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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
9 4 2012
Quememos los libros de Vallejo por Eduardo González Viaña
La Torre no es el primero. Hace un lustro, en «El Comercio», un tal Fernando Berkemeyer culpó al poeta y a su relato «Paco Yunque» de haber incitado la rebelión campesina de Combayo contra los detentadores de Yanacocha, la primera mina de oro de América, la segunda del mundo.
Según el sesudo articulista, influidos por ese texto provocador, los comuneros que defendían su medio ambiente, su dignidad y su vida, en realidad se alzaron «para atropellar los derechos de los grandes.»

«Los débiles de ayer tienen hoy poder» se lamentaba Berkemeyer. Para él, ese conflicto no se debía al envenenamiento de los cultivos y del ganado, ni al asesinato de un comunero a manos de los gorilas de la seguridad de Yanacocha sino a la idea del socialismo y a la presencia en los púlpitos de sacerdotes que recuerdan la pobreza de Cristo y su mensaje de justicia social. Flotaba en el escrito el mensaje de prohibir la lectura de Paco Yunque y de toda la perniciosa obra vallejiana.

La Torre y Berkemeyer solo han leído «Paco Yunque» porque es breve y porque se lo exigieron en el colegio. De lo contrario, la novela «El tungsteno» habría pasado bajo sus pestañas. En ella, Vallejo retrata una mina hasta hoy existente, Quiruvilca, donde fue testigo presencial de cómo salían ciegos, tuberculosos o mutilados los trabajadores y de cómo la tierra se convertía en un negro hoyo del infierno.
De haber sido mejores lectores, La Torre y Berkemeyer habrían exigido que se quemen esos textos o que se declare terroristas, antiperuanos y enemigos de la inversión extranjera a los maestros que dan clases con Vallejo o a los curas que lo mencionan en sus sermones como se hizo antaño… y como se pretende que se haga ahora.

En diversas publicaciones y blogs se ha dicho que La Torre y Berkemeyer son idiotas. No lo creo así.

Ambos son la expresión inocente, casi naif, de algo que está presente en casi todos los grandes medios de expresión del Perú. Los antiguos enemigos de la candidatura del actual presidente suponen que él es ahora uno de los suyos, y tratan de persuadirlo todos los días para que emprenda acciones antidemocráticas, pero según ellos necesarias para mantener un orden injusto y fatal o un anacronismo perverso.
El masacrador de Accomarca declaró hace muchos años ante una comisión del Congreso que personalmente había matado niños en esa aldea, pero que lo había hecho con buena intención, para evitar que de adultos se convirtieran en comunistas.

De la misma forma, los antes nombrados «columnistas» y los periódicos que profesan un integrismo de derecha azuzan a las autoridades para que se revisen los textos escolares y para que de allí se eliminen lecturas como las que mencionamos o lo han hecho ellos : Montaigne, Voltaire, Marx, la teoría de la evolución de Darwin, los cuentos de Ribeyro, los poemas de Alejandro Romualdo y para que borren de la historia los retratos de Túpac Amaru o del general Velasco Alvarado.

Para el integrismo derechista, los peruanos del futuro, en vez de ser hombres completos deberán ser sujetos del mercado, esto es seres previsibles, robotizados, incapaces de soñar utopías y felices, tan felices como La Torre y Berkemeyer.

De nuestras escuelas y universidades, según ellos, debe salir el nuevo hombre hábil solamente para aceptar todo lo se le diga, pero incapaz de escribir un poema como Vallejo o Eguren, o de soñar con la salvación como Túpac Amaru.

En resumen, quememos los libros de César Vallejo. En su lugar, tendremos niños del futuro acaso muy parecidos a La Torre y Berkemeyer. Tendremos maravillosos chimpancés que manejan celulares.
acerca del autor
Eduardo

Eduardo González Viaña, nació en Chepén, La Libertad (Perú). Estudio literatura en la Universidad de Trujillo, en España y en París. Publicó su primer libro de relatos “Batalla de Felipe en la casa de las palomas” (1969) en la Editorial Losada de Buenos Aires. Desde los años noventa, reside en los EE.UU. y enseña en las universidades de Berckeley y Oregón. Entre sus libros publicados están “Habla Sampedro” (Argos Vergara, Barcelona, 1979), “Correo de Salem” (Mosca Azul, Lima, 1998). En 1999, recibió el Premio Internacional Juan Rulfo por el relato “Siete días en California”. “Los sueños de América” (Alfaguara, España, 2000), traducido al inglés –“American Dreams”—(Arte Público, Houston 2005) y reeditado doce veces—, obtuvo el Premio Latino de Literatura de los EE.UU. Su novela “El Corrido de Dante” (Arte Público, EE.UU, 2006) ha tenido cinco ediciones en varios idiomas. En castellano e inglés en Texas. En italiano en Siena. En 2008, apareció la edición española, en Alfaqueque y la latinoamericana, en Planeta. Acaba de publicar "Vallejo en los infiernos" (2009).