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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Opinión
8 4 2011
Ollanta Humala y una historia de inmigrantes por Eduardo González Viaña

Liliana del Campo fue una de las primeras personas en saber que Ollanta Humala ganará las elecciones del Perú, y que seguramente lo hará en primera vuelta.

Lo calculó hace unos meses cuando se dieron a conocer las revelaciones de Wikileaks. De acuerdo con ellas, un ministro del entonces presidente Toledo y el secretario del doctor Alan García visitaron al embajador de Estados Unidos para pedirle que interviniera frente al inminente triunfo de Humala en las elecciones pasadas.

Liliana cálculo que si los emisarios de dos presidentes peruanos, su propuesta de una intervención extranjera y el cargamontón que se le hace al candidato nacionalista no le habían hecho mella durante cinco años, era previsible que su popularidad volviera a repuntar.

Debido a la campaña negativa de la mayoría de los medios periodísticos y del propio presidente García, muchos peruanos temían expresar en público su aprobación por Ollanta Humala. Ahora lo están haciendo, y la tendencia a la victoria es imparable.

José Manuel, compañero de Liliana, fue el primero en enterarse por boca de ella de lo que se venía:
—Entonces tenemos que irnos el país —le dijo. Van a triunfar los pobres y los cholos. Además, se va a destruir el sistema del presidente García.
—¿Y qué tiene de bueno el sistema del presidente García?
—Bueno, en primer lugar, tenemos las minas de oro más ricas del mundo.

Liliana le preguntó dos cosas: la primera, si el oro estaba allí por obra del sistema del señor García y la segunda, si sus utilidades ayudaban en algo al país. En las regiones donde se hallan las explotaciones mineras, el 70 o el 80 por ciento de la gente se va a la cama con hambre.
—Debes de saber que ese sistema crea empresas y puestos de trabajo.

Liliana no quería discutir con su amado compañero, pero pensaba que era extraño todo lo que él decía. En las calles de Lima y las principales ciudades del país, el 80 por ciento de los vehículos son taxis informales. Son conducidos por personas a quienes ese sistema los echó de sus puestos de trabajo.

Por otros motivos, el propio José Manuel no ha trabajado jamás. Cree que, por su aspecto físico y su origen social, está destinado a mandar y ser obedecido. El es alto, colorado y según dice, de buena familia. También es algo panzón; por ello, sus amigos lo llaman Flash Gordon.

Vivía de las utilidades que le producía una tienda de ropa perteneciente a su familia, pero la misma se fue a la bancarrota porque no podía competir con las grandes empresas extranjeras y los "malls” que el señor García ha atraído y fomenta.
—A Ollanta Humala no lo para nadie. Los otros candidatos se sacan los ojos para lograr el segundo puesto —respondió Liliana.
—Por eso mismo debemos irnos a Estados Unidos cuanto antes —señaló Flash Gordon. La mayoría de la prensa y la televisión están contra él, pero sólo contribuyen a hacerlo subir en las encuestas. Sus partidarios se pasan la voz de boca a boca, o a través del Internet. En Egipto, quienes querían acabar con el sistema ni siquiera tenían una computadora en su casa, y sin embargo se trajeron abajo al presidente Hosny Mubarak.

Liliana y Flash Gordon son personas de mediana edad. Divorciados, se conocieron hace un par de años y viven juntos. Su fuente de sustento son las rentas de algunas casas que tiene ella. Él le jura que "cualquier día de estos" le pagará todo el dinero que ella le entrega mensualmente.
—Comprende, Lilianita, no nos podemos quedar en el Perú porque somos de buena familia. Tienes un buen apellido. Tú eres toda una Liliana del Campo y la Ciudad…

Un día de enero, Flash Gordon le anunció a su compañera que por fin viajaba al país soñado. Había ganado una lotería de visas. Le pidió un préstamo para pagar su pasaje y para los primeros meses en Miami.

Han pasado varios meses desde su viaje, y Flash Gordon se queja de que los “ americanos” no lo han tratado a él como se merece.

En vista de haber ganado la visa, un funcionario de colocaciones le preguntó en qué podía trabajar. En el Perú, hay dos clases de ingenieros: los que tienen título profesional y los que se hace llamar así, los blancos y colorados que prefirieron no entrar en la universidad. José Manuel es uno de ellos e iba a decir "Soy ingeniero", pero no lo hizo por temor de que el funcionario le pidiera el título.
—Soy agricultor—contestó.
—Ah, agricultor. Entonces, esa camioneta lo va a llevar a un parque público. Allí le darán una palana para que comience a trabajar de inmediato.
En busca de alguien que lo ayude, Flash Gordon ha visitado las oficinas de los candidatos que están a favor del sistema de Alan García, pero ha tenido mala suerte. Casi todas han cerrado.

Del más de un centenar de comités que tenían en Miami Fujimori, Kuczynski y Toledo solamente quedan cinco. Incluso, los comités apristas se han declarado rebeldía contra García, y llaman a votar por Ollanta Humala.

Flash Gordon llama a Liliana con urgencia para solicitarle su ayuda económica y moral. Como ella sabe que he escrito algunos libros y muchos artículos sobre inmigración, me ha mandado un correo electrónico y me ha llamado por teléfono para pedirme un consejo.

Lo lamento. Me parece que esta vez Flash Gordon se ha ido muy lejos del planeta Mongo.
—Déle un trabajo de cobrador o póngalo de taxista —le digo. Tal vez así Flash Gordon se canse de cholear a todo el mundo y aprenda a trabajar. En vez de difundir terrores sobre el próximo gobierno popular, hay que volver a sentir orgullo nacionalista. El amor y la justicia, y no el egoísmo, harán verdad el sueño de todos los peruanos.

acerca del autor
Eduardo

Eduardo González Viaña, nació en Chepén, La Libertad (Perú). Estudio literatura en la Universidad de Trujillo, en España y en París. Publicó su primer libro de relatos “Batalla de Felipe en la casa de las palomas” (1969) en la Editorial Losada de Buenos Aires. Desde los años noventa, reside en los EE.UU. y enseña en las universidades de Berckeley y Oregón. Entre sus libros publicados están “Habla Sampedro” (Argos Vergara, Barcelona, 1979), “Correo de Salem” (Mosca Azul, Lima, 1998). En 1999, recibió el Premio Internacional Juan Rulfo por el relato “Siete días en California”. “Los sueños de América” (Alfaguara, España, 2000), traducido al inglés –“American Dreams”—(Arte Público, Houston 2005) y reeditado doce veces—, obtuvo el Premio Latino de Literatura de los EE.UU. Su novela “El Corrido de Dante” (Arte Público, EE.UU, 2006) ha tenido cinco ediciones en varios idiomas. En castellano e inglés en Texas. En italiano en Siena. En 2008, apareció la edición española, en Alfaqueque y la latinoamericana, en Planeta. Acaba de publicar "Vallejo en los infiernos" (2009).