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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
21 2 2012
"Consecuencias poéticas del 11 de septiembre de 1973: Nadia Prado y Malú Urriola" por Gerardo Luis Rodríguez
Nadia tenía 7 años y Malú 6 años, cuando llegó el mortífero 11 de septiembre de 1973 en Chile que cambiaría el diálogo por el silencio, la luz por la obscuridad, los campos y avenidas abiertos por los campos de concentración; en suma, el imaginario de efervescencia en mutismos de inciertos horrores. Nadia y Malú tienen en común un escenario de underground; los suburbios del dolor y del exilio de su propia vida. Tienen en común, el convertir el cuerpo en patria, ciudad, calle, hoteluchos, bares y soledades inconsolables: Escalofriantes extramuros de la piel, desgarramientos interminables de tangos, sentimientos sin salida que manotean en la obscuridad. Espeluznantes armarios de verbos corrosivos, oxidados y de navajas adjetivales cortando la imaginación, irrumpiendo con pensamientos desesperados; ahogados gritos calificando sustantivos muertos. En la poesía de Nadia y Malú, lo histórico se vuelve metáfora de individualidad actual. Las hipérboles que denuncian el desamor, desde el regazo materno señalan también el desarraigo forzado de la patria. La pérdida del territorio, pérdida que desestabiliza y desmembra las emociones, convirtiéndoles en señales epilépticas de un yo, que busca la alegre quietud de la casa, la familia y los suyos. Ya no están. Menos mal que existe la poesía, donde las autores logran armar los pedazos y reconstituir un cuerpo, un ser verbal "inscripción de su propia producción ", como pide Julia Kristeva. Solo una actitud no hay: aceptación del mundo exterior, de la normalidad, un rechazo del mundo institucional. Son hijas del Chile socialista de Allende que crecieron en el Chile terrorista en medio del horror militar: hipocresías y “desaparecidos”, redención armada, crímenes y torturas, regularización de la barbarie. Literatura de horror convertida en verdad oficial en ese tiempo, cuando Chile se volvió una geografía de terror, las poetas abandonaron los cuentos de hadas y gnomos, duendes y magos, porque la realidad sobrepasaba la ficción. El socialismo era un océano de palabras y canciones, el militarismo un desierto de miedo, amenazas, mutismos, mutilaciones y zozobras. Y este, es el ruido de fondo de la poesía post 11 de septiembre de 1973 que la nueva generación expresa; distanciándose del lenguaje almíbar de Neruda o del sentimentalismo de Gabriela Mistral. Más bien ecos del poeta semianarquista Pablo de Rocka o del afirmativo indepedendiente Nicanor Parra. Sin embargo, Malú y Nadia, están lejos de todo, lejos de ellas mismas, son el destilado de la expresión, de aquellos que tampoco están... Nadia: "El porvenir no existe... sin patria en su carne muerta, sin filiación vagando en esa pena después de perder un bien preciado... Soy la propia muerte que viene a colonizarme sin resistencia" (Carnal). Malú: "He salido a caminar, lo mismo que hubiesen puesto corriente a mi cabeza con un dolor, con una soledad, como un delincuente condenado a alguna pena." (Dame tu sucio amor). Una suerte verbal de autofogocitosis, de autocanibalismo social, urbano, se halla inmersa en cada trazo. Los textos de amor son tratados en desgarros, cortaduras desmembramientos, decapitaciones y antropofagias de los seres y lugares queridos. Una desesperada comida, fusión para integrar e integrarse a los otros. Antes, Chile podía compartir y sonar, después del 11 de septiembre de 1973, la pesadilla se instaló en lo imaginario. La noche macabra se hizo perpetuo espanto. Las palabras se malversaron. Los generales se hacían llamar “Salvadores de la Patria” y el hipócrita de la democracia, autor intelectual del terror, recibía el Nóbel de la Paz: "pas, pas, pummm" señalado por los muertos y “desaparecidos” de Brasil, Argentina y Chile. Nadia y Malú, poetas. Nadia y Malú resonancias corporales de la incertidumbre misma de la existencia. Su poesía lacerante nos despierta, con el agua fría de la dignidad, nos quema el confortable mundo, nos pasea por los cementerios de las intromisiones y nos deja en las preguntas de las impermanencias y de la imposibilidad de la fraternidad entre los seres y las comunidades humanas. Malú: "No sé dónde se fue todo el mundo, despertó negada sobre la mesa de un pub, ahora que la luz metálica en medio de lo obscuro le corta la cara." (Dame tu sucio amor). Nadia: "Un ojo de poder devora mi cara y mi nombre / Se va en el hueco de la garganta que cae tan sin sentido, como cae su obsceno castigo. / Castigo: bestia hambrienta fornica a la ramera ley" (Simples placeres.) En unas publicaciones agradables por lo sencillo de Ediciones Suradas, Santiago de Chile, surada@netline.cl, los lectores encontrarán: “Simples placeres” y “Carnal” de Nadia Prado, “Piedras rodantes”, “Dame tu sucio amor” e "Hija de Perra” de Malú Urriola. Los estropearon todo, baby y te bailas un rock de malas ganas porque ellos quieren verte reventar la noche ebria sin hablar con nadie y de día se lo pasarán pateando gatos...

(Piedras rodantes)

acerca del autor
Gerardo Luis

Nadia Prado nació en Santiago de Chile en 1966. Publicó dos poemarios. Malú Urriola también vio la luz del día en Santiago en 1967. Publicó tres libros de poemas. Los textos de ambas aparecieron en antologías en Chile y en el extranjero. Nadia y Malú participaron junto a otros escritores latinoamericanos en la "Guía del nuevo siglo" editada por el poeta y crítico peruano Julio Ortega.