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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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157
Número Especial
1 9 2002
"Aproximaciones a la vida y a la obra poética de Juan Ojeda" (Ilustración de Emilie Raynaud)
EL RESPLANDOR AL ABISMARSE por Rubén Quiroz* y Jorge Luis Roncal ** Noviembre de 1974. Desplomado sin temor y con los ojos desesperadamente lúcidos yacía Ojeda en una calle de Lima. Estaba ajeno, fabulado de certezas. Blake y Hegel lo acusaban hasta la ruina. Era un místico arrastrado por el conocimiento absoluto. Todas las cosas tenían significado. Nada era inútil. Incluso el amor. Amigo de pescadores, alumbrado en Chimbote, homenajeó con su vida y su poesía el devenir del hombre en su Arte de Navegar (1963-1973), que se halla entre las cumbres de la poesía peruana contemporánea. Su mirada profundamente inquisidora de la estatura humana lo llevó a radicalizar su instinto creador y así acceder al atisbo profético. No hay lamento. Ojeda sólo esperaba. Es que estamos llenos de reinos demoniacos y despiadados. Por eso el éxito le era infame y antiestético. No quería ser sobreviviente del aprendizaje perpetuo: sin desdeñar al silencio, era un ritual del furor. La poesía fue para él un instrumento del conocer, práctica visceral que jamás lo desarraigó de su tiempo, una de cuyas expresiones más altas es Epístola dialéctica (…). Su poética es revelación tormentosa. Perpetuo deslumbramiento. Además, carece de remordimientos. Su ferocidad cognitiva no tenía límites. ¿Quién entiende, la capacidad de gozo ante lo hórrido? Uno se consume a solas. Nuestras mismísimas entrañas son un muestrario de enorme soberbia y soledad. Y sin embargo, la voz de Ojeda, asentada sobre un vasto conocimiento de la tradición poética universal y una densidad conceptual que abrasa y extasía, no llega a la aspereza, al rumor desordenado, tal vez vacuo, del descontento anárquico, sin sentido, y accede más bien la decantada ternura del visionario… * Rubén Quiroz (Lima, 1975), Estudió Filosofía en la Universidad de San Marcos. Es director de la revista de poesía Solodanza y de la colección de poesía Jardín de lo soñado. Ha publicado El juego de los escondites (1997), Imago mundi (2000) y Niño vudú (20001) con el cual ganó el primer premio de Estación Com-partida. ** Jorge Luis Roncal (Lima, 1955), estudió literatura en la Universidad de San Marcos, donde ejerció la docencia. Publicó el libro de poesía Discurso de las intenciones puras (1977 y 1984, la primera y la segunda parte) y en 1991 Canción de la esperanza. En 1976 obtuvo el primer premio de poesía del concurso José María Arguedas, organizado por la Asociación Nisei. Ha coedirigido las revistas Disturbios y Alma Matinal y dirigido Arteidea. Trabaja de corrector en un diario de la capital. LA REBELION DE LA POESIA por Roger Santiváñez Vivanco*** La vida y la obra poética de Juan Ojeda están fusionadas dialécticamente en estas dos opiniones que él mismo enunció: Mi poesía es un informe sobre la desintegración demencial que es la historia; y por otro lado: La única certeza que enorgullece a la poesía es saber que la posibilidad de edificar el reino de lo humano depende del destino del proletariado. Aparentemente aquí habría una aguda contradicción. Sin embargo las dos frases no son sino los dos elementos de una estructura dialéctica, que indesligablemente conforman la entidad poética más verdadera del mundo contemporáneo. Veremos en qué consiste esta concepción poética que es el motor que anima toda la escritura de este gran marginal de la generación del sesenta. Lúcido —como pocos— Ojeda supo calibrar el sentimiento metafísico que anida en todo corazón humano. Es decir, entrevió que la existencia es incomprensible en lo más íntimo, por más que se consigan todas las explicaciones racionales posibles. El hombre nunca dejará de sentirse arrojado en la soledad total del mundo. Su inteligencia le permitirá saberse finito frente a un universo desconocido. Verá entonces que la Realidad es una invención maldita de la racionalidad del hombre, que a su vez, le posibilitará la vida social. (…) Ojeda denuncia la estupidez, la racionalidad reaccionaria, la complacencia de los acomodados en el sistema. Esta beligerancia lo colocó en la situación del Rebelde, del Maldito, del Apestado. ¿Por qué? Porque no cedió ni un palmo a la verdad de su concepción poética del mundo. No cedió a concursos, catédras, puestos burocráticos. No cedió tampoco al facilismo politiquero —muy en boga hoy— diciendo: "Jamás estaré de acuerdo con el historicismo superficial de la poesía social". Esta frase podría ser satanizada por cierta izquierda infantilista como reaccionaria. Empero nada más profundamente revolucionario que la vivencia ojediana. Y lo demostró con su vida. Marginal, aislado por los grupitos de poder literario, solitario por momentos, pero tremendamente solidario con los explotados que son lo mejor del hombre, o que mejor, son el hombre. Nunca abandonó el trabajo paciente y elaborado de la escritura poética. Jamás renunció a la búsqueda de un rigor y profundidad pocas veces alcanzados en la poesía peruana... *** Róger Santiváñez Vivanco (Piura 1959), estudió literatura en la Universidad de San Marcos. Fue coeditor de las revistas Auki y Escritura. Ganó el primer premio en Poesía en los IV Juegos Florales en la Universidad de Piura. Fue fundador del grupo Sagrada Familia, luego pertenece al grupo Hora Zero, donde se sale para fundar el grupo Kloaca. Ha trabajado en diversos diarios de la capital. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Antes de la Muerte (1979), Homenaje para iniciados (1984, El chico que se declaraba con la mirada (1984), Symbol (1991) y Cor Cordium (1995. Y la novela corta Santísima Trinidad (1997).

UN POETA por Nilo Espinoza Haro**** Lo conocí en San Marcos. Me hablaba de los navegantes perdidos en el mar, me hablaba de los niños y sus barcos de papel, me hablaba de la vida de los pescadores, me hablaba de sus conversaciones con los locos. (…) Era un poeta, un verdadero poeta que se sentía poseído…por la nada. O mejor, según sus propias palabras: "Sobre mí se ha posado el sin sentido". Visitaba monasterios. Quería un lugar para meditar, quería la paz de los conventos pero "hermano, sería deshonesto estar en una casa donde creen en Dios, sin ser creyente". Casi siempre leía "Imitación de Cristo" de Kempis y se paseaba de vez en cuando con un libro de Sor Juana Inés de la Cruz y decía que el capitalismo estaba disecando al hombre, que sólo engendraba odios brutales, que los capitalistas eran muertos que se alimentaban con la sangre de los inocentes. Estudió filosofía oriental. Estudió Pintura. Estudió Matemáticas. Estudió Biología. No quería ningún título. Trabajó un tiempo como pescador. Quería que la literatura sea algo tan exacta como la ciencia misma. Buscaba la santidad por los caminos del desquiciamiento y la desesperación. Había agotado toda la variedad de experiencias humanas. Tranquilamente podía pasar como el más maldito de los malditos. Oscilaba entre el caos y la razón. Una vez, él dijo: "Lo que percibimos en el mundo es sólo un esbozo fraudulento. Mi poesía es un informe sobre la desintegración demencial que es la historia. La poesía es para mí conmoción y crisis"… **** Nilo Espinoza Haro (Huaraz 1950), periodista de larga data, director de algunos suplementos culturales. Fue colaborador de la importante revista Narración. Su obra literaria es corta, muy influenciada por los aguafuertes de Arlt y Juan José Arreola. Ha publicado País de Papel (1983) con el cual ganó, en México, el primer premio en el Concurso Hispanoamericano de Narración, organizado por la revista El cuento. Y Azaroso inventario de las visiones, testimonios y recordatorios de Chinchin en la ciudad de los reyes (1987). En 1990 publicó Sonata de los espectros.
acerca del autor
Juan

* Juan Cristóbal nació en Lima en 1941. Estudios secundarios en Chosica, ciudad cercana a la capital peruana y en la Universidad de San Marcos. Fue periodista en los suplementos culturales de los principales diarios peruanos. Actualmente es profesor de periodismo y de literatura en diversas universidades de Lima. Ganó el Premio Nacional de Poesía en 1971, los Juegos Florales de San Marcos en 1973 y otros. Publicó varios poemarios, libros de cuento y prosa testimonial.