DESTINO

A la memoria de Raúl Gómez Jattin

La noche y la fuente te llamaron
Desde el corazón del parque,
Seduciéndote
Con sus lenguas mórbidas
Te invitaron a sumergirte
En sus sexos displicentes.
Tú,
Llegaste puntual a la cita,
Descalzo y cansado,
Como el penitente que paga
Las promesas
A sus santos;
Y con ese orgullo de sumo sacerdote,
Trajiste en sacrificio,
Los últimos versos
Que te separaban
De la muerte.

MIGAJAS

Ahora que no tienes
Nada para ofrecer,
Sino una carne pérfida,
Flagelada
Por las manos mórbidas
Del placer pasajero,
Unos labios resquebrajados
Y sangrientos,
Amargos como hiel,
Y unos sueños inciertos
Como la pieza extraviada
De un espejo roto.
Tú deseas que te perdone,
Que olvide el pasado;
Lo que no sabes
Es que bajo esta piel habita,
Un animal que nunca olvida
Y que cada noche
—En sus sueños—,
Te asesina.

ESTA NOCHE…

Esta noche que se volvió ola
Y que en su vaivén indolente
Naufraga mi alma,
Ha recogido las últimas
Estrellas fugaces,
Que bellamente se suicidaron,
Saltando por un resquicio
De la luna.
Habrá que ofrecerles como tributo
- A esas estrellas y a mi alma-,
Esa rosa desnuda
Que duerme temblorosa
En la boca del viento,
Por haber saltado valientemente,
Sobre la lengua mercenaria
Y homicida
Del tiempo.

SOBRE LA MUERTE

No me gusta la muerte,
Ni su vino dulce
Que envenena el alma.
No la quiero en mi casa
Agazapada por los rincones,
Dispuesta a sorprenderme
Con sus grandes ojos de insecto,
Con su astucia de gato.
Hoy protesto para que la apresen,
La desnuden,
La desenmascaren,
La condenen a siete vidas eternas
Al servicio de la alegría;
Que la borren del diccionario
Junto con sus sinónimos,
Que se le mire de reojo,
Que no se le invite
A ningún aquelarre,
Y que se le diagnostique
Final crónico.
Promuevo un conjuro en su contra,
Una muralla babélica
A su alrededor,
Una caja de vidrio
Para guardarla como tarántula exótica,
Un museo ignoto
Para arrumbar esa osamenta vieja.
Muerte:
Escarabajo estercolero,
Mameluco plomizo,
Recoge tus bártulos
Y vete,
Vete con tu gemido de grillo nocturno
A otra parte,
No te queremos,
No te acerques,
No mires la puerta,
No entres;
Porque solo vive aquí,
Nimbada de eternidad y colores,
La poesía.

REVELACIÓN

La noche se deshoja
Al galope
Fortuito de las palabras,
Herirme pueden
Con sus voces de lanza.
Entonces,
Burbujeante cae,
Por un resquicio de mi alma:
La poesía.