«Pero nosotros… los escritores, hacemos parte de una especie de inmovilidad. A nadie le importa o beneficia lo que escribimos, y menos aún lo que leemos o pensamos. No tenemos repercusiones en la vida real». En su cuento el autor reflexiona al escritor y a la vez se reflexiona como escritor. Al igual que el amor, se plantean dificultades de la escritura como encontrar la voz, hallar un buen final para un cuento… Aunque no basta con la simple reflexión para descubrir propiedades de los fenómenos, sería suficiente el seguir los temas que se entrecruzan formando la narración, sin buscar el sentido que ellos van construyendo, para luego revelarlo y ocultarlo en una labor parecida a la de las olas. También es verdad que cualquier aclaración puede llevar a engaño. Lo críptico del cuento esconde una idea invisible a ser captada por el lector. O quizás ninguna. Intentemos, pues, desentrañar el cuento de Leonardo Moreno, que oscila entre el narrar y hacer reflexiones personales, sin estar nunca seguros de la correspondencia entre el anverso y el reverso. Aunque el cuento termine en un instante de felicidad. He ahí la ambigüedad del arte. Rubén López Rodrigué.