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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
1 6 2011
La luz del camino de Porfirio Mamani Macedo
 La luz del camino

Tengo este sueño para seguir andando.

No siento dolor, no quiero sentirlo,
ni el sol ni la nieve, en el nublado horizonte.
Unos fortalecen sus brazos, no su corazón,
otros enriquecen sus manos, no su corazón.

Tengo esta Luz para seguir andando.

No siento ni sed ni hambre en el camino,
ni el viento ni la lluvia golpean mi cansado cuerpo.
Entre olivos y peñascos me siento.
Miro el universo, el cielo y las nubes.

Tengo este sueño para seguir andando.

En silencio voy por el sendero ya andado,
y busco mi nombre en el vasto laberinto.
Miro las piedras y las ramas,
miro de dónde sopla el viento.

Tengo esta Luz para seguir andando.

Me acerco al centro de la noche,
entre luces sigo la huella de la Luz.
Unos nutren su cuerpo, no su corazón,
otros adornan su cuerpo, no su corazón.

Tengo este sueño para seguir soñando.

Un río, una montaña, un árbol,
para reposar junto a ellos mi viaje.
Marchitados quedan los caminos mal andados,
tristes las huellas mal dejadas.

Tengo esta Luz para alumbrar mi casa,
la tuya, la nuestra, la casa que llevamos dentro.
Desde una piedra abracemos el sueño que tenemos,
desde otra, dejemos que la Luz abrace nuestro cuerpo.

París, 28-07-2009

 

El llamado

Alguien toca tu puerta para entrar.

Muchos son los caminos, las voces;
pero solo hay uno y una voz.
¡Qué los falsos sueños no te pierdan,
que los falsos ecos no te alejen de ti!

Alguien toca tu puerta para entrar.

Vigila la noche y el día;
que dormido no te encuentre,
cuando suene la voz del desierto o de la noche.
No te confundas al mirar la sombra del que llama.

Alguien toca tu puerta para entrar.

Un ruido turbulento y suave,
distrae tus desorientados ojos,
otro ruido de luces infernales,
te arrastra con deleite a su morada.

Alguien toca tu puerta para entrar.

Aférrate al silencio del árbol y la roca,
a la luz de las estrellas, del sol y de la luna.
Busca en silencio lo que eres,
no la apariencia que pretendes reflejar.

Alguien toca tu puerta para entrar.

Frágiles tus ojos y tu cuerpo y te abandonas
al torrente e inhóspito camino,
aquel donde cenizas y lamentos quedan,
no lo que sentir pretendes mientras ríes. No te pierdas.

Alguien toca tu puerta para entrar.

No te pierdas, sigue el silente camino,
el de aquel sueño que no se borrará jamás,
porque ahí está la Luz eterna que nos guía.
Junto a un olivo, siémbrate para siempre.

París 29-07-2009

 

Por el camino

Bajo el sol andamos atados a la noche.

Pero el tiempo no nos dice nada,
ni la lluvia ni el destino
sino esforzamos nuestro pecho
para labrarnos un camino para andar.

Bajo el sol quedamos atados a la noche.

Que la lumbre a nuestros ojos llegue
como celestial prodigio, y nos levantaremos,
a recorrer nuestros errores,
en silencio, cansados o dormidos.

Bajo el sol andamos atados a la noche.

Como aves dispersadas por el viento,
entre borrasca y borrasca,
buscamos el árbol que sembraron nuestros padres
siendo niños, para que seamos diferentes.

Bajo el sol atados nuestros pies a la noche.

Ni viento ni ventana vemos,
en el limbo desnutrido de los días,
que con ardor efímero pasamos,
el tiempo, el alba que no supimos abrazar.

Bajo el sol atadas nuestras manos a la noche.

Pasamos sin haber labrado la piedra,
la dura piedra de nuestro pobre corazón.
Vanidades son las cosas que nos pierden,
aquellas que nos malogran las noches y los días.

Bajo el sol perdidos nuestros pasos en la noche.

De una lumbre a otra pasamos
sin habernos conocido,
sin haber escrito nuestro nombre
en el árbol o en el cristalino río de la vida.

París 30-07-09

 

Lo que somos

En la mirada guardamos lo que somos.

Un lirio, una piedra, un árbol,
todo aquello que deleita nuestros ojos,
aquello que en el fondo del camino
encontramos y guardamos.

En la mirada se refleja lo que somos.

Un abismo que se mueve,
y de sombra a sombra en la oscuridad doliente goza.
Un árbol que azotado por el viento,
resiste desde el fondo de la tierra con su corazón latente.

En la mirada guardamos lo que somos.

El canto de un ave solitaria
que sin nido, busca una rama, una roca.
El ruido feroz invade las ciudades,
las calles y las noches infernales.

En la mirada se refleja lo que somos.

Un río de cristalinas aguas
irrigando va el vientre de la tierra.
Hay otro río oscuro y profundo
de llagas y lamentos cubierto.

En la mirada guardamos lo que somos.

La lluvia aplaca la sed
de los caminantes que buscando iban agua.
La lluvia y el torrente sin piedad
derrumban casas y jardines.

En la mirada se refleja lo que somos.

La voz alienta los pechos
de los cansados caminantes en su largo recorrido.
Otra voz silenciosa trama,
la caída de los caminantes.

París 31-07-09

 

El árbol de la vida

En el fondo de mi noche hay una Luz.

Me despojo de las cosas que no me pertenecen,
recojo el polvo, las hojas secas y la nada,
y con furor abro la ventana del silencio.
Allá queda la materia inservible.

En el fondo de mi noche mora una Luz.

Despierto poco a poco al alba del día,
escribo un recuerdo en el blanco techo,
y corro a buscar mi sueño y mi camino.
No hay sombras ni pantanos en mi andar.

En el fondo de mi noche hay una Luz doliente.

No quiero caer, no quisiera caer y resisto
al furor de los malos vientos
que destruir desean mis ojos y mis huellas.
Para perdernos están siempre al acecho.

En el fondo de nuestro pecho hay una Luz.

Blanca como un aroma infinito,
extensa y diminuta como una eternidad,
larga y transparente como cristal y agua.
Protejámosla, un viento puede morirla.

En el fondo de mi noche hay una Luz.

Resisto, intento resistir al embate
del ruido, de la áspera y suave voz,
que murmurando va por mi camino.
Me agarro de la Luz para seguir andando.

En el fondo de nuestro pecho hay una Luz.

Brilla como un Amor de estrellas y de sol,
arde y arde para protegernos de la noche,
nos lleva por el terrestre suelo.
Es el árbol de la vida, que no cesará jamás.

París 3-8-09

acerca del autor
Porfirio

Porfirio Mamani Macedo, Arequipa (Perú), 1963. Se ha graduado de abogado en la Universidad Católica de Santa María y ha hecho estudios de Literatura en la Universidad de San Agustín (Arequipa). Es doctor en Letras en la Universidad de la Sorbona. Ha enseñado en varias universidades francesas como en la Sorbonne Nouvelle-Paris III, y en la Universidad de Picadie Jules Verne. Ha publicado: “Les Vigies” (cuentos) Editions L’Harmattan, Paris, 1997. “Voz a orillas de un río/Voix sur les rives d'un fleuve” (poesía) Editiones Editinter, 2002. “Le jardin el l’oubli” (novela), L’Harmattan, 2002. “Más allá del día/Au-delà du jour” (poemas en prosa), Editinter, 2000. “Flora Tristan, La paria et la femme Etrangère dans son œuvre”, L’Harmattan, 2003. “Voix au-delà de frontière”, L’Harmattan, 2003. “Un été à voix haute”, Trident neuf, 2004. “Poème à une étrangère”, Editinter, 2005, “Avant de dormir”, L’Harmattan, 2006 y diversos poemarios hasta 2018. Ha escrito ensayos sobre José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro, Miguel Hernández, Rafael Alberti y Max Aub.