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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
4 11 2011
El Camino de los Sabios de Walter Riso por Antonio Guerrero

Para bien, este libro supone un experimento literario que hace eco de posibilidad práctica. En forma de ensayo predica que el pensamiento clásico aún está vigente. Lo hace con relatos biográficos de filósofos y con resultados de experimentos con pacientes. Walter Riso, ítalo-argentino, que trabaja como psicólogo en Barcelona, ha demostrado que la filosofía, que va desde algunos presocráticos hasta la época helenística y romana, nos es muy útil todavía. Parte de un planteamiento muy simple: nuestra mente dispuesta culturalmente tiene unos patrones. Estos, se han transmitido por diferentes vías; pero su estructura está intacta desde momento de la creación grecolatina. —Se refiere a la formación de ideas y de conductas vinculadas al pensamiento. Tales como la idea de lo bueno y de lo malo, del placer, de la felicidad y de las consideraciones sobre el libre albedrío—. Bajo esta hipótesis efectúa un trabajo de campo y descubre que una mente con disociación, bajo el yugo de una enfermedad mental, no solo es consecuencia de factores personales y/o circunstanciales; también lo es por la modificación de su estructura cultural—. Según Riso, si somos capaces de restaurar al estructura cultural la curación del paciente es mucho más rápida. O dicho de otra forma, recordar o informar de las ideas que nos inculcaron antes de la enfermedad sirve para mejorar y por lo tanto para aspirar a la felicidad individual. De esta forma la filosofía se convierte en algo extraordinario: una terapia cognitiva. En el desarrollo del ejercicio psicológico se establece un diálogo, adoctrinal, con el profesional. En este viaje no solo se práctica un análisis de la existencia del enfermo; también se debate cuáles son las creencias ahora y antes de la enfermedad.

El autor de esta obra, que ha obtenido resultados extraordinarios en su propia consulta, utiliza las ideas de los filósofos para que sus pacientes reflexionen sobre sí mismos y para que reconstruyan su personalidad. Enfrentarse a las creencias y a la cultura es una forma de restauración individual. Al mismo tiempo es una forma de difusión de la filosofía. En el groso del libro se estudian a muchos filósofos de la antigüedad. Quizás, y coincido con ello, se ha detenido en varios casos por su peculiaridad: Sócrates, Epicuro y Diógenes. El primero era un provocador por excelencia, que se autodenominaba: el tábano. Su tarea consistía en acosar a preguntas a su adversario hasta que este llegaba a contradicciones. Mayéutica -. Entonces, y solo entonces, Sócrates decía que sólo sabíamos que no sabíamos nada. Ese es el camino para comenzar por el principio. La vanidad intelectual nos pierde y nos pervierte. Epicuro, reflexionaba sobre el placer. No de un placer puramente hedonista y lujurioso, al estilo de ciertos patricios romanos posteriores. Su placer era reflexivo y consistía en alejarse del dolor, de toda clase de dolor. Al final se quedaba en paz, en su jardín, envuelto por una agradable incertidumbre. Podría decirse que era un optimista: todo lo revestía en su conciencia de la mejor manera posible para acercarse a la felicidad y disipaba de la misma aquellos pensamientos que le conducían a las angustias. Por último Diógenes, requiere para mí una atención especial. Cuando dijo qué cada vez que observaba a las personas se daba cuenta de lo que admiraba a los animales, lo dijo todo. Su vida de perro (cínico significa perro en griego clásico) consistía en plantear una contracultura. No se dejaba dominar por normas ni costumbres, todo lo contrario vivía sin más a su manera, efectuando sus necesidades íntimas a la vista de cualquiera. Era el otro gran provocador de la antigüedad porque sus actuaciones públicas llamaban la atención poderosamente y reflejaba que vivir era mucho más sencillo de lo que parecía. Vivir así era un puro acto de valentía porque exigía vivir sin tener en cuenta los comentarios de los demás. En una ocasión fue visto pidiendo limosnas a una estatua. Cuando le preguntaron por lo extraño de su comportamiento respondió qué así se acostumbraba al rechazo de los demás: para hacerse más fuerte.

Es indudable que los ejemplos que Walter Riso utiliza y sus propias estadísticas clínicas demuestran que la filosofía es útil hoy en día. Su reto ha sido el siguiente: ver la filosofía desde el punto de vista de la psicología. Su logro, sin duda, un prototipo de filosofía práctica admirable. A mí no me cabe duda de que este libro va a formar parte de mi biblioteca. El descubrimiento de su existencia, en una vieja librería que suelo visitar, me demuestra que los libros, los textos, pueden tener muchas cosas en su interior. Como si de un organismo vivo se tratara, al exprimirlos escupen miles historias: algunas son relatos que desdibujan la realidad; otros son narraciones que encuentran los entresijos de nuestro interior; y otros enseñan que es posible una sabiduría adoctrinal -útil y necesaria.