Abandonando la figuración, desembocó en el arte abstracto, aproximándose en algunos lienzos a la escritura ideográfica. Desde entonces, pintó marinas y paisajes estilizados con soles, mares y montañas tratados con evidente originalidad y fuerza. Aunque se haya querido constreñir su obra dentro de los moldes de la llamada pintura “indigenista”, la pintura de Zapata va más allá de la apología de la cultura popular y del paisaje peruano, porque asimiló el arte clásico y el contemporáneo en sus tantos años de vida parisina.
Manuel Zapata nació en Lima, en 1928. Vive, trabaja y expone desde hace más de treinta años en París. En su primer período figurativo se inspiró de los símbolos, colores y temas de las civilizaciones precolombinas de la costa peruana: máscaras, rostros y estatuas de formas geométricas poblaban sus lienzos. Recibió la influencia del pintor belga, Karel Maes (1900-74) que recurría a formas geométricas en sus cuadros abstractos, de quien asimiló su técnica muy elaborada e hizo suya su concepción de la libertad creativa, sobre todo la técnica gestual.
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