El autor nos narra con un estilo coloquial el drama de sus personajes en un momento de la violencia de su país, despedazado por la guerra civil que se desencadenó en los años cuarenta hasta hace poco. Durante esos largos años se cometieron masacres, asesinatos, raptos, asaltos y atentados políticos en un contexto de corrupción generalizada, alentado por el narcotráfico. Hubo tragedias personales como el que nos cuenta Gerardo Rodríguez como también colectivas, desplazamientos de poblaciones, sin que ningún organismo internacional ni ninguna potencia se decidieran a intervenir para acabar con el calvario de un pueblo, porque ese país no poseía oro negro. El cuento es alegórico, ya que describe hasta qué punto había llegado la descomposición social. La violencia está subyacente en su prosa, se manifiesta en el estilo que a veces adopta ex abruptos y en la desmisticación de los tabúes. El anhelo de libertad se expresa en forma de un trance al que el autor ha llegado. Ese país se llama Colombia que tiene el mérito de haber sobrevivido y alcanzado, por el momento, una paz relativa, ya que los extremos están siempre presentes para intentar el retorno de la violencia.

• Quince días que no conmovieron a nadie por Gerardo Luis Rodríguez