“Vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo. Vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó”. El Aleph, Jorge Luis Borges.
¿Ver y ser es lo mismo? se interroga Susana Merke, profesora y escritora argentina, cuando los espejos se rompen redactando algo así como "confesiones de la sangre" y la denuncia de las mega brutalidades, las imágenes de esos dictadores patulecos, que destartalan naciones y pueblos. Relato-ensayo, del espejo como arma, como herramienta de la búsqueda de la identidad; la suya, su patria, sus antepasados —Alemania, Suiza—, con microscopio, desmenuzando los virus del poder, desde sus ramos de espejismos vírgenes vigentes, creyendo en la esperanza y en la demolición de las injusticias humanas y rechazando el cacareo de los tiranos militares. Susana se mira en los espejos de Alicia, en las diamantinas aguas de Narciso, quiere utilizar el espejo —escudo— de Perseo, para decapitar sin pudibundez ni clemencia ese pasado de medusas que ha sido la historia de sus ancestros europeos, emigrados, huyendo como verdugos o como víctimas de sus congéneres. "Todo líder tiene su hora final, y tarde o temprano su poder acaba y pasa a formar parte de la historia, la que se encargará de juzgarlo sin piedad, sin misericordia…" "Cómo se acepta después de tantos años el ya no ser?" Si hay luz el espejo no miente, en la penumbra habrán imágenes diluidas, pero si no hay luz, los espejos también son ciegos; mejor, los espejos como los objetos, la razón y los hombres: se vuelven añicos y se pulverizan... Gerardo Luis Rodriguez (Bogotá).
La primavera de 1958 vio nacer a Susana Merke en la llanura santafesina (Argentina). Hizo sus estudios primarios en la escuela Simón de Iriondo y luego para el Bachillerato en el antiguo Colegio Nacional de la ciudad de Rafaela. Su inquietud por las letras la llevó a trasladarse a la capital de la provincia, Santa Fe, donde ingresó en la Universidad Nacional del Litoral para obtener el diploma de profesora en Letras. Partió a la Capital Federal, Buenos Aires, en dicha ciudad dictó cátedras en Literatura Argentina, Americana y Española durante trece años, y a fines del siglo XX regresó a su tierra natal. Enseñó en escuelas medias y desde hace varios años sintió el llamado de la escritura. Recibió distinciones en concursos literarios, y el 16 de junio presentó su primera novela “Las voces del pasado no mueren”.