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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
6 10 2014
Silencio y memoria de Luis Alarcón por Eliécer Cárdenas Espinoza

Luis Alarcón es un artista que lleva una cosmovisión interior y exterior, suerte de planos que se justifican mutuamente en el horizonte de su arte. Pintor peruano, lo es por raigambre y sentimiento, pero en tanto artista es también universal y su aspiración es ecuménica.
El Perú es un país, como lo señaló el escritor José María Arguedas, de "todas las sangres", en él han confluido los pueblos denominados originarios, wary, aymara, quechua, tallán, chimú, etc. Junto con la sangre de España en sus diferentes pueblos, la africana venida de la esclavitud, y la asiática, chinos y japoneses, por la demanda de esa mano de obra durante el siglo XIX. En esta amalgama de razas, surgió el peruano actual, y con él un arte que siempre ha ido en pos de sus raíces ancestrales, pero que no ha desdeñado tampoco los aportes ibéricos, africanos o asiáticos.
Luis Alarcón asume estas influencias y las hace suyas con una particular visión que vertebra su obra en múltiples planos y proyecciones. Está, por supuesto, la ancestralidad como una base irremplazable, donde los aportes de las culturas y mitos prehispánicos tienen sus trabajos con preguntas y enigmas, en una suerte de reconstrucción mítica e ideal de lo que fue, pero que de alguna manera sigue siendo. El pasado no está muerto, simplemente se encuentra oculto, subterráneo y el artista como chamán moderno y creativo, tiene que conjurarlo, devolverlo a la superficie.
El aporte de Occidente en la obra de Luis Alarcón es igualmente fundamental, en la medida en que se halla nutrido por la cultura contemporánea y asume sus técnicas, sus teorizaciones estéticas, sus llamamientos a una perpetua renovación y un cambio permanente que hacen la modernidad como proyecto inconcluso en nuestros países, a diferencia de Europa o Norteamérica donde se ha clausurado el ritmo vital de las artes por una postmodernidad ambigua y catastrofista.
Pero el aporte afro y asiático que se vislumbra en la obra de la mayor parte de artistas del Perú, se logra manifestar de modos sutiles, la vibración, el color y el ritmo negro, o aquel estatismo zen y la floración origami que brota de una pintura postulada como acto de belleza, de creación y construcción.
Con todos estos elementos, Luis Alarcón forma y fragua sus obras, en contextos que derivan unos de otros, suerte de génesis continua, perpetua, que deja las huellas o rastros de un oficio arduamente conseguido y que se plasma en un conjunto de trabajos que irradian personalidad creativa, fuerza, armonía y síntesis. El artista peruano consigue en sus obras aquel difícil equilibrio de unir a "todas las sangres", en un logro artístico, una postulación estética, un encuentro sorprendente entre el pasado, lo que fue; el presente, lo que es y aquel futuro que se vislumbra y aguarda con sentimientos encontrados, pero con Nuestra América, todavía con esperanza.

acerca del autor
Luis

Luis Alarcon, Huancavelica (Perú), 1958. Egresado de la Escuela Superior de Bellas Artes de Trujillo (Perú) en 1984, ejerció también la docencia en dicho centro de estudios. Expuso en muestras individuales y participó exposiciones colectivas en Lima, Trujillo, Arequipa, Caracas, Nueva York y Cuenca (Ecuador).