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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Narrativa
6 10 2014
Vientos muy fuertes por Miguel Montoya

Hace dos días que en el pueblo, comenzó a soplar el viento, con mayor intensidad que de costumbre.
“Que de costumbre”; porque los Hombres nos acostumbramos. En el caso del viento, si no nos dificulta las tareas cotidianas que hacemos fuera de la casa.
Suave, aun menos suave, es parte de nuestra cotidianeidad. Es como los árboles y como los pájaros.
Bueno: para eso están los árboles, para que tengamos pájaros y viento. Mejor si no nos acostumbramos. Siempre es el viento, distinto, de cada día, distinto.
Pero en estos días sopla con mucha fuerza. Crujen los techos y los árboles; algunos se rompen.
El Gordo Flores decía que el viento es una entidad. Y contaba anécdotas para reafirmar sus argumentos.
Nunca extendimos la charla, para que explicara eso de: “entidad”. El Gordo contaba su relación con el viento.
Yo he contado de los meses, que en el pueblo, hubo vientos fuertes y lluvias torrenciales. Y conté que me contaron que fue la furia de los muertos.
Muertos; hombres y mujeres que hicieron las chacras, los parrales y las acequias para el riego. Los que descubrieron la fertilidad de la Tierra del pueblo, y la cuidaron y la abrigaron para alimentarse y enorgullecerse con los frutos.
Aquellos que amaron y respetaron la fertilidad de la Tierra, que se alimentaron, y se reconocieron unos a otros, y obtuvieron la Libertad con el Trabajo.
El Trabajo sin amos y sin esclavos.
Claro: hasta que el capitalismo salió del acecho y algunos hombres procuraron ser amos y otros hombres se opusieron a ser esclavos.
Me contaron que los muertos que abrigaron y cuidaron la Tierra, se enfurecieron con los hombres que la lastiman. Se enfurecieron con los gobernantes que negociaron la salubridad del agua y del aire, la tranquilidad y la belleza. Y largaron aquellos vientos, ruidosos y tierrudos, para que dificulte el trabajo.
Entonces: quien me contó lo que cuento no creía que el viento es solo una entidad, si no que con su explicación me decía: en esta furia está el Ser del viento. No es solo un ente. No es solo el fenómeno de la diferencia de presiones atmosféricas, como dice el manual de Geografía.
Quien me contó lo que cuento dice que el viento es el Alma de la Tierra, para los Hombres. El pneuma, como dicen los griegos, o el nefs, como diría mi abuelo, que era árabe.
El viento es el soplo, el aliento, el suspiro profundo de la Tierra. Cuando el Hombre sabe y siente que la Tierra depende de él y que él depende de la Tierra.
Y cuando la Tierra esta lastimada, el viento puede ser una manifestación de su dolor y de su enojo, como los sismos o las tempestades.
El mundo histórico construido por el hombre para sociabilizarse, siempre es más débil que el mundo natural. Aunque el capitalismo haga, constantemente, promoción de lo contrario.
Y así viene siendo, desde entonces, la relación entre el Hombre, la Tierra y el Trabajo.
Y entonces, desde entonces: la relación del Hombre con el Hombre. La Libertad, la Felicidad, el Amor, el Trabajo y el Conocimiento.
Desde entonces: la Tierra, el Hombre y la Belleza.
Pero los amos y los esclavos, lo habitaron todo. Todos: esclavos del mercado de las dictaduras o de las democracias del capitalismo. Los esclavos del cálculo, habitaron todo.
Y pisotearon las chacras y los parrales y deterioraron las acequias y cortaron los árboles y llenaron de residuos las calles y compraron máquinas y venenos para la Tierra y eliminaron el Trabajo de los Hombres por subsidios para la servidumbre. Y entonces: los amos y los esclavos habitaron todo.
Los gobernantes negocian con la habitabilidad de la Tierra. Se apropiaron. Pero nos queda el viento.
Negocian con la tranquilidad de la gente, pero nos queda el Pensamiento. Siempre nos queda el Pensamiento.
Tenemos la Palabra y tenemos el Asombro.
Entonces: tenemos la Voluntad. Ese ir al Devenir.
Podemos con el Sentido.
Entonces: tenemos la Resistencia.
Tenemos el pneuma de la Tierra, que es tener la Tierra.
Entonces: quien me contó lo que cuento no creía que el viento es solo una entidad, si no que en esta furia se muestra, el Ser del viento.
Quien me contó, me cuenta que los vientos corren fuertes de vez en cuando. A veces. Cuando el hartazgo o el fastidio en la sociabilidad se hace intenso y empieza a enfermar a la gente.
Y ahora hay una crisis o una confusión, que de las vecindades del pueblo incluye al pueblo.
Bajan los desocupados de la montaña y las mineras extienden la contaminación con el desasosiego de la pobreza.
No hay frutos, se quemaron con las heladas de los fríos tardíos. Y los que quedaron se cayeron con los calores excesivos.
Y las heladas tardías y los calores excesivos y las napas de agua, vacías y la confusión de los pájaros y de los animales silvestres y la contaminación de las aguas por las minas y la contaminación de la Tierra por la solicitud que le hace la agricultura y la enfermedad de los Hombres y los desocupados que bajan de la montaña y los subsidios para excluir a los hombres del trabajo y debilitarles la Subjetividad. ¡Infeliz destrucción, por el poder de una oculta soledad!
Los vientos corren fuertes, tan fuertes, de vez en cuando.
Todo es por la habitación de los esclavos sin amos, de los amos sin esclavos.
Estos fundaron la ciudad y no entenderán sobre los vientos.

El Gordo Flores y el que me contó de la furia de los muertos, el que me habló del Ser del viento, eran vecinos al Sur de la ciudad.
Tal vez el viento no sea solo una entidad.
Tal vez sea el Alma de la Tierra.