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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
29 5 2010
El arte de esperar (poemas) por Luis Acebes

Chopin niño

En la cámara
frigorífica del olvido
hay recuerdos deformes que nunca
se descompondrán
y una figurita de “Chopin
niño”
que cree que esas piezas de carne
colgadas de un gancho
son planetas a los que hay que dedicar
nocturnos
para que giren
en medio de la noche
y dejen de ser olvido.

La figurita de “Chopin niño”
no es más alta
que un paquete de tabaco
y, sin embargo,
controla
el termostato de la cámara
con su mirada;
si mira a la derecha
la temperatura baja
hasta que mis recuerdos
se resquebrajan
por dentro
y sus pulmones explotan
dejando ver
esos antiguos charcos
de agua verde
en los que ningún cisne
osaría nadar.
Si mira a la izquierda
comienza el infierno
y empiezo a sudar por dentro
como esa premonición
adolescente
que es invitada
a la fiesta de cumpleaños
de su amada;
“Chopin niño” es un insidioso
digitador
de escalas con la mano izquierda y
cree que eso
le da derecho a matarme.Frío o calor le manda a mi olvido
y yo
sólo puedo escupir sin mucha fuerza
a la figurita
para mostrarle mi rechazo.
“Deja en paz mi olvido,
principito armónico,
niño polaco”,
le digo.

 

Binomio

El binomio de Newton
es un barco
de cobre
con tuberías que brillan
en la oscuridad
como lo hacían aquellos
monstruos de la playa
de cuando había
tormenta
en algún pueblo de Levante
y miraba (yo)
el horizonte
e imaginaba bestias emergentes
de su misma textura.

El binomio
de Newton
tiene un trono
de porcelana oscura
(impropio de una embarcación
sensata)
para el propio Newton
y sus contemplaciones marineras;
desde él
maneja el mando
de su televisión por cable
de forma
ensimismada y nerviosa,
como esperando encontrar
algún secreto
en las imágenes que ve
de aparatos de gimnasia
que alcanzan la autocombustión
en la soledad irritante de
la noche.

Newton está
cansado
de su barco-binomio,
cansado de elevar
a mas b a la desconocida
potencia
del amor y que luego
nunca
salgan los números.

 

Es el miedo a despertarme antes de las 10:00 a.m.

Desconozco
el protocolo
de los barrios periféricos
y cómo en ellos
se desperezan
los elementos de mobiliario urbano
o cómo
esa chica llena de granos
pone en marcha la máquina
de café
de su establecimiento
que huele a antiguas frituras
de cuando el conflicto de Troya.

No sé
si es por el pánico
al pensar en manos distintas
(más o menos velludas)
accionando aerosoles
cuyos gases son aplicados en axilas
y vello púbico
imaginando las agonías enlatadas
que traerá el nuevo día
o en la literatura china
que hay en las etiquetas de los pijamas
o camisetas
de 90% de algodón
y un 10% misterioso
como final de novela mala.Cuando arrancan
los motores de las motosierras
o comienza a funcionar
el mecanismo digital
de un paso a nivel
de alguna carretera
perdida
en la que sólo un hombre,
obsesionado por la pornografía,
espera con su furgoneta llena de
pan
a que el día llegue y pase
bufando.

Supongo
que sólo es el miedo
a despertarme
antes
y ser testigo de todo eso
y que el tiempo me obligue
a coger su pluma
e introducirla
en su fétido tintero
para que dé constancia
de tales cosas.

Sin duda prefiero esperar
y que otros lo hagan
por mí.

acerca del autor
Luis

Luis Acebes, Madrid, 1966. Ha desarrollado su carrera profesional como creativo publicitario. En la actualidad colabora con revistas literarias de España y América Latina. Ha publicado ya un libro de poesía (Música ligera, Ed. Poesía eres tú, 2008) y también prepara su primera novela, Los días del mundo.