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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
1 9 2013
Tan lejos y otros versos de Juan Ramón Ortíz Galeano

1
TAN LEJOS, A UN PASO LUZ...

Siguen clavándole esos clavos en los ojos
ardientes,
aunque sigue mirando
morena, mutilada, revoltosa y sangrante
velando por los hijos (esas sombras anónimas
que la siguen llevando)

Elvio Romero

Parados uno frente al otro,
nos reflejamos,
pero en el reflejo estamos de espaldas
(o en el reflejo hay algo que nos confunde);
tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a un giro, a un paso luz...

Busco tus ojos y no los encuentro,
y pienso: “Tal vez estén ocupados
en buscar los míos...”
y tal vez estén tan lejos,
hermano americano, tan lejos,
a una mirada, a un paso luz.

Entonces intento atraer tu atención,
pero no la consigo;
te hablo, te llamo,
te grito y no me oyes;
y pienso: “Quizá sus gritos
le impiden oír los míos”

... y si los gritos con que intentas responderme
te impiden escucharme,
y si los gritos mutuos nos impiden entendernos,
es que estamos tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a una pausa de distancia,
a un paso luz.

A veces te encuentro callado,
ensimismado y cabizbajo,
y no me atrevo a importunarte,
y los dos, permanecemos en silencio...

y me pregunto: “¿No será él
quien no se atreve a importunarme,
pues también me ve callado,
ensimismado y cabizbajo?”
estamos tan lejos, hermano americano,
tan lejos, a un llamado de distancia,
a un paso luz.

Otras veces te encuentro lastimado,
y no me contengo,
y me atrevo, y me acerco
a limpiar tus heridas;
y mientras lo hago veo sin sorpresa
que tu sangre
también brota de mis manos,
y lo veo sin sorpresa,
hermano americano,
porque tus heridas, hermano mío,
tus heridas… también son mías.


2
UN MURMULLO ENTONADO

Yo voy andando y cantando,
que es mi modo de alumbrar

Atahualpa Yupanqui

¡Así es! ¡Tránsito de las voces,
llanto de las cuerdas, crepitar de los tambores!:
hoy, la tierra se ha quedado sin canto,
el llanto de América se ha quedado sin nombre;
hoy ha muerto la mujer más bella,
la madre de todas las voces.

¿Acaso la Luna Tucumana
volverá a ser una pálida mancha
en el oscuro manto de la nada, en el vacío?

¿Acaso la Tierra Americana
ha perdido el canto perfecto
que la envolvía de la noche a la mañana?

Pero...
escucha...
Tucumán querido...
escucha...
Resistencia Latinoamericana...
¿Qué es aquello que palpita desde el valle,
desde el bosque infinito, desde el arroyo tibio,
desde el río y la montaña?

Hay un profundo murmullo
que palpita y se levanta
agitando el aire dulcemente,
un entonado murmullo que avanza y crece
acariciando el viento con su roce,
más allá de la tristeza, de la agonía,
más allá del aplauso mudo
y del huérfano llanto de las voces.

Es la Voz que representa la Lucha y el Coraje.
Es la Voz de la Resistencia.
Es la Tierra que canta.
Es tu voz, América Latina, ¡es Mercedes!
¡Es su canto que no muere
y siempre avanza!

¡Siempre avanza!
¡Siempre avanza!

¡Canta, Mercedes! ¡Canta!

(Dedicado a Mercedes Sosa)


3
¿OJOS ABIERTOS?

“No es un río ni es un país,
ni es un metal: se llama un Día”
Gabriela Mistral


¡Que diáfana es esta mañana en el campo!
¡que deslumbrante su ojo de fuego
tejiendo en mis manos
la Luz imborrable!

Efímeros, mi cuerpo y talante
se regocijan en la magnitud,
en la presencia tibia y remota
de su cuerpo invulnerable.

No quiero mirarlo, ni preciso hacerlo
me basta sentir, en toda mi persona,
el tacto dulce y perfecto
de su manantial inagotable.


4
LLEVADO POR LOS FAROS DEL BOSQUE

¿Qué sonido trae el horizonte,
qué sonido?
arde un tam tam lejano y mío,
se enciende en mi centro un anhelo, un estampido
nocturno que reverbera desde el suelo
y huele a damasco y quebrachales.

¿Qué llamado se deshoja desde el cerro,
qué llamado?
asemeja un alarido inquieto, ingrávido, codiciado,
y en mis oídos un puño de ríos invulnerables
inicia su trote firme y milenario...
palpando, acariciando el curso fértil,
intuyo palmas de ombúes, de ciruelos, de nogales.

¿Qué luces destellan desde la espesura,
qué luces?
en mi retina jadeante fulgura
una constelación de bestias y luciérnagas,
y mientras descifro su código mudo y musical
-esplendoroso, inmemorial- resplandece
la belleza de los búhos (faros del bosque),
así sus ojos: senderos
de barro y luz atravesando el aguacero del olvido,
ya me indican el destino, y ya lo entiendo,
ya lo acepto, ya me muevo,
ya sigo el derrotero...

acerca del autor
Juan Ramón

Juan Ramón Ortiz Galeano. Escritor argentino nacido en Buenos Aires (1975). Tiene estudios de Derecho. Obtuvo distinciones en diversos concursos literarios y fue incluido en varias antologías. Los cuatro poemas aquí publicados pertenecen a su libro “De la Patria Sangrante y la Aldea Enloquecida”.