Jueves 02 | Mayo de 2024
Director: Héctor Loaiza
7.273.371 Visitas
Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
resonancias.org logo
157
Arte
20 9 2002
"La instalación In Vitro de Catharina Burman" por Paula Riveros

Treinta cápsulas de 45 centímetros de altura y 12.8 centímetros de diámetro fabricadas en vidrio con soportes de aluminio. Contiene cada una un objeto flotante en gel de parafina y aceite mineral transparentes. Dispuestas en dos filas paralelas, la instalación es una formación de soldados del futuro que tienen la misión de proteger su interior. Dos frentes de 15 peones, limpios, sobrios, de actitud estoica. Aproximándose a cada cápsula, su contenido tiene un halo de misterio: un objeto congelado en pleno movimiento y rodeado de burbujas como si fuera un vestigio de una civilización olvidada en el fondo del mar. Los contenidos son heterogéneos y en algunos casos han perdido su carácter figurativo debido a su nuevo estado de aislamiento en las probetas.

El espectador tarda un momento en descifrar el juego, imaginar el pasado o la función en el presente de cada objeto dentro del cilindro. Muestras, como por ejemplo la corbata puesta en un gancho de ropa donada por Santiago Cárdenas, o las espinas de rosa de Ana Patricia Palacios hacen de la cápsula una obra conceptual. Otros objetos se refieren directamente a la brocha y a los pinceles como en las obras de Ana Mercedes Hoyos y Juan Antonio Roda. Según Burman, "Su donación (la de los artistas) es la posibilidad de transmitir a generaciones artísticas futuras su 'espíritu vivo'. En relación con la idea de la regeneración actúan como alquimistas, chamanes o guías del espíritu, con el objetivo de crear una nueva visión de lo que corresponde al otro lado artístico de las cosas y un legado personal para el futuro. Esta presencia, en términos artísticos, es un performance virtual para la posteridad". Con esta afirmación la obra toma una dimensión ritualista y reafirma su intención de trascendencia. El acto comunicativo consistiría en que cada vez que un espectador observa In Vitro, su imaginación se fecunda, prolongando el acto de la magia creadora, vital y activa, para reflexionar sobre los distintos tópicos propuestos: sexo, amor, religión, identidad, memoria, etc.

En cuanto al proceso creativo de In Vitro, responde a una compleja estructura alimentada por distintas vertientes. Por un lado, las cualidades de la obra evocan principios científicos y también arcaico-mágicos logrando un universo que comprende y unifica ambas maneras de entender la vida. In vitro atrapa en cada pieza un espíritu gracias a una técnica que se remite al milagro de la ciencia de poder regenerar vida en laboratorio. "In Vitro podría calificarse como una obra neofuturista porque, al igual que las obras de ese movimiento italiano de la primera mitad del siglo XX, no sólo revela gran esperanza y fe en la ciencia, sino porque -parafraseando a Marinetti- podría afirmarse que para Catharina Burman es más bella una probeta cargada de posibilidades que la "Victoria de Samotracia".

Pero la obra también involucra una gran dosis de humanismo, de espiritualidad, de magia y en ese sentido, así como por su infinita carga de esperanzas y por el trasfondo feminista que alcanza a vislumbrarse en su metáfora, resulta apenas natural que In Vitro sea una obra concebida aquí, en este país y en este momento", citando al critico de arte Eduardo Serrano. Aquí la idea de complejidad estética se hila con la clara ubicación en el contexto socio-cultural en donde nace: Colombia. Un país en donde la adversidad y el entusiasmo, la tecnología y la fe, la razón y la pulsación se mezclan en cada una de sus expresiones; generando una creatividad en las mixturas.

A estas condiciones, se añaden las influencias del arte contemporáneo que conforman la plástica de Catharina Burman: "De la misma manera como el Proyecto In Vitro se vincula con este avance de la ciencia de final de siglo, también lo hace con los últimos lineamientos del arte: a través de la instalación como concepto de un nuevo manejo del espacio y del objeto artístico; con el arte conceptual en la medida en que las ideas y pensamientos son también expresiones objetuales, con referencia a lo virtual en el arte para acercarse a otra realidad, en este caso con "el espíritu vivo"; con el concepto de la producción en serie que proviene del pop-art, en este caso la cápsula contenedora de la "célula"; en la posibilidad de que varios artistas o individuos produzcan una obra de arte o lo que se conoce como la desmitificación del creador individual; con la idea del performance virtual como "cuerpo presente" de los artistas, que se encuentra dentro de cada una de las cápsulas.

Por último con el concepto de abrir el espacio físico para la exhibición del objeto artístico", según la autora. Lo que cierra el círculo en torno al sentido de la obra es que ha sido creada para ser exhibida en un espacio público. Sus ambiciones apuntan hacia trasladar la obra del espacio cerrado elitista que supone una galería, a un espacio en donde la colectividad acceda a su sentido y en donde el objeto artístico forme parte de la cotidianidad. En este caso el potencial comunicativo de la obra optimizaría sus posibilidades y cumpliría su función documental. Otra continuación de la obra ya existente es ampliar la colección de probetas con muestras que incluyan otros artistas latinoamericanos por cuya relevancia en la plástica actual. El Proyecto In Vitro no concluye su misión aún y espera abarcar distancias colosales a largos pasos. Así es como cápsula del tiempo, In Vitro adquiere una importancia para el arte de nuestra época.

Treinta cápsulas de 45 centímetros de altura y 12.8 centímetros de diámetro fabricadas en vidrio con soportes de aluminio. Contiene cada una un objeto flotante en gel de parafina y aceite mineral transparentes. Dispuestas en dos filas paralelas, la instalación es una formación de soldados del futuro que tienen la misión de proteger su interior. Dos frentes de 15 peones, limpios, sobrios, de actitud estoica. Aproximándose a cada cápsula, su contenido tiene un halo de misterio: un objeto congelado en pleno movimiento y rodeado de burbujas como si fuera un vestigio de una civilización olvidada en el fondo del mar. Los contenidos son heterogéneos y en algunos casos han perdido su carácter figurativo debido a su nuevo estado de aislamiento en las probetas. El espectador tarda un momento en descifrar el juego, imaginar el pasado o la función en el presente de cada objeto dentro del cilindro. Muestras, como por ejemplo la corbata puesta en un gancho de ropa donada por Santiago Cárdenas, o las espinas de rosa de Ana Patricia Palacios hacen de la cápsula una obra conceptual. Otros objetos se refieren directamente a la brocha y a los pinceles como en las obras de Ana Mercedes Hoyos y Juan Antonio Roda. Según Burman, "Su donación (la de los artistas) es la posibilidad de transmitir a generaciones artísticas futuras su 'espíritu vivo'. En relación con la idea de la regeneración actúan como alquimistas, chamanes o guías del espíritu, con el objetivo de crear una nueva visión de lo que corresponde al otro lado artístico de las cosas y un legado personal para el futuro. Esta presencia, en términos artísticos, es un performance virtual para la posteridad". Con esta afirmación la obra toma una dimensión ritualista y reafirma su intención de trascendencia. El acto comunicativo consistiría en que cada vez que un espectador observa In Vitro, su imaginación se fecunda, prolongando el acto de la magia creadora, vital y activa, para reflexionar sobre los distintos tópicos propuestos: sexo, amor, religión, identidad, memoria, etc. En cuanto al proceso creativo de In Vitro, responde a una compleja estructura alimentada por distintas vertientes. Por un lado, las cualidades de la obra evocan principios científicos y también arcaico-mágicos logrando un universo que comprende y unifica ambas maneras de entender la vida. In vitro atrapa en cada pieza un espíritu gracias a una técnica que se remite al milagro de la ciencia de poder regenerar vida en laboratorio. "In Vitro podría calificarse como una obra neofuturista porque, al igual que las obras de ese movimiento italiano de la primera mitad del siglo XX, no sólo revela gran esperanza y fe en la ciencia, sino porque -parafraseando a Marinetti- podría afirmarse que para Catharina Burman es más bella una probeta cargada de posibilidades que la "Victoria de Samotracia". Pero la obra también involucra una gran dosis de humanismo, de espiritualidad, de magia y en ese sentido, así como por su infinita carga de esperanzas y por el trasfondo feminista que alcanza a vislumbrarse en su metáfora, resulta apenas natural que In Vitro sea una obra concebida aquí, en este país y en este momento", citando al critico de arte Eduardo Serrano. Aquí la idea de complejidad estética se hila con la clara ubicación en el contexto socio-cultural en donde nace: Colombia. Un país en donde la adversidad y el entusiasmo, la tecnología y la fe, la razón y la pulsación se mezclan en cada una de sus expresiones; generando una creatividad en las mixturas. A estas condiciones, se añaden las influencias del arte contemporáneo que conforman la plástica de Catharina Burman: "De la misma manera como el Proyecto In Vitro se vincula con este avance de la ciencia de final de siglo, también lo hace con los últimos lineamientos del arte: a través de la instalación como concepto de un nuevo manejo del espacio y del objeto artístico; con el arte conceptual en la medida en que las ideas y pensamientos son también expresiones objetuales, con referencia a lo virtual en el arte para acercarse a otra realidad, en este caso con "el espíritu vivo"; con el concepto de la producción en serie que proviene del pop-art, en este caso la cápsula contenedora de la "célula"; en la posibilidad de que varios artistas o individuos produzcan una obra de arte o lo que se conoce como la desmitificación del creador individual; con la idea del performance virtual como "cuerpo presente" de los artistas, que se encuentra dentro de cada una de las cápsulas. Por último con el concepto de abrir el espacio físico para la exhibición del objeto artístico", según la autora. Lo que cierra el círculo en torno al sentido de la obra es que ha sido creada para ser exhibida en un espacio público. Sus ambiciones apuntan hacia trasladar la obra del espacio cerrado elitista que supone una galería, a un espacio en donde la colectividad acceda a su sentido y en donde el objeto artístico forme parte de la cotidianidad. En este caso el potencial comunicativo de la obra optimizaría sus posibilidades y cumpliría su función documental. Otra continuación de la obra ya existente es ampliar la colección de probetas con muestras que incluyan otros artistas latinoamericanos por cuya relevancia en la plástica actual. El Proyecto In Vitro no concluye su misión aún y espera abarcar distancias colosales a largos pasos. Así es como cápsula del tiempo, In Vitro adquiere una importancia para el arte de nuestra época.