Reconocer en primer lugar la singularidad de Kenneth White, poeta en el paisaje poético de este tiempo. Pasar a lo esencial. Afirmar que nunca quiso limitarse a la literatura, a los códigos, a las estructuras fijas, al papel maché. Su propósito: intentar retomar el programa de Wallace Stevens: escribir “el poema de la tierra”. Y para ello abrazar el mundo, leer las líneas del mundo, recorrer los caminos e ideas y que la vía del norte conduzca hacia el oeste luego al este y alcance el sur. (Continúa en la página interior).

• Kenneth White: Un mundo abierto por Alain Freixe