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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
3 10 2011
El alcohólico bipolar (fragmento) por Carles Brunet

Capítulo 1

Doy principio a la historia de una etapa de mi vida de alcohólico y de los continuos esfuerzos por mi ansiada recuperación y lo que ocurrió con el vecino aquel que había estado un tiempo fuera y que había regresado de aquel modo, totalmente cambiado y que causaba una impresión repulsiva, parecía que lo hubieran torturado y su rostro denotaba una expresión de odio, de sed de venganza.

—¡Hola Miguel! —le dijo mi padre al cruzarse con él—. Miguel no contestó, pero escupió al suelo cerca de mi padre despreciativamente. Miguel estaba delgado y demacrado, los ojos los tenía hundidos y la mirada desviada, había regresado de un modo extraño, como si hubiese estado en el mismísimo infierno y ahora deseara vengarse. Miguel, que era nuestro vecino, era un hombre joven, debía contar con cuarenta y dos años. Era bajito pero estaba bien constituido, llevaba afeitada siempre la cabeza y era una persona poco sociable. Era un individuo muy particular. Vivía en el piso que estaba debajo del nuestro en compañía de su perra Estrella, un ejemplar de Rotweiler que él mismo había amaestrado. Aparte de estar con su perra, Miguel vivía solo. Su padre había sido un borracho que tenía atemorizada a su familia y todos reflejaban una palidez que hacía denotar su sufrimiento, hasta que un día, al salir de un bar llamado “La estancia” que estaba en la carretera, cuando pasaba por una encrucijada lo embistió un coche y lo mató. Luego con el tiempo, su mujer se juntó con otro hombre al que trajo a su casa con un hijo ya mozo, y como Miguel les hacía escenas y había problemas, su madre se fue a vivir a una casa en Taialá con aquel hombre y las y las hermanas de Miguel dejándole el piso a él. Hacía ya años que Miguel vivía en aquel piso, desde que vivía mi abuela Consuelo. Solía subir a nuestra casa a arreglar algún grifo estropeado o el calentador y luego se quedaba a comer. Mi abuela también le dejaba dinero en algunas ocasiones. Miguel vivía en el segundo primera, nosotros en el tercero primera. Cuando murió mi abuela Consuelo mi tío Tomás se quedó solo aunque más adelante iría a vivir con él mi padre al separarse de mi madre.

Mi tío Tomás era sordo de una oreja y sufría una leve esquizofrenia a causa de una meningitis que sufrió durante la postguerra. Estaba escribiendo un libro sobre su traumática vida y de poemas dedicados a la naturaleza. Era un hombre muy tranquilo aparte de cuando se sentía contrariado, entonces se encolerizaba y destapaba su genio. A menudo nos decía que él estaba entregado a las estrellas y que era un hombre celestial, él era Germinal, el escritor de las estrellas. Mi padre era un hombre estupendo, la vida lo había castigado bastante dándole algunos palos como el tener que separarse de mi madre después de veinticinco años de sufrido matrimonio. Era un hombre delgado que sufría de los nervios, pero era inteligente y duro en sus decisiones. Tenía un carácter introvertido y no tenía vicios. Había trabajado mucho toda su vida, era un hombre muy responsable y concienzudo. Aquel día quedó chasqueado cuando Miguel escupió al suelo denotando menosprecio. Mi padre, pobrecito, todavía no se imaginaba que aquello era tan solo el comienzo de todo lo que ocurriría a lo largo de esos horribles cuatro años en que el miedo y la desesperación se instalarían permanentemente en nuestras vidas.

En aquella época, yo vivía en una pequeña pensión del pueblo de Banyoles donde pasaba por una etapa dura de mi alcoholismo. Me levantaba con grandes resacas y me alimentaba de cervezas durante el día. Tenía muy mal aspecto y sufría los problemas que mi alcoholismo me creaba. Yo siempre había contado con grandes amigos, de los de verdad, amigos como Jordi Bosch que me visitaban en la pensión y que me traían comida al tiempo que me animaban y me hablaban de aquel ser maravilloso que era yo en realidad por dentro. Yo tan solo era un cantautor frustrado cargado de fracasos en la vida a causa de mi adicción al alcohol. Había perdido muchas cosas, buenas ocasiones, bellas personas, personas buenas que se apartaban de mi lado y que se alejaban de mi algunas para siempre. Tenía comunicación con mi padre al que telefoneaba cuando me encontraba en las últimas. Él ya vivía en Girona con el tío Tomás. Ahora ya estaba jubilado y tenía como afición comprar y vender antigüedades y era feliz, pero pronto llegarían las amenazas de aquel loco que le había respondido con un escupitajo, Miguel.

Girona, mayo de 2001

acerca del autor
Carles

Carles Brunet, Tossa de Mar (Girona), España. A la edad de seis años, sus padres se trasladaron a vivir a Banyoles donde cursó sus estudios primarios. A los dieciséis años se inició en el mundo de la música y se hizo cantautor (El cantautor del lago), después de haber grabado dos maquetas en los estudios Music Land abandonó el mundo de la música para retirarse a la montaña. Después de un tiempo y por motivos de salud regresó a Banyoles y se dedicó a escribir convirtiendo esta afición en su principal ocupación publicando la novela “El alcohólico bipolar”.