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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Literatura
1 7 2013
España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo por Alberto Ojeda

Al poeta peruano César Vallejo le sobrecogió la locura sangrienta que se desencadenó en 1936. Él vivía en París pero seguía muy de cerca las evoluciones del asalto de Franco a la República. Participó con el ánimo encendido en la fundación del Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española. Y viajó en dos ocasiones por diversas ciudades españolas durante la contienda.
En la segunda, en julio de 1937, intervino en el Congreso Internacional de Escritores Antifascistas de Valencia. Esas visitas le removieron la conciencia y le llevaron a escribir poesía de nuevo, después de muchos años sin hacerlo (Trilce, su anterior poemario, se publicó en 1922). Puede decirse pues que España también resucitó como poeta a Vallejo. El zarandeo emocional que sufrió le empujó a escribir España, aparta de mi este cáliz, un canto de dolor y combate que cuajó en el otoño de 1937 y vio la luz en e1939, cuando Vallejo ya había fallecido, en una edición para la leyenda que ahora, casi tres cuartos de siglo después, publica Ardora en versión facsímil.
Cuando el frente republicano se desmoronaba en Cataluña por el empuje de las tropas franquistas, Manuel Altolaguirre, miembro de la generación del 27 y virtuoso de la edición, intentaba dar forma a una tirada del poemario de Vallejo en el Monasterio de Montserrat. El poeta malagueño estaba al cargo de la imprenta del templo, que databa de finales del siglo XV y había sido montada por discípulos directos de Gutenberg. Allí el Gobierno de Cataluña había instalado el Hospital del Ejército del Este. Un detalle que tuvo su importancia en la génesis del libro. De hecho, no fueron pocas las vendas de los heridos que se utilizaron para fabricar el papel sobre el que se imprimió. Junto con una bandera fascista y el traje de un soldado moro... Esto último lo aporta el mito y nunca sabremos en qué medida fue cierto.
El caso es que Altolaguirre alumbró una edición prínceps de 1.100 ejemplares, completada el 20 de enero de 1939, que a pesar del asedio del tiempo y la carencia de material salió con su clásico marchamo de elegancia estética. Poco después irrumpió en el monasterio la vanguardia del ejército franquista. Durante muchas décadas se pensó que habían quemado los ejemplares atesorados en sus estanterías. Hasta que en 1983 se comprobó que aún pervivía un solo volumen de la obra de Vallejo. Un verdadero "fósil de nuestra cultura". Así lo define José María Parreño, poeta y editor de Ardora.
En él confluyen las huellas de cuatro figuras emblemáticas. Aparte de las del propio Vallejo y Altolaguirre, también están bien grabadas las del poeta Juan Larrea, que escribió el prólogo, y la del mismísimo Picasso, que aportó un dibujo del autor de Trilce como preámbulo de los versos. Larrea contó posteriormente cómo convenció a Picasso: "Él no conocía a Vallejo. Apenas se produjo la muerte de César, me reuní, una larga tarde, con el pintor y le leí un buen puñado de versos vallejianos. Picasso, profunda y visiblemente emocionado, exclamó: 'A éste sí que le hago un retrato'".
La iniciativa de Ardora permite por primera vez desde entonces contemplar ese fósil tal cual fue concebido. Nunca hasta la fecha ha podido verse así, salvo por los escasos privilegiados que han tenido acceso al ejemplar custodiado por los monjes del monasterio. Y han sido muy pocos, según explica a El Cultural José María Parreño, porque velaban por este valioso legado con mucho celo. El hispanista Alan E. Smith, profesor en la Boston University, ha sido uno de los pocos estudiosos que ha tenido esa suerte. Fue este académico, además, el que convenció a los benedictinos de la opción de publicar una versión facsímil. Al parecer pesó mucho a la hora de persuadirlos la difusión que podría proyectarse más allá de sus muros del rico patrimonio bibliográfico que se alberga allí. Y el descanso que les proporcionaría, ya que cualquier estudioso interesado en Vallejo no tendría que desplazarse por fuerza al monasterio para consultar allí la edición primitiva de España, aparta de mí este cáliz.
En el volumen que ahora lanza Ardora incorpora un epílogo del hispanista norteamericano, que hermana a Vallejo con Picasso y Goya, como un testigo que da cuenta del horror a través de su arte: "En este libro épico desemboca el torrente vital y poético de César Vallejo, en una mezcla de dolor personal y político, y canto de fe, de una fuerza universal sólo comparable a los grandes lienzos de Goya (“Los fusilamientos del 3 de mayo”) y el “Guernica” de Picasso". Y no le falta razón.

acerca del autor
César

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892 - París, 1938). Estudió la secundaria en el Colegio de San Nicolás (Huamachuco). En 1915, empezó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la Universidad de San Marcos (Lima), pero los abandonó para instalarse como maestro en Trujillo. En 1918, César Vallejo publicó su primer poemario, “Los heraldos negros”. Mantuvo amistad con los destacados intelectuales peruanos del siglo XX: Antenor Orrega, Victor Raúl Haya de la Torre, Manuel Gonzales Prada, Abraham Valdelomar, José María Eguren y José Carlos Mariátegui. Acusado injustamente durante una revuelta popular (1920), César Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales escribió otra de sus obras maestras, “Trilce” (1922), que significa la ruptura con el modernismo. En 1923, tras publicar “Escalas melografiadas” y “Fabla salvaje”, César Vallejo viaja a Europa y se instala en París. En 1930 visita España, donde apareció la segunda edición de “Trilce”. Su novela “Tungsteno” y el cuento “Paco Yunque” son de 1931. Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro “Moscú contra Moscú”, titulada posteriormente “Entre las dos orillas corre el río”. Póstumamente aparecieron “Poemas humanos” (1939) y “España, aparta de mí este cáliz” (1940), conmovedora visión de la guerra de España y expresión de su madurez poética. Falleció en París el 15 de abril de 1938. Fue enterrado en el cementerio de Montrouge de la misma ciudad. “Contra el secreto profesional” y “El arte y la revolución”, escritos en 1930-1932, se publicaron en 1973.