Habiendo leído sus obras y sus críticas literarias en el Nouvel Observateur desde los años 1970, tuve interés y curiosidad por hacer una entrevista al escritor y crítico literario argentino Héctor Bianciotti. Sus crónicas en el Nouvel Observateur eran acompañadas por su foto, la de un hombre rubio de facciones regulares. Una mañana del invierno parisino, en 1982, me recibió en su oficina de la Editorial Gallimard. Por esa época trabajaba como lector y dos años después sería promovido al Comité de lectura de la misma editorial. Me sorprendieron su sencillez, su discreción y su curiosidad humana. En sus tres primeras novelas publicadas en España y Argentina, y traducidas al francés, Los desiertos dorados, Detrás del rostro que nos mira. y Ritual) sus personajes son criaturas al borde de la vejez, beneficiadas por la fortuna o el talento. Casi siempre se repiten las mismas situaciones: Invitación en un islote perdido en el Pacífico, recepción en un salón parisino y reunión en una mansión del mediodía de Francia. (Continúa en la página interior).

• Héctor Bianciotti: no se puede romper con el pasado por Héctor Loaiza