él). Pero sobre todo, todo el mundo los lee, y de autores vivos. La poesía es muy prestigiosa, aun". Sin embargo, desde hace unos años, con la llegada numerosa de editoriales españolas, la novela progresa, de forma innegable. Quizás se deba ello también a la cercanía del final del reino de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de literatura en 1982. Con 83 y 87 años respectivamente, García Márquez y Álvaro Mutis no participan actualmente en las "Belles Etrangères".

Reaccionamos riendo

Así, para Antonio Ungar, joven novelista nacido en 1974 (Las Orejas del lobo, Ediciones B, 2006 – se espera otro texto suyo para 2011), "la generación anterior escribía en contra o a favor de García Márquez. Venía a ser como el padre en el sentido freudiano. Para mi generación, se trata más bien del abuelo. Es como un señor mayor que uno escucha, un clásico, como Faulkner, Hemingway o Borges. Ya no existe el mismo desafío, tenemos mucha más libertad, incluso políticamente". Antonio Caballero lo confirma: "se lee mucho a García Márquez, se le respeta mucho, pero ya no tiene el mismo ascendiente. Hoy, las influencias están mucho más mezcladas, y no sólo en la lengua española. Cada uno hace un poco lo que quiere."

De esta aparente abundancia desordenada, Ungar desprende una constante: "La mezcla de la comedia y de la tragedia. Reaccionamos riendo frente a la violencia y a la desgracia —es muy colombiano. Todo se presta a la comedia y al humor negro." Como ciertos escritores británicos, que le recuerdan un espíritu propio de los bogotanos: "Estamos aislados por la altura, somos un poco antipáticos, y llueve cada día. De hecho, a principios del siglo pasado, las clases acomodadas de la ciudad han construido por otra parte barrios enteros según el modelo de Londres." Actualmente, el rostro de la ciudad está a punto de cambiar de nuevo. "Con el despegue demográfico de Bogotá y con sus movimientos de poblaciones en el país, algo distinto, otra cultura está en construcción."