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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
30 5 2009
¿La verdad del amor? (poemas) de Mónica López Bordón

BUSCO LA ALONDRA QUE VOLÓ DE MI PECHO

Descubro en los mares árticos
un juego para inventar silbidos de la tarde
en el canto de la alondra.

Olvido todos los nombres.

Retrocede la noche como pájaro rendido
en tu pecho deshabitado.
Se alejan los vientos del Norte
plegados en tantas cosas por encontrar.

Entre las alondras vuelan gargantas de mundo
inundadas de versos.
Engendran sus nidos
con el ir y venir de tanto viaje
siempre, para volver.

Resbalarán y caerán en mis manos alzadas,
sonámbulas de tu boca,
desnudas entre tus brazos...

Cómo apagar el resplandor de este vuelo,
la pasión de su ruta acariciando
tus labios con los dedos,
deslizándose por el horizonte abierto,
alondra que no pudo hablar.

Miro el cuerpo que anida en mi pecho
invadiéndolo todo
para encontrarme a mí misma
volando, por primera vez.

 

ESCAPÓ DE MIS MANOS...

En ese preciso momento escapó de mis manos
convirtiendo el norte en todas las direcciones posibles.

Tenía la cadencia mágica de una gota peregrina,
izada sin forma, vencedora, en el camino de nadie
y el cuerpo del hombre.

Su agua era un pájaro flotando entre la luna y mis ojos,
agitada libertad, la de mis pies desnudos,
hundidos en la mirada sobre el mar.

Escapó de las manos que no tocaron nunca
el sol frente a frente.
Escapó un verbo pronunciado en ese instante,
un tenue rumor de viento
y un nombre de mujer.

 

 

ESQUEMA DE UN PAISAJE

Cruzo un desierto, sus páramos
y crepúsculos de infinitos sueños.
Miro alrededor y no tengo respuestas.
De todo lo que amo trazo un esbozo,
paraísos del alma,
estaciones sembradas de auroras y jardines.
En mi cuerpo están las huellas del alba,
su voz y una cantata sombría
por donde vaga la muerte
invitando a su fantasma.
Hoy tengo el espesor mudo del mar
y un largo llanto
los ojos vacíos
un vuelo de pájaro
y un largo lamento.
Escribo el dolor sin nombre.
Abandono toda promesa
y bailan sobre un hilo
los cristales de las ausencias.
Nadie lo sabe
pero en mi tristeza,
envuelta entre tus brazos,
brota una flor.

 

LA SOMBRA DE LA PATRIA

"Los pueblos no pueden pasarse sin ídolos;
pero tampoco pueden pasarse sin devorarlos".
Almafuerte
Frente al vacío atómico y delirante
donde decidir si hay que matar o morir
quizás por un deseo prohibido,
soy esclava del vértigo.
Ser desencadenado
en todas las direcciones imaginadas.

Se oyen gritos heroicos y asesinos,
angustias, desvaríos, locuras...
Belleza fatal de soldados solitarios
fusilados en la palabra y la letra.

¡Quiero salvarme!
Entre ideales y pasiones rotas
olvido, de los días, el recuerdo vago
de las flores marchitas.

Estaban todos muertos,
devorados por la selva indómita
de la tierra.

Pasa el siglo decadente, el pueblo mudo,
la patria devorada descendiendo a las sombras.

Pronuncio el destierro de la soledad
atravesado como un cadáver
muerto a solas.

 

 

¿LA VERDAD DEL AMOR?

Ultimamente me pregunto si cuando sueño,
la luna es tu voz serena galopando
en la noche del alma, por siempre oscura.

Si convertimos los minutos en siglo
y de la vida, hicimos un amor.

Si el crepúsculo de la tarde
llega abierto como una partícula de viento
enredado en el mundo que nació
olvidando el olvido.

Me pregunto si esa verdad
es un vuelo de átomo
que borra las huellas del pasado
y percibe unos ojos místicos
colocando a la distancia
como testigo implacable.

¿La verdad de amor?
¿Quién la sabe?

¿Quién era yo escoltada
en las formas del verbo
habitando en tu nombre?

¿Alguien lo sabe?

 

UNA GACELA EN PLEAMAR

Me sentía una gacela en pleamar
brotando en el fuego de tus manos.
antílope y lira,
preludio de una buena canción.

Me sentí gacela, saltando, en pleamar
cuando pude dibujar la ausencia presentida,
los párpados soñando átomos abiertos
y una danza marina con los dioses del Parnaso
sentados a nuestra mesa.

Dibujé una parábola en el vientre.
Loca, lánguida, soñadora,
entrelazada al viento del norte
que llegaba anunciando el crepúsculo.

Temblaba el horizonte.
Su mirada era como un salto
de poniente agarrando el vacío.

Y me sentía gacela en pleamar,
alegre y ligera; enlazada y perseguida;
fugada y alcanzada en todos sus tiempos.

Huida de nada.

 

acerca del autor
Mónica

Mónica López Bordón, nace en Las Palmas de Gran Canaria en 1976. Reside en Alcalá de Henares, Madrid. Periodista, Licenciada en Teoría de la Literatura. Máster en Televisión. Integrante de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero desde 1998. Pertenece al taller de poesia de Alcalá de Henares, coordinado por Carlos Fernández. Actualmente es columnista del Semanario Puerta de Madrid. Contertulia de la Cadena Ser Henares, de la Tertulia de Periodistas de la misma ciudad. Ha publicado "Mitos Azules" (en colaboración) y su primer poemario "Arbol de sol", Editorial Grupo Cero, Madrid, 2007. Premio de Poesía Hernán Esquío, 2006. Publica sus poemas desde 2001 en varias revistas electrónicas y en Luces y sombras.