COMO PAN EN LA BOCA

Buscaré mi sonrisa en el canto del río,
en el eco del viento, en la voz de la lluvia,
en el gorjeo del ave y el ritmo del estío,
en los verdes cimbreantes y entre las hojas rubias.

Buscaré mi sonrisa, la que de adentro aflora,
en el leño encendido que calienta mi noche,
en un baño de luna, en la luz de la aurora,
en la chispa de un sueño hasta hacerlo derroche.

Podré recuperarla de entre los mismos muertos
en la cumbre escarpada, en el valle, en la loma,
 ahondando en las cavernas, recorriendo desiertos,
sobrevolando abismos entre fiera y paloma.

Buscaré mi sonrisa en todos los espejos,
repartiendo su gracia con quien se sienta vivo.
y haré por retener la luz de su bosquejo
encendida en mi alma pretendiendo un motivo.

Buscaré mi sonrisa sin robarla a otros labios,
si acaso sustentando su resplandor fecundo
hasta que echara brotes, tiernos, preciosos, sabios,
que llenara el vacío y el hueco más profundo.

Buscaré la sonrisa horadando la roca
por retener tan solo su resplandor profundo,
para poder verterlo, como pan en la boca
en los ojos y el alma de los niños del mundo

NIÑOS

Si hubo cielos azules por encima
de la sombra más nimia en mi entrecejo
y me sentí agraciada por la vida
y Dios puso en mi alma su reflejo,

fue siempre en los momentos envidiables
de la entrega total de mi cariño,
en los que recibí lo invalorable
abrazada a la carne de mis niños.

PORQUE DE ELLOS SERÁ

A este niño Humahuaqueño Yo le doy de lo que tengo.
Le regalo mi sonrisa como turista viajero,
le acaricio la carita, lo lleno de caramelos,
y mi niño Humahuaqueño, triste, impávido, sereno,
recibe si quiero darle y sólo pide el pan nuestro.
Por eso de ellos será todo el Reino de los cielos.

Aparecen despacito como parte de los cerros,
con todo el frío de afuera y todo el frío de adentro,
con el calor que nos sobra para prenderlo en su tiempo
y la carencia del verbo para decirnos, “no tengo”.
Por eso de ellos será todo el Reino de los cielos.

Y hoy al niño Humahuaqueño, desde una foto recuerdo
e inmortalizo sus penas, tal como otros, en versos.
Pero lo que ha recibido de mis manos no es eterno:
zapatos que estarán rotos, pantalones más que viejos,
y aquella camisa grande, calcetines y el pañuelo….
y el adiós, y la distancia que pone al dolor tan lejos…

El no ha tenido mi casa, mi sillón ni mi dinero,
ni todas las tentaciones que se hacen carne en mis sueños
y van dejando olvidado al Coyita Humahuaqueño.
Por eso de ellos será, ¡todo el Reino de los cielos!

Niños hijos de la tierra, inocentes, mansos, buenos,
sin títulos ni medallas, ni boato ni abolengo
que les permitan gozar de lo que son sus derechos
cara a la posteridad que tiene ya nombre y dueños.
Por eso y por mucho más, con o sin Dios de por medio
hay que sangrar por la herida del pobre y hallar remedio,
para que un niño sea un niño, ¡en la tierra y en el cielo!

Fragmento

Hay que vivir de pie,
enderezar el siglo,
construir fortalezas
con muros de cariño,
para que llegue el mundo
a ser un paraíso
donde el hombre conserve
su corazón de niño.