Autobús
Subió una anciana
y reniega.
Le grita al chofer,
a los pasajeros.
Me emociono,
al borde de las lágrimas.
Esta mujercita tan horrible,
con sus manos temblorosas,
su piel manchada
y su boca con la que reniega
a un mundo demasiado chico
para sus dolores,
se parece tanto a mi abuela
fallecida hace poco.
Tan mismo su carácter.
Buda de madera
Nos venerarán en el futuro,
Como al Buda de Nara.
Mis agrietados labios sobre tu cuello
Serán el vendaval
Que haga habitable el desierto.
Las pestañas serán el hombre:
pendientes sobre una línea
Que entona algo parecido al miedo.
El arco del tendón
Será cuerda eterna;
Inquisidora del pecado;
Y nuestro vaivén es el mundo,
Que se agita,
Rechina,
Comiendo a dos manos,
vida y muerte.
Oppenheimer
La lluvia de violetas pasajeras
es un rastrojo de pétalos quemados
Éste es el legado:
La sombra de alguien en cuclillas
Sobre unas escaleras.
¿Ves la carne chamuscada,
El vidrio que era arena
Y a Arjuna llorando?
Dios se hizo muerte,
destructor de mundos,
Por eso, no lo vemos.
A nuestro alrededor,
todo es descampado.
Playa
Camino por las orillas de la playa,
Y me imagino que es roja,
Tinta de miles de artistas.
Mi madre me ve desde atrás,
Kimono y abanico en mano.
Mi padre descansa los pies en la arena mojada,
Al lado la alabarda.
Son mis padres,
Debo honrarlos.
Rui Caverta, Estado de México, México. Ha publicado en diversas revistas y antologías electrónicas e impresas de distintos países como Chile, Colombia, México y España como Agitadores, Bolsa de Pipas, Cuadrivio, Katharsis, Babab y otras. Publicó el libro Picodicciones en el 2012.