Sábado 04 | Mayo de 2024
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
2 5 2013
Estudio cromático y otros poemas por Carlota Caulfield

Estudio cromático

Te gustaría lentamente tatuarte con las notas del trombón.
Decir, no tengo más que esto, lo que abre la epidermis
y hace brotar sangre,
lo que queda cuando la muerte lo arrasa todo,
menos los sonidos del cuerpo.
Y así las uñas guardarán su color rosáceo,
los senos su firmeza,
el cuello su tersura.
Reconocerás el privilegio enorme que se aloja
en las venas y podrás descender a un centro de quietud
sin aferrarte a nada.
Entonces la respiración empezará una vez más,
y con ella una salivación anfibia repugnante
hasta que tu mano se mueva con rapidez
y el sudor pierda su pestilencia.
Pero no sufrirás vértigo.
La avalancha caerá sobre ti como bendición.
Tu boca vibrará y escupirá hilos imperceptibles.
Después llegará el viento loco y comenzará el concierto.


Blues

Juego de sillas. Respaldar sin misericordias. Torso erguido y ojo  avizor.
La sala medio vacía. Ella sentada frente al escenario. Tensión corporal.

Crujen los huesos y se entra al paraíso de la lengua: amo la pacífica paloma y odio la luz azul al oído. Rapidez de la mente. Los músicos en el escenario.

Los labios del trombonista son un mapamundi fluvial. Atención. Fíjate por donde caminas. Hay diminutos surcos en su piel y una montaña altísima bajo su nariz.

Decir del decir. Movimiento en vano. Silencio total. El tubo móvil del trombón se desliza, se alarga, se acorta. Vibración en misa sacra. Y así el trombón de vara grave, gravísimo.

Aire soplado. La altura de los sonidos se controla. El instrumento y la boquilla en su sitio. Una mayor o menor presión de aire. De lo imperceptible a todo en su lugar. Escucha.

El trombonista forma la embocadura y coloca los labios. Respira. Gestos. Spring Street en nueve minutos cuarenta y ocho segundos. Las sillas se tambalean. El trombón emite sonidos de shofar.

Como si se abriera un abismo que pudiera bien ser una avalancha de pavos reales, así la noche. El trazado: elegante y en tinta volátil, y las plumas muy verdes.


Après “Le Gran Violon” de Henri Michaux

Un trombón es un gran trombón de doble vara,
lo toco in crescendo,
soplando entre sus estertores,
a golpe de labios y respiración
sin nunca saciar
su hambriento corazón de metal
que sólo yo puedo comprender.
Mi trombón de doble vara, por naturaleza,
tiene sonidos bajos que se oyen
mejor en la oscuridad,
en las grutas del alma y en túneles solitarios.
A veces con esperanza,
entre labios amoratados y sudor a chorros,
pasa el agobio, y así lo acepto,
con su delicadeza de raudal,
algo que no conozco y que a veces
me toma por sorpresa,
por eso lo distraigo
para arrancársela, con cariño,
sonidos abundantes en arcilla,
hojas secas, caricias,  reflexiones y el poema.
Mi trombón de vara doble,
aunque más viejo que yo,
tiene la lealtad de un niño,
su materia contra mi materia,
jazzabile
nos decimos
quedamente.


Bosques de Bélgica

Voz suelta. Pura respiración. La lengua vibra.
Labios de breves heridas. Después, un tañido.

Boca sobre el metal. Voz hueca
y los labios un pico abierto de pájaro.
El aire es murmullos, rumores, silbidos,
y marca permanente en la cámara interior.
Rapidez del movimiento de la vara,
privilegio de una mano.
La mano tiene forma de U. Es una U.


En el cielo de Berkeley hay pocas nubes,
decías lentamente.
Cierto, el aerófono es latón ligero,
tríptico en un cuadro donde un trombón de vara
parece pájaro en vuelo y alas de ángel.

¿Quién recuerda el nombre del cuadro?
¿Cómo se llamaba el pintor?


Tamborileo

Con lentitud se palpa el instrumento. ¿Cuerpo o trombón?
Acariciar. Pulsar. Como si tú, de pronto, te multiplicaras.

La luz es una enorme boca brillante
de notas alargadas en una manera de andar.
Entras en el bosque.
Sigues la ruta de la noche.
Escuchas.

Logras descifrar los murmullos del trombón.
Anotas signos.
Dedos sobre una página de blanco turbio.
La saliva es capaz de manchar mientras purifica.
Y así un hambre enorme de trazos rápidos,
de garabatos casi imperceptibles.
Se llena la renglonadura. Lo afino en Si bemol.

Apenas se escucha, pero se repite la música.


Improvisación para trombón y destapador

Todo parecía inútil. No abandonaste el gesto, la mirada, la palabra.
Osado fuiste. Recibiste sin quererlo un acento de ciudad hacia adentro.
Te dolió el pecho, y subiste al escenario, señores y señoras,
para terminar de desintegrarte.

Dicen que los trombonistas llevan invisibles anillos de plata en los labios,
vistos sólo por aquellos que saben saborear, y gustar, y tocar con pasión,
y palpar con detenimiento. Cualquier apuro es maldición y acto peligroso.
Bésame en la nuca, oí que decías. Después llegó el desorden.
La historia de los hacedores de anillos invisibles está aún por inventarse.

Fuiste capaz de reconocer la altura y el timbre del sonido.
Maestro, usted tarareó varias notas en las que se encontraban la velocidad
de la luz y el cerezo en flor. ¿O fue el pétalo del cerezo mientras caía
el que resultó ser exacto? ¿Y de qué precisión se trataba?
Entonces ya no importó la música,
cerca o lejos del instrumento.


Suite

J’ai tant rêvé de toi que tu perds ta réalité
Robert Desnos

I
El oboe principal fue la muerte.
En lo alto del teatro,
alguien hace un gesto lentísimo.
Los instrumentos no se afinaron.

II
El solista y el director de orquesta
sorprendidos,
y tanto ruido.

III
Las luces se apagan.
Nadie grita.

IV
Los espectadores y sus asientos,
Fueron trajes de etiqueta inmóviles.

V
En el centro del programa
el nombre de Mahler y su
Sinfonía núm.1 en Re mayor.

VI
Al borde de la página
Nombres de ojos y labios bellos:
Stravisnsky, Stockhausen,
Scelsi, Carter, Curran, Eigsti., Mazzoleni.

VII
Letras irregulares y carnosas.

VIII
Quise levantarme.
Quise escapar.
Quise quedarme.

IX
Rápido-lento-rápido.
Solo instrumental
tras ser vomitada
por la ballena de Jonás.

X
Inquietos pasajes musicales
y entrada de golpe.
Una manada de trombones
desciende por el escenario.

XI
Y llega el amanecer
En rondeau, virelai y ballade.

XII
En la capilla cercana
la Misa de Nôtre Dame de Machaut,
la muerte en retirada,
tu mano es trazo breve.


Entre Beckett y Feldman: pieza radiofónica

(Para David Bernstein)

Ni esto ni aquello.
Pausa.

Piensas que al fin llegó,
pero sólo comienza lo inexplicable.

Piensas que nada sobra,
Pero sólo haces un gesto con la mano.

Es el ritmo de las palabras, piensas,
pero sólo tocas una nota en el piano.

Oscuridad en el escenario, fragmentos tuyos,
primero un dedo, después un ojo, esperas.

Piensas que es un desafío y así la música,
ese personaje que eres tú, inmóvil.

No habrá término medio, le dices.
Los breves aforismos musicales, en camino.

Cada nota culmina en sutiles cambios de color,
y otro año llega, y se suceden más fragmentos.

Después recibes un austero envase, lo abres
como si escucharas tus monólogos repetirse
una y otra vez mientras te reconoces compositor.
Nada sobra.


Da capo

No tenía la menor idea de lo que iba a hacer en la siguiente escena. Su curiosa cara mostraba la absurda parábola de toda dislocación moderna. Plausible. Maldice mientras sube la escalera. Se somete. Mudez. Así lo quiere el Maestro. Una historia de un hombre cansado de sí mismo y de los otros. La libertad hecha miseria. Y todo en apariencia tan sencillo. La misma secuencia filmada una y otra vez. Sonido desarticulado. Me maravilla tanta complicidad con la cámara. Toujours Buster Keaton.


(Seleccionados de su poemario Cuaderno Neumeister- Inédito).

acerca del autor
Carlota

Carlota Caulfield, poeta, ensayista, editora y traductora de origen irlandés y catalán, nacida en La Habana, Cuba. Es actualmente profesora titular del Mills College de California. Su peregrinar la ha llevado a muchas ciudades, pueblos y rincones del mundo. Es autora de nueve libros de poesía, entre ellos “Movimientos metálicos para juguetes abandonados” (2003), “El libro de Giulio Camillo/The Book of Giulio Camillo/ Il Libro de Giulio Camillo” (2003) y “Quincunce / Quincunx” (2004) y A Mapmaker’s Diary. Selected Poems (2007). Es también autora de los ensayos “Ticket to Ride. Essays and Poems” (2005) y “Fashionable. Una poeta adicta a la moda” (2013). Ha editado “From the Forbidden Garden”. “Letters from Alejandra Pizarnik to Antonio Beneyto” (editora y co-traductora; Bucknell UP, 2003); “Alejandra Pizarnik. Dos letras” (Introducción y notas; March Editor, 2003), las antologías “Web of Memories. Interviews with Five Cuban Women Poets” (1997) y “Voces viajeras. Poetas cubanas de hoy” (2002). Ha publicado sus poemas en numerosas revistas literarias de San Francisco y Texas y han sido incluidos en diversas antologías poéticas editadas en los EE.UU. Ha recibido el Premio Internacional “Ultimo Novecento” (Italia, 1988), y el Primer Premio Hispanoamericano de Poesía “Dulce María Loynaz” (España-Cuba, 2002).