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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
4 7 2016
Buenos días, las hojas en blanco te esperan aquí por Marian Raménto

Y la magia impregna, como lo hace siempre con la buena poesía, todo átomo, toda capacidad sensorial y toda atención. Su voz poética rapta los ojos del lector, es un hecho.

“A veces, te despedías de todo para siempre”, dice la poeta en “La gravedad”, y la gravedad se hace más grave si cabe, se agranda el vacío y la página, de repente, es inmensa. Así de llano es el camino de Beatriz, así de palpitante, con la rotundidad de las palabras justas para decirlo todo sin aspavientos.
Nebulosas, universo, planetas, son continentes que subrayan los versos de Beatriz Pérez, como si la palabra pudiera reinventarse en los silencios, en los espacios sin tiempo, y tras la experiencia de la lectura de De perfiles, vértices, planetas, cuerpos, árboles y escenarios puedo asegurar que sí se puede.
Por supuesto hay códigos personales de la autora en los poemas. En Numb, la espera sostenida por ejemplo, toda una ciudad interior repleta de espacios flotantes que se interrelacionan, suben, bajan, se hablan y susurran, conforman una suerte de fluidos que nos visten, o mejor dicho nos desvisten, permitiendo al lector hacer de ellos sus paisajes particulares, emprender con ellos nuevos viajes o pintar escenarios diversos. Esa es, justamente, la virtud necesaria para que un poema abandone a su progenitor y trascienda, crezca y se convierta en un adulto universal, es decir en poesía.

DISPARES

Dispares,
así son tus ojos-
entre el ángulo del espacio esférico y
el vértice que se genera cuando tu mirada
baja a las profundidades del cielo.
Decidiste huir sin la palabra construida.
Palabra marginal y ecos surcando la velocidad del tiempo.

 

IMPARES

Impares,
así son tus dudas-
desde el extremo opuesto de la decisión
que se prolonga hasta el límite cercano
del error permanente de tu infierno.
Decidiste quedarte dentro
de una única palabra conocida por ti.
Allí puedes vivir eternamente.

 

LA VIDA ARTIFICIAL

Y es cuando estalla la vida artificial
que pienso sin mentirme.
Te has introducido en la cabeza absorbida
y faltan tres ramas por podar en tu árbol flaco.
Solíamos correr entre los escombros,
mientras éramos niños soñadores con los ojos cerrados-
penumbras de colores entre tú y yo.
Creo de manera distinta a ti.
Nuestro código dejó de existir
el día que el descampado
fue convertido en edificio de cristal.
El árbol flaco necesitó atenciones pasadas.
La cabeza absorbida desescribía la historia de aquellos objetos.
¿Recuerdas el brillo de los escombros?
Ahora me detengo antes de llegar a él.
Las carreras serían diferentes sin ti.
Me resulta complicado aparecer con las fantasías bajo los pies.
Y, sin embargo, es cuando estalla la vida artificial que vuelvo a pensar sin mentirme.

 

TU CABEZA

Eras tu propio director,
productor y guionista de cine.
Tu cabeza –
allí donde las nubes hubieran sido
altas, altas y heladas para Sylvia Plath-
era una gran creadora de películas
y yo actuaba para ti sin haber firmado
el acuerdo sobre mi papel en la obra.
En el reparto,
raramente,
me tocaban escenas fuera de los bombardeos.
Provocabas fusilamientos cotidianos
que después proyectabas a un único espectador:
yo, actriz y protagonista de tu drama.
Una vez me encontré con imágenes
de mi misma en blanco y negro.
Siempre corría a los vestuarios en el momento preciso.

 

CONFUSOS

Eternos letargos enmarañados,
confusos,
mezclados en la nebulosa blanca de las separaciones.


(Seleccción de De perfiles, vértices, planetas, cuerpos, árboles y escenarios).

 

SIN LA LECTURA DE LOS SÍMBOLOS

Es una noche muy sola.
Rumor de una brisa fresca, alta, alta,
allí adonde los gigantes buscaban tu perfil.
Voy a creer en ti.
Un acto muy noble,
un brillo preciso.
¿Puede que no?
Sí.
No leí los símbolos,
las señales.
¿Acaso tenía que interpretarlos?
No tenía que ver con mi mundo,
aquí donde creaba jardines de un rincón.
Siempre, siempre…
No podía imaginar que tu interior estaba repleto de heces.

 

LAS TINIEBLAS VOLARON

Y tiro la noche,
ángel de sed,
tal espuma del tiempo.
Las tinieblas volaron.
El ataúd quemó el suspiro.
Pronto, pronto y un azul ocre.
Eres un espejo o un llanto,
pero las deudas de tu dolor magentan
en gris, en plata o en amor.
Tengo una idea.
No la cuentes, es un secreto.
Hemos llegado a la faz de la mañana soberbia.
Aún es pronto
Me gustaría publicarte.
Me gustaría hacerte crecer:
Árbol de invierno.
Aún es pronto.
Cuando algo muere, algo ganas.

(Selección de Numb, la espera sostenida)

acerca del autor
Beatríz

Beatriz Pérez Sánchez (Barcelona) es licenciada en Pedagogía y Diplomada en Educación Social por la Universidad de Barcelona. Formada en técnicas de expresión y movimiento, compagina su labor profesional como co-fundadora de una entidad de Servicios Sociales en la que investiga la mejora de la salud mental en relación al cuerpo, el arte, la palabra y el movimiento. Ha sido miembro del grupo poético Laie de Barcelona. Ha publicado un poemario De perfiles, vértices, planetas, cuerpos, árboles y escenarios y Numb, la espera sostenida (2016). Colaboradora de las revistas Poesía Digital, La Nausea2000, RES y la Editorial Graó. En 2009 su poemario De perfiles, vértices, planetas, cuerpos, árboles y escenarios fue finalista del Premio de Poesía Concursalia “Luis Cernuda” de Barcelona.