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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
4/08/2020
Isidoro, entre el amor y el deshonor por Susana Merke

El relato tiene una prosa clara y directa. En sí, es una carta, de “alguien”, a Isidoro, traicionado por su amada. Al comienzo del texto, el lector, puede preguntarse si ese “alguien”, le recuerda, lo sucedido a Isidoro para aliviarlo o para reclamarle. Duda de poder ayudarlo, no por su incapacidad para hacerlo, sino por “la ceguera” de él. La incomprensión de Isidoro es similar a la que lo llevó a amar esa mujer bella y ambiciosa que lo traiciona. No deja claro, si sabía lo de la traición o lo intuía. Ese “alguien” dice: “mi deseo de salvarte de tan injusto castigo”. Habla de su “deseo”… ¿Es una expresión del Inconsciente? o confunde “deseo” con necesidad. En los dos párrafos que siguen, le repite que “él no pudo”, insiste en mostrarle su debilidad. Y le explica el sentido de la traición. Hasta que dice: “Al galope, marchamos. Tus lágrimas, que también son las mías, bañan mis crines…”
Hasta antes de estas frases, el lector pudo haber imaginado que Susana es la que le reprocha a Isidoro, su ceguera, su debilidad, su no darse cuenta de quién era la mujer que amaba. Parece un discurso repleto de celos. Después de esas dos frases, entra de lleno en el “pensamiento mágico”. Quien le habla a Isidoro es un caballo o una yegua. La autora reafirma el pensamiento mágico con frases como: “…la casa convertida en infierno”; “el destino te espera para cumplir lo que ya está escrito” y “¿habrás llegado al cielo…”  El equino tiene expresiones machistas y patriarcales como: “La infidelidad de una mujer no se perdona…” La autora con estos dichos recurre al pensamiento mágico. Miguel Montoya.

Copyright: Susana Merke
acerca del autor
Susana

La primavera de 1958 vio nacer a Susana Merke en la llanura santafesina (Argentina). Hizo sus estudios primarios en la escuela Simón de Iriondo y luego para el Bachillerato en el antiguo Colegio Nacional de la ciudad de Rafaela. Su inquietud por las letras la llevó a trasladarse a la capital de la provincia, Santa Fe, donde ingresó en la Universidad Nacional del Litoral para obtener el diploma de profesora en Letras. Partió a la Capital Federal, Buenos Aires, en dicha ciudad dictó cátedras en Literatura Argentina, Americana y Española durante trece años, y a fines del siglo XX regresó a su tierra natal. Enseñó en escuelas medias y desde hace varios años sintió el llamado de la escritura. Recibió distinciones en concursos literarios, y el 16 de junio presentó su primera novela “Las voces del pasado no mueren”.