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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
2 3 2013
Defensa de Javier Heraud ante las difamaciones de Rodolfo Hinostroza

Como ya lo he dicho en alguna parte, esa historia de las becas fue solo un señuelo de Fidel Castro para embarcarnos, a nosotros y a muchachos de Argentina, de Colombia, de Guatemala, de toda América Latina, en su proyecto, anunciado en la Conferencia Tricontinental de La Habana, de exportar la revolución a toda la América Latina, utilizándonos como guerrilleros, o más bien como carne de cañón. Fue un engaño, una estafa, una trampa, que después quisieron hacer pasar por “la voluntad soberana de los estudiantes”, pero que solo fue un enorme embarque para alimentar los fines geopolíticos de Cuba… El caso de Javier es curioso y meritorio, porque él sí tenía una verdadera beca en Checoslovaquia para estudiar cine con el maestro Joris Ivens, y podía haber continuado viaje, pero se quedó en Cuba con nosotros, aunque no tenía ni las más mínimas condiciones para guerrillero. Era grandazo, sí, pero torpe y desmañado como él solo, y sospecho que tenía pie plano, porque cuando se trataba de cruzar un arroyo “por las piedrecitas”, el único que pisaba mal era Javier y terminaba cataplum de culo en el arroyo, y ni qué decir de los resbalones, golpes y heridas, pues él ostentaba el récord de ellas, pero no quería quedarse atrás. Sin embargo Javier disonaba en ese ambiente popular, grosero y hasta belicoso conformado por el resto de los becados, que me recordaban mucho a mis compañeros del Colegio Guadalupe, y desde un principio se lo hicieron notar. Nosotros éramos cholos egresados de los rudos colegios nacionales, y no gringos amariconados que hablaban inglés. La bronca se olía en el aire… Cuando hablé con Javier, en un jardincito frente a la casa donde habitábamos, me comunicó que él ya había decidido enrolarse en la guerrilla, pero igual conversamos. Yo le dije, básicamente, que el Perú no era Cuba, y en nuestro enorme territorio, con el triple de su población, y con un gobierno no dictatorial, era imposible que una guerrilla de unas pocas docenas de personas tomase el poder en 6 meses, como nos lo había profetizado Castro, y continué en la misma línea de razonamiento, que Javier no objetó. “Entonces, por qué vas a la guerrilla?”, le dije, y él repuso muy emocionado: “Sabes cuánto mido yo? Un metro ochenta y cinco, y siempre he sido el punto en el colegio, el gringo cojudo, el Grandazo por las Huevas. Siempre todo el mundo me ha pegado porque yo no sabía defenderme, siempre me han tomado de punto, desde la primaria. ¿Entiendes? Seguro que a ti no te ha pasado eso… Pero ahora yo no me corro y quiero demostrarles, a ti y a todos del grupo, que soy tan hombre como cualquiera”, me dijo mirándome a la cara, y yo lo comprendí, hondamente…

La familia Heraud en respuesta al artículo de Rodolfo Hinostroza mandó una carta a la revista, que la publicó con el título de: Homenaje a Heraud, el 22/05/10. La carta dice:
El artículo de Rodolfo Hinostroza de Caretas 2130 sobre Javier Heraud está cargado de imágenes conceptuales y palabras tan gruesas como falsas, que distorsionan la figura personal del poeta. Es posible que la intención del autor sea menoscabar el sitio ganado por Javier en la literatura peruana y la imagen que proyecta en la juventud. Los que vivimos junto a él y leemos ese apretado cúmulo de falsedades, debemos contestar con la verdad y evitar la distorsión de la historia. Con propósitos que desconocemos, el autor arremete contra la figura de Javier empleando insólitas referencias que pretenden, en un solo artículo, negar la realidad que apreciaron todos aquellos que lo conocieron y trataron, ya sea respecto a su aspecto y condiciones físicas, a su envidiable intelecto, a su calidad poética o a su coraje personal. Esta carta pretende evitar que las nuevas generaciones de peruanos puedan verse sorprendidas ante la ridiculización del artículo mencionado.
Jorge Heraud Pérez, Victoria Heraud Pérez de Lazarte, Cecilia Heraud Pérez, Marcela Heraud Pérez de Becerra, Gustavo Heraud Pérez.

También el artículo de Hinostroza obtuvo respuesta inmediata por parte del escritor Dante Castro Arrasco, que en su blog La fruta del cercado ajeno (ver) el viernes, 21 de mayo, 2010, le responde con el artículo titulado “Infamia y disparates contra Javier Heraud”.
Pero los ataques y las infamias de Hinostroza no quedan allí. En el blog Nosotros matamos menos-monos con metralletas”. En entrevista de Juan Carlos Irigoyen, el 6/08/12, a propósito de su libro “Pararrayos de Dios”  dice, en el artículo  “No le dan el diploma de poeta a cualquier cojudo”, entre otras cosas:
—De tus crónicas, una de las más controversiales es la de Javier Heraud. No niego que tiene algo de homenaje, pero sobre todo es una desmitificación, una desmitificación bien dura…
¿Por qué dura? Yo no la encuentro dura, francamente. Yo sé que tú estás pensando en la conversación que narro al final; esa es la conversación entre dos muchachos de diecinueve años que están decidiendo si van o no a dejarse matar, como se hizo matar Heraud. Yo tengo todo el derecho de contar lo que cuento. Me he guardado cincuenta años esta conversación y la pongo ahí tal cual ocurrió. Me hubiera parecido terrible omitir algo tan importante como esa conversación con Heraud, que es parte de mis memorias de la guerrilla y de Cuba…
—La impresión que le queda a uno luego de leer la crónica es que Javier Heraud se dejó matar por huevón, o peor aún, para no quedar como un huevón.
Pero es que así fue. Eso es lo que quería. Le hacían bullying al pobre Javier. Él es una de las primeras víctimas de bullying en el Perú. En el Markham siempre lo trataban mal, le metían cabe, le metían la mano, yo sé lo que son esas cosas, porque yo he estudiado en el Guadalupe, que era un colegio más bravo, y se metían con los blanquitos. Como soy medio blanquito sufrí algún intento de ataque, pero yo les metía un patadón bien dado y ni más se metían conmigo. Yo me solidarizo con Heraud porque sé muy bien lo que pudo haber pasado. Pero su destino no fue el más trágico ni mucho menos, el de Chirinos Cúneo fue tan terrible como el suyo, sin duda.

Confesión tardía: Defensa de Javier Heraud (21/12/2012)

A propósito de la reciente muerte de un poeta del 60, estuve revisando, a través de Google, sobre su vida y poemas y me encontré una defraudante sorpresa: Rodolfo Hinostroza, el mismo que en un evento literario en Chile, avalado, entre otras instituciones, por la Marina chilena, leyera unos poemas en el “Huáscar” y dijera “El pasado es ceniza”, a lo que le respondí con un artículo (“El pasado no es ceniza” que me publicaron en Chile, ya que aquí algunos diarios no lo aceptaron), había publicado en varios blogs y en la revista Caretas (como se puede ver en Google), varios artículos de una bajeza insoportable contra el poeta y guerrillero Javier Heraud. Decía, entre otras varias arbitrariedades que lindaban con la soberbia y el egocentrismo, que Javier había sido el primero que había sufrido de “bulling” en el país y por eso se explicaba su carácter, y lo trataba “del pobre Javier”. En Caretas lo trata de “burgués guerrillero”. Al conocer todo esto siento una profunda vergüenza intelectual y militante. Y no comprendo cómo los amigos literarios de Javier no le enrostraron a Hinostroza, en su momento, su malévola y perversa actitud. Se, por fuentes de confianza, que sus amigos militantes se reunieron y a nombre de uno de ellos le respondió a Hinostroza, pero la revista CARETAS no publicó la respuesta... Me parece verdaderamente inmoral esta actitud de Hinostroza, que la siento en carne propia, y lamento no haberla conocido antes, y sí lastimosamente, tarde.
Los principales ataques de Hinostroza, después de leerlos con mayor calma, contra Javier Heraud, tiene, finalmente, para mí, aparte de la soberbia, perversidad, falsedad en los comentarios y argumentos de Hinostroza, un elemento de fondo que es importante sacarlo a la luz: es la crítica (desvergonzada y artera) contra los principios e ideales socialistas que enarbolaba nuestro emblemático poeta guerrillero. Es decir, desde la orilla, desde la cocina de su posición derechista y reaccionaria, ataca a Javier, a Cuba, a Fidel, a sus posiciones revolucionarias, como los "mentirosos históricos" de esos ideales y sueños por los que lucharon tanto seres en los años 60. No era necesario llegar al insulto, al panfleto barato y altisonante, aparentemente maquillado de frases groseramente académicas, para mostrar el verdadero rostro de las posiciones. Una, la de Hinoztroza, cavernaria y malvada, y otra, la de Javier, llena de sueños y amaneceres. Esa lucha ideológica de clases llevó al poeta de "Consejero del lobo", a ser el lobo (feroz) de sus propias palabras y posturas, royéndose con ruindad sus entrañas. El tiempo y la historia ya lo están juzgando, entre pájaros y árboles.

Postdata (carta a Dante Castro): Te agradezco el envío del artículo que publicaste en tu blog respondiendo a Hinostroza. Yo te cuento algo pequeño de Hinostroza: lo conocí cuando pasó por Chile y yo estaba exiliado, y él venía expulsado de culpa (eso me lo contaron algunos camaradas peruanos que habían estado en Cuba), alli tuvimos algunas discusiones en presencia de Teillier, sobre el asunto cubano. En algún momento me pidió dinero prestado para pagar teléfono y la pensión, pues no le había llegado lo que le debían mandar, pero que llegaría, y me dijo que me lo devolvería en tres días. Nunca lo hizo, ni siquiera me pasó la voz o se disculpó o me dio alguna excusa antes de partir. Cuando me vio en Lima ni se acordó de ello. Siempre me pareció un acto menor. Y lo es. Pero en estas circunstancias, para mí, ya toma otra dimensión.