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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
1 9 2011
Sergio Pitol: La vida, forma escrita por Felipe Fernández

El autor mexicano —distinguido con los premios Juan Rulfo y Cervantes— se da absoluta libertad para ir y venir de un tema a otro, amparado por una grata espontaneidad que se sustenta en un rigor idiomático y una inteligencia sutil. Habla de un tratamiento de ozono al que se sometió en una clínica cubana y recuerda un viaje a La Habana hecho en 1953. Un espíritu aventurero y sus funciones diplomáticas lo llevaron a residir varios años fuera de México. Caracas, Roma, Pekín, Barcelona y Varsovia son algunas de las ciudades que lo han hospedado.

La pasión por la literatura se vuelve omnipresente, en especial cuando Pitol expone su devoción por sus maestros. De Alfonso Reyes resalta "su infinita capacidad combinatoria" y su entusiasmo por "compartir con su grey todo aquello que lo deleitaba". A Borges, a quien define como un universo en sí mismo, le asigna la proeza de haber transformado la lengua española apoyado en los modelos clásicos. A través de Galdós, Pitol confirmó la importancia de la trama y descubrió que "la cotidianidad y el delirio, lo trágico y lo grotesco no tienen por qué ser caras opuestas de una moneda, sino que logran integrar en plenitud una misma entidad". Otra lección decisiva provino de Henry James que, mediante "la eliminación del autor como sujeto omnisciente", logra preservar en la narración "una franja de misterio que nunca queda aclarada del todo".

Su labor como traductor también le ha proporcionado una enseñanza esencial para conocer la "osamenta", los "sostenes" y las "zonas de silencio" de una novela, una herramienta útil para estructurar sus propios textos. "Sin la existencia de una forma no hay narrativa", observa. Para alguien tan obsesionado por la búsqueda de la forma, resulta irónico saber que desde su infancia lo persigue un anhelo de "ser invisible y moverme entre otros seres invisibles". Al repasar su obra —gestada lejos de las modas intelectuales—, el escritor se disculpa: "Aunque nadie lo crea me turba y hastía hablar tanto de mí y lo que hago". Luego analiza las características de su estilo y se detiene en la génesis de /Juegos florales /. "La trama parecía fácil; la realización en cambio fue infernal. El argumento estaba muy apegado a una historia que yo conocía." El estancamiento se prolongó hasta que una serie de episodios desagradables, protagonizados en Roma por la esposa de un compañero de la universidad, le inspiraron el personaje de Billie Upward, "una mujer insufrible" que le dio una nueva dirección a la novela.

acerca del autor
Sergio

Sergio Pitol (Puebla, México, 1933) es escritor, profesor, investigador lingüístico y literario. Ha ganado premios tan prestigiosos como el Herralde de novela, el Nacional de Literatura de México, el "Juan Rulfo" y el Cervantes 2005. Pitol ha sido consejero cultural de las embajadas mexicanas en Francia, Hungría, Polonia y la Unión Soviética, y embajador en Checoslovaquia. Además ha colaborado en editoriales como Novaro, Oasis y Tusquets. Libros publicados: No hay tal lugar (1967), Infierno de todos (1971), Los climas (1972), El tañido de una flauta (1973), Asimetría (1980), Nocturno de Bujara (1981), Cementerio de tordos (1982), Juegos florales (1985), El desfile del amor (1985), Domar a la divina garza (1988), Vals de Mefisto (1989), La casa de la tribu (1989), La vida conyugal (1991), El arte de la fuga (1996), Obra reunida (2004) y Una biografía soterrada (2011).