En el espíritu de Acevedo brota le necesidad de abrirse paso entre la niebla de las creencias, de buscar claros, de dibujar figuras cuyos perfiles le induzcan a la ilusión de capturar aquellas sensaciones inaprehensibles. Los colores desvaídos, las luces inciertas han venido a remplazar ese misterio que antes palpitaba en su vida, una niebla parece borrar esos misterios pero no por ello la magia deja de aparecer ante su vista y se traduce en poesía. Quiere echarse en los brazos del misticismo, ya que a todo poeta, así no lo sepa, le toca atravesar el desierto que destruye toda creencia de que se es propietario, a fin de prepararse a la transparencia, a la muerte de su yo. "No sé si alegrarme o sufrir porque todo es un completo sinsentido". Borges decía que es muy probable que la vida no tenga sentido. Por lo que el poeta tiene que reinventarse todos los días para darle un sentido. Pero no solo el poeta, también todos nosotros. Rubén López Rodrigué.