Jueves 18 | April de 2024
Director: Héctor Loaiza
7.211.278 Visitas
Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
resonancias.org logo
157
Número Especial
2 3 2003
"La poesía en la escalera de Pico de la Mirandola" por Alat
Juan Cristóbal, ha transitado asombrosamente en 1998 por la Escalera que Pico de la Mirandola llamó el arte de escribir: Para abajo, cuando editó los cuentos de "Aguita e'Coco" (1); y para arriba, cuando editó los poemas de "Los rostros ebrios de la noche", maculado por el Premio Copé de Bronce 1997, cuando habría sido más imaginativo otorgarle un Copé de Brillante o un Copé de Diamante. El crítico francés Jean-Pierre Richard encuentra que la metáfora que mejor define la poesía moderna es la famosa escalera de Pico, en cuyos peldaños el poeta puede lo mismo bajar que trepar: cuando Juan Cristóbal baja, desgarra con fuerza titanesca el cuerpo de Osiris, Dios del bien, juez de las almas, curtió a los hombres la agricultura, arrojándolo en fragmentos múltiples; y cuando trepa, lo hace con energía de Febo, Dios de la luz (Apolo) capaz de reunir los fragmentos, los miembros, de Osiris en una nueva unidad. Ustedes, amables lectores de Juan Cristóbal, pueden discernir si Juan Cristóbal baja al escribir "Aguita 'e Coco" o trepa cuando escribe "Los rostros ebrios de la noche"(2); o, al revés. Pero, si disciernen con verdadera vocación lírica, si deciden que trepa con los cuentos, le otorgarán un Copé de Brillante, y si disciernen que baja con los poemas, le darán el Copé de Diamante. En un ejercicio tan puro de lo que Richard comprende por una exacta escritura moderna, sin duda que ustedes olvidarán categorías tan triviales como el Copé de Oro o el Copé de Plata. Tanto los cuentos como los poemas nos impactan con una revelación: la humanísima proximidad a nuestra palabra, a nuestra voz, milagrosamente incontaminada por la tinta de la imprenta. Las voces primigeniamente limeñas y chalacas de Juan Cristóbal y sus protagonistas nos sorprenden tanto como nos sorprendieron a los parisinos de la década del 30 la voz recuperada de Celine en "Muerte a crédito" y de Raymond Queneau y su asombrosa fauna de "Zazie en el Metro". Hasta entonces, y desde Rabelais, los franceses vivían una tenaz esquizofrenia verbal: escribían como escribía hace siglos Voltaire y hablaban en la calle y sus hogares como Zazie, en una replana(3) tan diferenciada como el latín del francés transitorio. La revelación de la modernidad que Juan Cristóbal nos inflige es que su parla chalaca y limeña es equivalente a la replana de Zazie y de Bardamu; un instrumento alta y filosóficamente expresivo, tan sutilmente lírico que las más recónditas y nunca antes reveladas inflexiones emocionales, sociales y espirituales no nos habían herido de la misma manera, porque todos seguimos tratando de escribir como el Inca Garcilazo y Martín Adan. Es parte de la generosa poesía de Juan Cristóbal urdir existencialmente la tesitura de sus versos con los resabios populares de los boleros, los valsecitos, los mambos y guarachas, para dirimir ese tufo de melodrama tropical con una luminosa y picante nota de humor, de dolorosa picardía limeña. Los personajes de Juan Cristóbal respiran, sonríen, ironizan en una cadencia positivamente filosófica. En la Divina Comedia que Juan Cristóbal escribe en las voces de los desheredados de este valle de boleros y pesares bailables reconocemos nuestras propias voces, aunque ya no las pronunciemos. Como verdadero poeta de la dicción, Juan Cristóbal no inventa ni fabrica la replana que urde la música y la comedia de sus páginas; Juan Cristóbal recoge lo que el pueblo mismo inventa, como expresión oral intransferible, como una huella digital sonora que nos inculca su verdad en los más líricos recesos de nuestra capacidad de asombro y de ternura. El lector que aspire a percibir con cierta fruición incontaminada por la tinta de imprenta está modernista gimnasia en la Escalera de Pico de la Mirandola debería leer simultáneamente los cuentos de "Aguita 'e coco" y los poemas ofendidos por el Copé de Cobre. Podría, con extrema sutileza, vivir el desgarramiento del cuerpo de Osiris, y luego pulsar la fuerza aglutinante de Febo, al inventar una nueva fisonomía poética a Osiris. Por primera vez, desde Whitman y Saint John Perse, descubrimos en un poeta peruano la soltura de huesos y de palabra que no mide sus sílabas ni sus metáforas. (1) "Aguita 'e coco", Biblioteca Narrativa Peruana Contemporánea, Lima, 1998. (2) "Los rostros ebrios de la noche", Editorial de San Marcos, Lima, 1999. (3) Jerga limeña.
acerca del autor
Varios

Juan Cristóbal nació en Lima en 1941. Hizo estudios secundarios en Chosica, ciudad cercana a la capital peruana y en la Universidad de San Marcos. Fue periodista en los suplementos culturales de los principales diarios peruanos. Actualmente es profesor de periodismo y de literatura en diversas universidades de Lima. Ganó el Premio Nacional de Poesía en 1971 y los Juegos Florales de San Marcos en 1973. Publicó varios poemarios, libros de cuento y prosa testimonial. Acaba de publicar un libro polémico “Uchuraccay o el rostro de la barbarie”, recopilación de artículos periodísticos sobre la matanza de ocho periodistas y su guía en 1983.