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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
1 12 2013
El amigo Albert Camus por Masha Séry

Llevar cuatro trajes “por lo menos”, un abrigo grueso y un par de zuecos de goma para proteger los zapatos de charol; evitar las sorpresas del protocolo; escribir un discurso oficial, breve pero substancial, prever un donativo a una asociación... Cuando se entera que Albert Camus (1913-1960) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1957, veinte años después que él, Roger Martin du Gard (1) el oso poco querido del pueblo de Bellême, tan amante de la soledad como un anacoreta, se llena de júbilo. Por su parte, Camus se siente aplastado, como aterrorizado por este honor, pues considera que Malraux debería haberlo recibido. Pero su mayor, Martin du Gard, tan poco atraído por lo mundano, tan paralizado por las dudas sobre su talento, le proporciona en su carta de felicitación un manual útil para superar el obstáculo sin sufrir daños.

Treinta y dos años separan a los dos hombres. Una infinidad de cosas les juntan, su admiración por Tolstoi, su rechazo del odio, venga de donde venga, su humanismo refractario a cualquier dogmatismo. Versado en pesimismo, Martin du Gard rejuvenece al contacto con su amigo menor que él. Se sentía aislado, ¿pasado de moda? Retoma esperanza, encuentra aquí y allá, acentos de polemista, y al lado de Camus, firma por primera vez al pie de varias peticiones.

La amistad en la literatura tiene como única particularidad que, a través de los libros, uno puede conocerse incluso antes de encontrarse y que el afecto por el hombre es igual a la estima hacia el escritor. “Para algunos hombres que me han permitido admirar, tengo una deuda de reconocimiento, la más elevada de mi vida”, anotó Camus un día en sus Carnets. Así que, cuando Martin du Gard, lector atento de El extranjero, El mito de Sísifo (ambos de 1942) y las editoriales de Camus en el periódico Combate, toma la iniciativa de escribirle, el 4 de diciembre de 1944, la evidencia del aprecio ya está allí. Para convencerse definitivamente de ello, es suficiente leer el magnífico prefacio que escribió Camus en 1955 para la edición de las “Obras Completas” de Martin du Gard en la prestigiosa colección Pleïades de Gallimard. A la muerte del autor de la serie novelística Thibault, tres años más tarde, Camus escribió esta nota que expresa toda su ternura: “la mera existencia de este hombre incomparable nos ayudaba a vivir...”.

Sus cartas, matizadas de reflexiones políticas, forman uno de los tres volúmenes de correspondencia que publica Gallimard este año del centenario del nacimiento de Albert Camus. Si no tienen la densidad y la intimidad que caracterizaban los intercambios epistolares entre Camus y el poeta René Char (2) publicados en 2007, no escatiman en hermosas confidencias y dan una idea de la complicidad calurosa que Camus supo anudar con algunos de sus contemporáneos. Aunque la amistad con Francis Ponge (3), esbozada en  algunas cartas, se adormeciera rápidamente.

Marginado en el bastión parisino de los intelectuales existencialistas, Saint-Germain-des-Prés, humillado por Jean-Paul Sartre en la controversia sobre El hombre en rebeldía en 1951, burlado por los húsares Jacques Laurent y Kleber Haedens y tentado por el suicidio, Camus hubiera podido contar en los años 1950 con el apoyo de sus amigos. Éstos habrían podido promover sus obras gracias a él, como Louis Guilloux (4), por ejemplo.  Sabemos cómo el joven Camus estuvo marcado por la lectura de La Casa del pueblo (Grasset, 1927), aconsejado por su profesor de filosofía de Argel, Jean Grenier, amigo de Guilloux desde su adolescencia y como él, nacido en Saint- Brieuc (Costas de Armor). Algunos meses después de haberlo conocido, Louis Guilloux cumplió una misión en mayo de 1945: verificar que el padre, Lucien Camus, obrero argelino caído en la batalla del Marne en 1914, reposaba en la parte correspondiente a los soldados en el cementerio de Saint- Michel. Allí estaba, “muy limpia”, precisaba él.

Dos años más tarde, su hijo irá a verla y esta visita formará parte de un episodio clave de El primer hombre. Agnès Spiquel, quien editó la correspondencia entre el autor de Sangre Negra (Gallimard, 1935) y La Peste (1947), señaló que Guilloux tenía cuarenta y tres años cuando contó su juventud en El pan de los sueños (Gallimard, 1942), es decir la misma edad en que Camus empezara El primer hombre, publicado póstumamente en 1994. Sobre El pan de los sueños de Louis Guilloux, Camus decía “puede ser que su acento me impresionara más que el de otros. (...) Y comprendo también que, en la edad madura, ¡un hombre se inspire en un tema tan hermoso, una infancia pobre!”

Es todavía a Guilloux que Camus, en una carta sobre sus dramas Calígula y El malentendido (1938, 1944), le revela: “yo sé aún más ahora que no podemos ser libres contra los demás. Y sobre todo, me siento intranquilo al comprender que toda la preocupación del hombre viene de que no puede expresarse con un lenguaje sencillo”. Añade: “la cumbre de todas las tragedias es la sordera del protagonista”. Camus no es ni “héroe” póstumo de la guerra fría —el intelectual que siempre tuvo razón— ni el “santo laico”, caricatura con la cual se ha querido ridiculizarlo. Es un hombre de diálogo, de confesión, un hombre que duda fundamentalmente. De él, de sus obras. “Me parece que este libro se ha equivocado totalmente, que ha pecado por ambición y este fracaso es muy doloroso para mí”, le escribió a Guilloux después de haber terminado “La peste”. “Lo guardo en el cajón de mi escritorio como algo un poco repugnante”. Guilloux supo demostrarle que tal rechazo, que conoce tanto, forma parte de la dinámica de la obra.

El paso al tuteo en su correspondencia marca el inicio de una dimensión más afectiva. “Mi viejo Louis” o “mi querido Louis”, “no conozco a nadie hoy que sepa dar vida a sus personajes como tú”, le confiesa. Guilloux anotó en su diario en 1952, cuando lo frecuentaba todos los días en Gallimard: “¡qué amigo perfecto y qué hombre tan puro! Lo quiero con ternura y lo admiro no solo por su gran talento sino por sus modales en la vida”. El único punto de divergencia entre el originario de Saint Brieuc y el argelino: el clima y los paisajes que Camus forjara. Cuando éste, después de haberle invitado a almorzar con su madre en Belcourt, lleva a Guilloux al pueblo de Tipasa (Argelia), el marco inmemorial de su obra Bodas, Guilloux, decepcionado, ve en el paisaje un “¡exceso de belleza!”

Louis Guilloux y Roger Martin du Gard conocieron a Camus en el apogeo de su gloria,  ignoraban desde luego detalles de su infancia. Éstos son descritos cabalmente por algunos fragmentos de recuerdos que revela un amigo de sus primeros años, Abel Paul Pitous, en “Mi querido Albert” (5), una larga carta póstuma, escrita a principios de 1970 y encontrada por su hijo: los paseos de los niños, su pasión por el fútbol, sus parodias inspiradas en los westerns, los escritos para Bébert leídos en clase por su maestro, Louis Germain, a quien Camus dedicará su Discurso de Estocolmo. Fue este maestro, modelo de recalcitrante húsar de la República, quien empujó a su alumno a preparar el examen de ingreso al liceo. Por su parte, Abel Paul tomaría el camino de la fábrica, para después hacer carrera en la empresa Electricidad y Gas de Argelia. Los amigos de infancia se perdieron de vista a los dieciocho años. Pero Abel Paul no olvidó al amigo que le hacía reír tanto, ni la recomendación del tío sordo de éste, Etienne Sintes: “es muy, pero muy inteligente, es necesario que sea bueno, honesto, que quiera a los pobres, a los desafortunados, a los árabes, a los amigos... que no olvide a su madre…”
Puede descansar en paz.

 

(1) Correspondance (1944-1958), d'Albert Camus et Roger Martin du Gard, editado por Claude Sicard, Gallimard, 272 p., 18,50 C. Roger Martin du Gard (1881-1958), nacido en Neuilly sur Seine, ha escrito una serie novelística los Thibault, fresco de la burguesía francesa. Recibió el Premio Nobel de literatura en 1937.
(2) Correspondance (1941-1957), d'Albert Camus et Francis Ponge, editada por Jean-Marie Gleize, Gallimard, 176 p.
Francis Ponge (1899-1988). En 1922 se unió a la Nouvelle Revue Française, y al surrealismo, movimiento que abandonó. En 1940, se enroló en la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Es conocido ante todo por su obra De parte de las cosas (1942), en la que refuta la efusión lírica y la subjetividad y describe los objetos cotidianos en un lenguaje aparentemente objetivo y científico. Ponge desarrolló su prosa poética en Doce pequeños escritos (1926), Poemas (1948), La Rage de l'expression (1952), La gran recopilación (1961, 3 vols.), El jabón (1967) Ejerció una gran influencia en el desarrollo de la ‘literatura objetiva’ de los novelistas de la década de 1950, en especial en Alain Robbe-Grillet
(3) René Char (1907-1988), poeta francés, nacido en Isle sur Sorgue, uno de los más grandes poetas franceses del siglo XX. Albert Camus ha escrito sobre su obra poética: "Considero a René Char como a nuestro más grande poeta vivo y su obra ‘Furia y misterio’ es lo más sorprendente que la poesía francesa nos ha dado, después de ‘Las Iluminaciones’ de Rimbaud y ‘Alcoholes’ de Guillaume Apollinaire…”
(4) Correspondance (1945-1959), d'Albert Camus et Louis Guilloux, editada par Agnes Spiquel-Courdille, Gallimard, 258 p.
El novelista Louis Guilloux (1899-1980), nació y murió en Saint-Brieuc (Francia). Trabajó en el diario El Intransigente desde 1921 hasta 1924. Fueron sus amigos Jean Grenier, André Malraux, André Gide y Camus. Desde 1935 se consagró a ayudar a los refugiados españoles y a las personas desplazadas, mientras continuaba a escribir su obra.
(5) Mon cher Albert. Lettre à Albert Camus, d'Abel Paul Pitous, Gallimard, 88 p.

acerca del autor
Albert

Albert Camus nació en Mondovi (Argelia) en 1913, en el seno de una familia de colonos franceses (pieds-noirs). Su madre, Catalina Elena Sintes, de familia originaria de Menorca, era analfabeta y su padre, Lucien Camus, de origen alsaciano, trabajaba en una explotación vitivinícola. Trasladado a Argel, Camus es alentado en la escuela primaria por su maestro Louis Germain y también en el colegio por Jean Grenier quien lo inició en la lectura de los filósofos, especialmente Nietzsche. Sus primeros textos fueron publicados en la revista Sud en 1932. Después del bachillerato obtiene un diploma de estudios superiores en filosofía y letras. La tuberculosis le impide participar en el examen de licenciatura. Entra a trabajar en el "Diario del Frente Popular", creado por Pascal Pia y un artículo suyo publicado sobre “La miseria de la Kabylia” le obliga a emigrar a París. Allí se desempeña como secretario de redacción en el diario "Paris-Soir". En 1943, es lector de textos para la Editorial Gallimard y dirige el diario "Combat" cuando Pascal Pia es llamado a ocupar otras funciones en la Resistencia contra los alemanes. Camus, junto a los anarquistas, apoyó a la insurrección en Alemania Oriental de 1953, se solidarizó con el levantamiento de los trabajadores en Poznan (Polonia) y con la Revolución húngara. En 1956, en Argel, Camus lanza su “Llamado a la tregua civil», pidiendo a los combatientes del movimiento independentista argelino y al ejército francés, el respeto y la protección sin condiciones para la población civil. Camus murió el 4 de enero de 1960 en un accidente automovilístico. Sus novelas: “La muerte feliz” (1937), publicada por primera vez en 1971. “El extranjero” (1942), “La peste” (1947), “La caída” (1956), “El exilio y el reino” (1957). Sus dramas: “Calígula” (1944), “El malentendido” (1944), “Estado de sitio” (1948), “Los justos” (1950) y “Los posesos” (1959). Sus ensayos: “Bodas” (1939), “El mito de Sísifo” (1942), “Cartas a un amigo alemán” (1948), “El hombre en rebeldía” ((1951), “El verano” (1954) y “Reflexiones sobre la guillotina” (1957).