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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Homenaje
1 7 2013
Sociedad del espectáculo: Debord tenía mucha razón por Nathalie Crom

La imagen de un joven de veintidós años, escribiendo, un día de 1953, en un muro de la rue de Seine, el lema famoso: “¡No trabajen nunca!” (o si se quiere, “No trabajéis nunca!” para los lectores españoles), especie de panfleto inicial trazado con tiza, primer acto simbólico de una rebelión política y estética contra el orden establecido y la comodidad fofa de Francia de los “treinta años gloriosos” (1). La imagen de jefe de banda, con poco de truhan, vagamente clandestino, casi gurú, fundando en 1957 la Internacional Situacionista (IS) y dirigiendo su pequeño grupo de militantes con la autoridad y la estrategia de un jefe de guerra. La imagen del teórico radical, escapando a los medios de comunicación, meditando su lectura de Marx para escribir y publicar, algunos meses antes de los disturbios de mayo de 1968, un ensayo cuyo título ha conocido un éxito raro y equívoco: “La sociedad del espectáculo” (1967).
La del cineasta heroico, dando al público atónito un puñado de películas en las que reivindicaba no haber hecho “ninguna concesión a los espectadores”. La imagen, por fin, del ermitaño de Haute-Loire, la autobiografía de “Panegírico” (1989), especie de Mefistófeles paranoico y extraño para algunos, epicúreo sensible y generoso para otros; cualquiera que sea la interpretación, vivía retirado del mundo, leyendo, escribiendo y emborrachándose mucho, hasta caer gravemente enfermo. Al final sacado del olvido en el que se había deslizado por el anuncio de su suicidio, el 30 de noviembre de 1994.

El espectáculo es la muerte.
La “sociedad del espectáculo” es indiscutiblemente el concepto, y el libro, que le ha dado y le sigue dando celebridad a Guy Debord. Devenido, en el lenguaje común, una denuncia de la dominación de los medios de comunicación, “La sociedad del espectáculo”, ensayo poco accesible, va en efecto mucho más allá: un panfleto anticapitalista virulento y argumentado. El objetivo del autor, y lo volverá a decir en 1988 en sus “Comentarios sobre la sociedad del espectáculo”, es “la realización incontenible de la voluntad de la razón mercantil”, “el reinado autocrático de la economía mercantil habiendo alcanzado un estatuto de soberanía irresponsable, y el conjunto de nuevas técnicas de gobierno que acompañan a ese reinado”. “Por primera vez en la historia humana”, añade Débord, “los mismos han sido los amos de todo lo que se ha hecho y de todo lo que se dice sobre eso”. Es la concentración del poder en las manos de una minoría, el totalitarismo de la mercancía, la alienación del individuo cuya existencia está al servicio de dicha mercancía. “Cuando la economía todopoderosa se ha enloquecido […] el tiempo espectacular no es más que eso”, concluye Guy Debord.

Antes que nada, la vida
“Bromean diciendo que, desde hace treinta años, trato de destruir el sistema general de ilusión que empantana tanto a Oriente como a Occidente. Siempre quise vivir y casi únicamente como mejor me convenía”, señala Guy Debord, en “Esta mala reputación” (1993). Nacido en París, en 1931, en una familia de la burguesía media, huérfano de padre a los cuatro años, Debord creció en Niza, antes de regresar a la capital al final de la adolescencia. A los diecinueve años, es miembro del movimiento letrista, una vanguardia artística, heredera del surrealismo y del dadaísmo. En 1952, se separa para fundar la Internacional Letrista y cinco años más tarde, en 1957, la Internacional Situacionista (IS). “El movimiento situacionista se define como una especie de realización de la poesía en la vida”, explica Patrick Marcolini, filósofo y especialista del movimiento (2). “Preconiza un retorno a lo sensible, a lo real, a la vida cotidiana”.

Una vanguardia política y artística
“La Internacional Situacionista no es una asociación, sino un movimiento íntegramente informal, al cual se adhiere por nombramiento”, explican Laurence Le Bras y Emmanuel Guy, curadores de la exposición “Guy Debord, un arte de la guerra”. Y que se abandona a menudo por haber sido excluido… De 1957 a 1972, año de su disolución, la IS contaba, en total, y en los países donde estaba presente (especialmente en Francia, Escandinavia, Italia, Reino Unido, los EE.UU.) entre sesenta a ochenta miembros, “y nunca más de diez personas a la vez”. Los más célebres: Michèle Bernstein (nacida en 1932, y que fue la primera esposa de Guy Débord), el pintor danés Asger Jorn (1914-1973), el ensayista belga Raoul Vaneigem (nacido en 1934, autor de su célebre “Tratado de saber vivir para uso de las jóvenes generaciones” en 1967), el italiano Gianfranco Sanguinetti… A los miembros se añaden los simpatizantes, amigos y compañeros de ruta.
El objetivo del movimiento: “la oposición revolucionaria radical”, resumen Laurence Le Bras y Emmanuel Guy. Ser actores de la Historia y no espectadores. En un número de su revista, en 1963, encontramos este argumento: “Estamos acostumbrados a mirar la historia y la evolución como fuerzas que van implacablemente fuera de nuestro control […]. Nosotros, los creativos en todos los campos, debemos desembarazarnos de esta actitud paralizante, controlar la evolución humana”. La particularidad de la IS, en una época de intenso activismo político: “el anudamiento entre lo político y lo artístico”. Vanguardia artística al comienzo, no olvida esta herencia cuando a comienzos de los años 1960 se concentra cada vez más en la política: “Se trata entonces, para Guy Debord, de hacer coincidir la crítica de la sociedad desarrollada por las ciencias humanas de la cual se ha alimentado (la filosofía, la sociología, etc.) con la crítica llevada a su manera por las vanguardias artísticas, tales como el surrealismo, el dadaísmo”, señala Patrick Marcolini. “La idea consiste en englobar todos los aspectos del saber y la cultura”. “De esta herencia artística, los situacionistas adquirieron una práctica”, prosigue Laurence Le Bras. “Eso se manifiesta sobre todo en su revista, sus panfletos, cuyo nivel gráfico es muy sofisticado. La preocupación estética es constante, no se deja nada al azar: el grafismo, la diagramación, la selección del papel, la calidad de la impresión. Para ellos, ser eficaz, es ligar la forma al contenido”.

El maestro de la guerra
“Los días de esta sociedad están contados; sus razones y sus méritos han sido examinados, y considerados superfluos; sus habitantes están divididos en dos bloques, cada uno de los cuales quiere que desaparezca el otro…” El tono del Prefacio escrito para la edición italiana de la “Sociedad del espectáculo” es sin ambigüedad: contra el “espectáculo”, es una guerra que se debe llevar a cabo. Guy Debord es un lector asiduo de Clausewitz, de las Memorias de Jean-Francois Paul de Gondi, alias Cardenal de Retz, del Arte de la guerra, el clásico chino del siglo V a.C… “Queremos que las ideas vuelvan a ser peligrosas” propone por su lado la revista Internacional Situacionista, en 1967. Entre las 1400 fichas de lectura redactadas por Guy Debord a lo largo de su vida y actualizadas en el momento de la compra de sus archivos por la BNF, “un tercio tiene que ver con el arte de la guerra y la estrategia”, explican los curadores de la exposición. Las armas de Guy Debord y los situacionistas en la guerra que han empezado: textos teóricos, panfletos en torno a la actualidad, pero también la recuperación humorística de las imágenes fabricadas por el “espectáculo” —la publicidad sobre todo. Y del ruido, del escándalo, cuando la oportunidad se presenta…

Los motores de mayo de 1968
“Durante los años cincuenta y a comienzos de los sesenta, la influencia de las ideas situacionistas es marginal”, señala Patrick Marcolini. “El movimiento ha sido por otra parte mantenido lejos de la vida intelectual francesa por todos los que fueron atacados, es decir casi todo el mundo. Especialmente Sartre, y con él todos los intelectuales de izquierda comprometidos con la URSS o la China de Mao, denunciados por los situacionistas como cómplices de los regímenes totalitarios –que, para Débord, son simples variaciones del capitalismo, en los cuales el partido y su burocracia ejercen la misma función que la burguesía en Occidente”. Hay que esperar a mediados de los años 1960 para que las publicaciones situacionistas empiecen a ser leídas, en especial en el ambiente estudiantil. “En 1968, eso explota”, prosigue Patrick Marcolini. “Los situacionistas son entonces identificados por los medios de comunicación como los protagonistas de la rebelión estudiantil, y hasta uno de sus motores.”

Debord desborda
Tras la disolución de la IS por Débord, y el retiro de éste, en el extranjero primero y después en su casa de Haute-Loire, es la contra-cultura que ha difundido de manera aséptica, vaciados de su contenido, los conceptos situacionistas. El fallecimiento de Débord, en 1994, contribuirá a invertir la tendencia y darle una nueva visibilidad. Patrick Marcolini: “Hoy, en el gran público, las ideas situacionistas son difundidas y están esparcidas, con todas las desfiguraciones que esto supone. Se ha convertido en una marca de rebelión, radicalismo. Débord y los situacionistas conocen sin embargo una posteridad más fecunda en la ultraizquierda: los altermundialistas, anarquistas, autónomos, partidarios de la autogestión y de los consejos obreros…” Pero hoy se lee y se cita a Débord en los círculos dirigentes: en el ambiente de los medios de comunicación, la política y hasta en las escuelas de guerra. ¿Paradójico? “No tan seguro”, considera Patrick Marcolini, “los gobernantes, partidarios del orden, pueden encontrar en un tratado como “La sociedad del espectáculo”, escrito para servir a un trabajo revolucionario, pistas para seguir manteniéndose en el poder”. Es una prueba de la vitalidad del pensamiento de Guy Debord.

(1) El período de posguerra, entre 1946 y 1976, en el cual Francia vivió una bonanza, resultado del despegue acelerado de su economía.
(2) Le Mouvement situationniste. Une histoire intellectuelle, por Patrick Marcolini, Éditions L’Echappée, Montreuil, 2012.

acerca del autor
Guy

Guy Debord (París 1931 — Haute-Loire, Francia, 1994), teórico, poeta y cineasta francés. Después de haber pasado su bachillerato en 1951 en Cannes, Guy Debord se interesa al "letrismo", movimiento de vanguardia de la posguerra, heredero del dadaísmo. Con el pintor danés Asger Jorn, Guy Debord funda en 1958 la Internacional Situacionista. Al comienzo, compuesto esencialmente de artistas, este movimiento busca a rebasar el arte para que vuelva a comunicarse con todos, y que integre la poética en la vida cotidiana transformada en juego. En 1967, Guy Debord publica su principal libro, “La Société du spectacle", Buchet Chastel, París. Después del éxito de sus ideas durante los acontecimientos de mayo de 1968, Guy Debord disuelve la Internacional Situacionista en 1972. Ha escrito libros en un estilo casi clásico, pero muchas veces obscuro. En 1984, prohíbe la difusión del conjunto de su obra cinematográfica. Aquejado por una grave enfermedad del hígado debido a su alcohólismo, Guy Debord se suicida el 30 de noviembre de 1994. Algunas obras publicadas en francés: “La Société du spectacle” (1967), “Oeuvres cinématographiques complètes” (1978), “Commentaires sur la société du spectacle” (1988) y “Panégyrique” (1992).