En cierta oportunidad Carlos Maggi, el gran escritor uruguayo perteneciente a la "generación del 45", expresó: “Felisberto fue el principal enemigo de su literatura. Era un tipo inseguro, tímido, como acorralado. Desesperado por cobrar confianza, buscando que lo elogiaran o que le dieran una opinión favorable” (Di Candia, 2003). Sería bueno detenernos en estas palabras y reflexionar, desde una perspectiva histórica, sobre por qué Felisberto buscaba afanosamente la aprobación de sus contemporáneos.
La narrativa felisbertiana representó dentro de las letras uruguayas un quiebre significativo con lo que se había hecho hasta el momento. Si bien el Uruguay ya contaba en su tradición con cuentistas destacados, como los de la "generación del 900", Javier de Viana en lo que respecta a la literatura del campo y Horacio Quiroga con sus cuentos de ambientes urbanos, no existía un escritor cuya perspectiva narrativa estuviera tan asociada a lo psicológico, a las asociaciones mentales, más que a lo racional y estructurado.
(Este artículo forma parte del libro “El cuento fantástico en el Río de la Plata” de Fernando Chelle).
Felisberto Hernández (Montevideo 1902 – 1964). Escritor y músico uruguayo, destacó como pianista, trabajando de manera itinerante por teatros e importantes cafés de Uruguay y Argentina. Viajó también a París durante los años 40, antes de regresar a su país, donde frecuentó círculos intelectuales y tertulias artísticas. En lo literario, comenzó a publicar sus primeros relatos cuando apenas contaba 23 años, pero su afición por la literatura no se convirtió en profesión hasta que dejó su carrera como pianista. De entre su obra habría que destacar la producción que dedicó a la literatura fantástica, siempre impregnada de un peculiar sentido del humor. Sus relatos fueron alabados por autores tan importantes como Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar o Ítalo Calvino, siendo traducido a seis idiomas. (Fuente: Lecturalia.com).