El crítico de arte, ensayista y traductor, Yves Bonnefoy, ha fallecido el viernes 1ro de julio en París. Se terminó dando de bruces con esa “muerte que le dice que no a toda metáfora”, como escribió en uno de sus versos más crepusculares. El gran poeta francés, además de ensayista y crítico de arte, profesor universitario, traductor de Shakespeare y eterno candidato al Nobel de Literatura, falleció a los 93 años. Dejaba atrás una vida dedicada al lenguaje poético, que consideraba un instrumento con el que encontrar algo de luz en la penumbra. Para Bonnefoy, la poesía era una forma de “liberar las relaciones entre los hombres de los prejuicios, ideologías y quimeras que los empobrecen”, como explicó en una entrevista con este diario en 2004. (Continúa en la página interior).
(Este homenaje a Yves Bonnefoy fue publicado el 2/07/2016 en El Cultural del diario El País de Madrid).

Yves Bonnefoy nació en Tours (Francia) en 1923. Su madre era maestra y su padre, empleado del ferrocarril. Estudió matemáticas y filosofía en la Universidad de Poitiers y después en La Sorbona, donde Gaston Bachelard fue uno de sus profesores. Desde la adolescencia fue profundamente marcado por la lectura de Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé y más tarde, por su encuentro con André Breton y los surrealistas. Sus primeros textos (“La Revolución la noche”, “Las dos hermanas” y “Tercer convoy”) aparecen en 1947 en revistas de poco tiraje. Su poemario “Del movimiento y de la inmovilidad de Douve” se publica en 1953, edición española, Visor Libros (2000). A partir de 1951, al mismo tiempo que cultiva la poesía se dedica a traducir los textos de Shakespeare (“Henry IV”, “Julio César”, “Hamlet”, “Un cuento de invierno”...). Obras publicadas en español: “Comienzo y fin de la nieve”, Alción Editora (1996), “Las Tablas curvas”, Hiperión (2003), “Tarea de esperanza”, Pre-Textos (2007), “Diccionario de mitologías”, Planeta, 1600 páginas (2010), “Imagen y deseo”, Renacimiento (2012), “Del territorio interior”, Sexto Piso (2014). Su obra refleja un gran interés por el arte del Renacimiento y el arte barroco, descubiertos durante sus viajes al Mediterráneo. De 1966 a 1972 colaboró en la revista L'Éphémère. Después de haber sido profesor universitario, fue incorporado en 1981 al Colegio de Francia.
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