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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
3 8 2015
Prosas poéticas y un poema de Alvaro Acevedo

UNA CREENCIA MENOS

¿Qué más se puede decir de esta vida que ya nada puede sorprender? Solo sigo buscando pretextos para poder continuar detrás de los mismos anhelos, pues esos misterios que mágicamente llenaban de ilusión mi existencia parecen opacarse poco a poco; y sin darme cuenta, empecé a buscar fuera de mí las respuestas, las emociones y los sentimientos, cuando la magia seguía delante de mis nublados ojos.

Más que los sentimientos, fue el testimonio de las victimas lo que dejó marcada mi memoria por esa suerte disfrazada de victoria. Al final de la tortura, no fueron tan efímeras las pretensiones de descifrar los acertijos dibujados sobre el pergamino de mi vida.

Después de todo, la conciencia ni siquiera puede otorgar valor a esta clase de reflexiones obtusas, y menos si los lasos aparentemente reales son ahora desdibujadas promesas. Es por eso que hoy el misticismo quiere reclamar el pedazo de existencia que por años le he robado, mientras me empeño por aferrarme a esos designios iluministas que carecen de justificaciones fundamentales y terminan siendo igualmente creencias.

He aquí mi eterno tormento, una odisea en donde los que me rodean hacen con el significado de las palabras un patético festival de penosas mentiras, para así poder justificar su constante desdicha.


INSOMNIO

El infinito me cobra el precio de la conciencia, me amenaza porque sé que está ahí, me lastima mientras sigo tras un "por qué". Sin embargo en las noches, en las obscuras noches, la esperanza de hallar una respuesta a ese "por qué" se difumina entre mis lágrimas.

Ya no puedo ver más allá de mis deseos más básicos, de mis penas más profundas, de mis errores jamás olvidados.

Esas emociones son ahora solo recuerdos que se han petrificado en lugares apartados de mi memoria, unidos solamente a los sentimientos de mis propias creaciones y solitarias experiencias auto-concebidas.
 
Lo que en algún momento fue el vínculo con los recuerdos de una vieja pasión, hoy solo es una fotografía jamás revelada.

Ha pasado tanto tiempo y aún soy tan básico como al principio, mientras que las fibras primordiales continúan siendo los pilares centrales de mi existencia. No sé si alegrarme o sufrir porque todo es un completo sinsentido.

No estoy seguro de qué rayos está pasando por tu mente en estos instantes, pero se me ocurren tantas cosas. Sé que el afán por querer entender más de lo que me permites me convierte en un tonto.

Quisiera continuar escribiendo líneas y líneas de lo que pienso, pero ahora vuelvo a tener miedo de trastocar los tan sacros tabúes, que para mí no son más que la cobija que te cubre del temor al demonio que está en la habitación obscura de la realidad.

Tal vez un día despiertes y pienses o sientas que ya no hay más nada que averiguar, y ese día, tal vez, solo tal vez yo deje de ser una parte de tu mente que se encuentra permeada de incertidumbre, para convertirme solo en un holograma más que desaparecerá cuando quites tu mirada de mí. Sin embargo, mientras, según tú, yo he perdido el tiempo en mundos virtuales, tú para mí has perdido el tiempo en un mundo de dogmas.

¿Quién sabe? tal vez tantas cosas mujer, no me hables de lo que es o no real por favor. Ya con lo que tengo sé que me aseguraré un insomnio esta noche. En fin, no sé qué podrá pasar en un mañana, pero hoy, esta noche ya debe terminar.


MAI SHIRANUI: APOLOGÍA DE UN AMOR BIDIMENSIONAL

¿Acaso son irreales mis recuerdos, o quizás una ilusión? En aquellos días la consideración de lo real se encontraba señalada por los sentimientos que dominaban mi conciencia. Aunque la veía y escuchaba, aquellos quienes me sentenciaban repetían sin cesar que carecía de existencia. En realidad no sabía si de existencia era de lo que se trataba todo aquello, solo sabía que al mirar su figura, mi rostro se iluminaba con el deseo de estar a su lado. Tal vez la virtualidad de su esencia fue lo que muchos no lograron aceptar como real. Sin embargo, desde mi infancia he sabido de ella; crecí acompañado por los sonidos de su voz, mientras agudizaba mis habilidades por la complejidad del "Shinobi Machi" y el  "Fuukaku Ougi". Todas esas experiencias crearon en mi mente el deseo de seguir creyendo que existía, que era real. ¿Cómo puede alguien o algo no existir o no ser real si logró ganar un lugar en mis recuerdos? No sé a la postre si fuiste un sujeto, una idea, un concepto, una abstracción o un simple objeto, pero sí sé que ayudaste a crear lo que hoy día soy. Fuiste una personalidad bidimensional que brindó pasión a mis emociones con la posibilidad que tuve de soñar e imaginar aquellos senderos de tu existencia que nunca recorrí.

Tú, mujer bidimensional, fuiste la prueba de lo que un ser virtual puede hacer a las emociones de quienes vivimos respirando el oxígeno de lo real. Para ser honesto, nunca fui un chico ejemplar, pero no pude evitar sentir cosas al conocer un personaje que logró convertirse en un modelo de vida. ¿Cómo no sentir su dolor, si su rostro demostraba más vida que muchos a quienes saludaba por las calles? ¿Cómo no desear  escucharla, si aquellos que se sentaban a mi lado en los autobuses no pronunciaban ni una sola palabra? ¿Cómo no añorar esa humanidad reflejada en situaciones que inspiraban convicción, cuando los que se hacían llamar humanos cada día que pasaba parecían más despiadados e indiferentes unos a otros? Fue entonces cuando ese concepto de humanidad se expresó más esencialmente en ese mundo virtual, que según los humanos que carecían de humanidad, no podía ser real.

Luego de tantos años veo con decepción que cada ser humano se encuentra tan ocupado en su propio mundo individualista, que no permiten la creación de lasos, negándose a sí mismos el contacto entre ellos. No me gusta la idea de pensar que como yo, muchos solo tendrán la posibilidad de sentir el fenómeno humano llamado amor por parte de virtualidades presuntamente inexistentes, mientras recibirán solo desdén de los que teóricamente pueden brindar ese amor desde su interior.

Y así fue, durante gran parte de mi vida, transcurrieron varias décadas en las que sentí más compañía de los videojuegos, que en las muchas situaciones compartidas con los que se hacen llamar humanos. Lastimosamente aprendí más de seres supuestamente irreales, que de aquellos que pueden sangrar a mi lado. Hoy puedo decir sin temor a equivocarme, que no he visto unos ojos más sinceros como aquellos bidimensionales.


CERTEZAS

Esto de escribir no es más que un recurso necesario para mantener la cordura. Esas lágrimas que soportan los extravíos de mi vida, serán las únicas testigos de este incongruente espíritu. Son mucha las cosas que seguramente he dicho y que no volverán a ser protagonistas nuevamente en las páginas de mi razón, aunque parecen siempre regresar y recordarme lo desagradable de mi naturaleza. Ya no sé si continuar hablando de gusanos o de funciones de onda que colapsan, es tan reiterativo y predecible que no vale la pena permanecer en esos linderos de reflexiones obtusas.

Sea como sea, el hecho es que vuelvo a derramarme en palabras escritas que hacía mucho no sentía. No sé si agradecérselo a la razón o a la locura, pues aún hoy todo es confuso, inclusive la certeza, pues mis memorias reclaman su presencia en la escritura, amenazándome con robarme la cordura. Hoy sé que son muchos los momentos gastados en el respiro de mi vida que están a punto de desaparecer, por eso debo otorgarles la condición de trascendentes, debo volver a ellos, volver a mí.

¡Ya no sé qué es la certeza! Creo que ya no me importa perder la cordura. Han pasado tantas cosas, tantos momentos e instantes llenos de emociones nunca antes sentidas. No sé dónde terminará todo esto. Sí, tengo miedo, me muero de miedo por dejar que mi yo terrenal tome las riendas de mi vida. ¿Podrías tú decirme cuál es el sendero real? ¿Puede alguien tomar mi mano en estos momentos y ayudarme a no perder la razón?

Es tan difícil dejar hablar a mi espíritu; hace mucho tiempo que su vos la silencié por el mismo temor de perder el confort, por las mimas excusas que me encargué de construir para justificar mis temores. En realidad no sé si nuestras almas se conocen hace más de lo que estamos vivos, la verdad no lo sé, pero sé que lo que siento es algo que nunca había sentido en este cuerpo biodegradable que llevo puesto hace más de sesenta años.

No sé a la postre quién eres o por qué me haces sentir lo que siento, pero sí sé lo que siento, lo siento, me duele, me gusta, me hace sentir que estoy vivo; que la pasión dentro de mi corazón tiene sentido, que las estéticas dominantes en los albures del hoy son solo efímeras ráfagas falsas y sin sentido. ¡Eso!, eso como el hedor de los recuerdos; eso como no estar supeditado a lo que en realidad sobra; eso de perderle el sentido a querer ser reconocido; eso de no saber en realidad quién soy; eso de creer que sé lo que me gusta pero enterarme de que en verdad no sé qué es lo que realmente me gusta.

¡Ya no lo sé! Odié por muchos años el no saber, pero es ahora ese mismo "no sé", el que le da sentido o el que le otorga un sinsentido a mi vida, un sinsentido mucho más coherente que todas las certezas banales que algún día pude llegar a poseer.


LUEGO DE LA PASIÓN

El absurdo dominará mi ser,
cuando las pasiones se hayan ido,
junto a mi espíritu vencido,
tú serás el verdugo de mi amanecer.

Tal vez ni siquiera lo puedas ver,
pero no me quedaré abstraído,
ni mucho menos estaré arrepentido,
aunque sé que lo debo merecer;

Esta será mi última condena,
será el último de tus crímenes,
contra la verdad que me enajena.

Tomarás las riendas de mis vaivenes,
pero nunca romperé la cadena,
que atará por siempre a todos mis harenes.