Los versos del poeta argentino tocan profundidad y discurren por el mundo entre senderos que buscan nuevas imágenes y metáforas para finalmente elevarse a lo sublime. Su discurso poético parece nacer de un mundo quebrado. De una pulsación que obedece a un ritmo injusto y caótico. Por eso reclama una respiración más justa con elementos que permitan el bienestar de los seres humanos. La densidad de sus palabras nos manifiestan entre otras cosas: “Yo digo pan/ y estoy diciendo niño/ usted piensa/ en un arma. Digo violencia/ frente al plato vacío/ y al bebé condenado/ en la balanza/ usted tiende a pensar/ que sentencio las piedras arrojadas…" Este grito, con mensajes bien puestos en la balanza, sale desde el universo interior del poeta para denunciar las injusticias de este mundo. O plantea una pregunta a la realidad que nos rodea. Sin embargo, la respuesta probablemente se encontraría en la fusión entre el hombre y una sociedad más equitativa. Por lo tanto, el enjambre de palabras que nos propone aquí, se sitúan en coordenadas que elaboran procesos de sensibilidad en el lector. Leer estas estrofas es como ver flores en todas sus formas, en donde la connotación significativa de los vocablos, están sujetos a caminos por donde avanza lo humano. Sólo así existe la extraña relación entre poesía y vida cotidiana. Javier Claure

• Varios poemas de Sergio Manganelli