Domingo 28 | April de 2024
Director: Héctor Loaiza
7.259.478 Visitas
Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
resonancias.org logo
157
Arte
7 4 2003
Ennio Iommi: “La ironía en mi obra es para que la gente pueda reírse” entrevista con Paula Riveros y Dan Loaiza
Dan Loaiza: ¿Cómo se ha desarrollado su obra durante estos últimos diez años? —Bueno, trabajando, haciendo exposiciones, desarrollando mi actividad artística. Mostrando mis ideas escultóricas referentes a esta sociedad inútil en la que vivimos. Y de aquí en adelante, no sé. Todo depende de si la guadaña está cerca o no. La guadaña, quiere decir la muerte, porque ya no tengo 20 años. Mi sistema es trabajar todos los días, pero no trabajar por trabajar, sino trabajar en base a lo que yo pensé, desarrollar mi idea. Porque yo también tengo alumnos, a los que les digo que el martillo no hace la escultura, sino las ideas. Trabajo con ideas. Los últimos diez años he trabajado con muchas ideas y acabo de terminar una obra que es muy provocativa, frente a esta sociedad que estamos viviendo, la humanidad enfrentada a este mundo terrible que nos está matando. Paula Riveros: Para continuar un poco con ese tema, ¿cómo va tomando forma una idea? —Bueno, es como estar soñando. Yo sueño algo y lo hago una realidad. Ahora, no quiero decir que esta realidad que estoy haciendo sea la verdadera. Es mi realidad escultórica, intelectual y, si puedo permitirme decir que es mi filosofía. Cómo veo el arte actualmente, o sea, está dirigido a la humanidad, no para decorar, sino para mortificarla y hacerla entender: "cuidado, estamos en peligro". D.L.: Es como una especie de señal de alarma. Por eso, veo que en su obra hay como una emergencia por el hecho de usar texturas urbanas. —Claro, es una alarma. Sí, mis antiguas esculturas (porque yo parto de lo que fue el arte concreto argentino) era la pureza: la pureza de formas, de ideas, en el desarrollo tecnológico de este país. Pero a medida que uno va trabajando y ve cómo la sociedad se va degenerando, porque en este país hemos llegado a una situación terrible a nivel social. Si yo me quedaba con el arte puro, estaría ignorando lo que estaba pasando. Es decir, yo me embarqué en un nuevo sentido social de la escultura. No político, sino social. P.R: Según esa orientación, ¿cuál sería la función social del arte contemporáneo o de su obra en particular? —Yo siempre he soñado que los artistas tenían que hacer una especie de fomento de lo cooperativo, y no estar aparte de los que sufren. El artista tiene que acercarse a esa gente, no para darles de comer, sino para hacerles notar que él está con vida, y que esa pobreza la puede utilizar con fuerza intelectual. Por ejemplo, si ustedes conocen los cuadros de Antonio Berni, que representa Latinoamérica, muestra la miseria, pero esa miseria tiene una fuerza enorme que Europa desconoce, y esa es nuestra fuerza, la de Sudamérica: sabemos sufrir y salir adelante. P.R.: ¿Cuál sería la actitud del artista contemporáneo? —Es entregarse a esa sociedad, y en vez de escribir, el artista plástico lo transmite por medio de su creación pictórica o escultórica, transmite esa imagen para hacernos reconocer que los poderes nos están dominando. D.L.: Y ¿eso a través del arte? —El arte tiene que ser social, porque creo que el arte es la base de la historia. Sin arte no hay historia. Se debe marcar la historia del mundo con el arte. D.L.: Y entonces con la historia, encuentra puntos clave a través del arte, para deformar el poder, o jugar con el poder... ¿Cómo es? —El poder siempre existió, existe y existirá, pero hay que denunciarlo. Y el arte es una denuncia intelectual, por eso marca la historia. D.L.: Cuando crea una escultura, ¿siente como un peso histórico en lo que pone? —Claro, porque estoy poniendo lo que está ocurriendo en este momento. Entonces marco la época. Así como hubo un arte concreto, cuando la Argentina era otra sociedad, más progresista. Es decir que por primera vez la Argentina, cincuenta años atrás, empezó a tener una tecnología bastante importante, entonces lógicamente ese arte que hacíamos nosotros correspondía a esa época. Pero el país se fue degenerando socialmente, entonces ahora estoy representando lo que pasa ahora, nada más. Pero al mismo tiempo impongo, para que no sea tan severa la cosa, la ironía, que la gente se sienta mortificada, pero al mismo tiempo, que pueda reírse con mi obra. Le doy ese placer al público. P.R.: ¿Qué importancia tiene ser latinoamericano en su labor artística? —Es muy importante, porque este es un país que siempre vivió pendiente de lo que pasaba en Europa, y con este problema social que tenemos se empezó a descubrir que la Argentina está en América. Hace cincuenta años atrás, creíamos que estábamos especialmente en Francia. Bueno, era todo mentira, nos mintieron. Estamos en América, y le cuesta a la Argentina, especialmente a Buenos Aires, ubicarse que estamos en América, todavía cree que estamos en un país europeo, porque nuestros padres fueron europeos pero eso no tiene nada que ver con la cultura europea. P.R.: ¿Cómo ve el arte de los '80 en Latinoamérica? —Fue muy importante, acá hubo un movimiento artístico muy importante. Hay grandes artistas, pero la desgracia, lo vuelvo a repetir, de la Argentina, es que no hay una política estatal respecto al arte. No le interesa al oficialismo el arte, entonces todo es una lucha a pulmón para el artista argentino. A diferencia de un país como Brasil, Venezuela, Uruguay, en que aman el arte, entonces el arte de ellos está más divulgado que el nuestro. D.L.: Y es difícil crear cuando por ejemplo los brasileños están en las bienales, bien difundidos. —El argentino siempre se ha quedado atrás, pero no artísticamente, porque nosotros tenemos muy buenos artistas, quizás más importantes que en Perú, Brasil o Venezuela, pero no se les da importancia oficialmente, entonces nos movemos como podemos, nada más. D.L.: Yo decía que usted usa materiales plásticos urbanos como referente. —Sí, referente a la idea que pueda tener, cuando inicio una obra. Si uso el material plástico, trato de mortificar ese material, porque es muy pretensioso: quiere imitar al cristal, y no llega a ser cristal, entonces lo mortifico. Y al mortificarlo, mortifico, vamos a decir, a la ignorancia de esta humanidad, que son los pequeños burgueses que quieren tener la lámpara de cristal y entonces yo me río, me divierto, en una palabra. P.R.: ¿Qué encuentra usted cómo cuestionable en al arte contemporáneo? ¿Considera que hay crisis? —Creo que el arte moderno está muy separado de la gente. Entender al arte moderno, es como ir a la universidad, sino no se entiende. Es decir que el arte moderno llegó a un límite. Este es un pensamiento mío. Los artistas tendría que parar y meditar, para que el pueblo o el público pueda comprenderlo al arte que practican. Y para comprenderlo, lógicamente hay que educarlo. Pero el artista no es una persona que va a educar, sino el oficialismo, las instituciones, los museos, tendrían que hacer mayores exposiciones de arte moderno, con muchas explicaciones, para el gran público. El defecto del arte moderno es que se adelantó demasiado, y la población quedó atrás. Por eso el arte moderno está en manos de poca gente. P.R.: Y ¿cómo puede el espectador hacer clic con su obra? ¿Qué necesita para encontrarle sentido? —Bueno, según la sensibilidad del espectador, hay personas que no le interesa nada de lo que uno hace, y es entendible y aceptable también. ¿Por qué le tiene que interesar? Si no le gusta, no le gusta. Y en referencia a eso, también yo me divierto. Porque hace varios años atrás hice una obra, se llamaba "El bello durmiente del bosque". Era un durmiente que se pone en las vías del ferrocarril. Entonces yo ponía un durmiente en el suelo y un arbolito. La gente decía: "¡Qué barbaridad! Y ¿esto qué es? Una porquería". Yo respondía: "Tiene razón señor, esto hay que tirarlo". Porque el arte hay que tomarlo también con humor. La seriedad con la seriedad es como comer pan con pan, y el arte debe tener ironía. Eso solamente lo ve el artista. D.L.: Claro, es el que tiene los hilos. —Y hay artistas a quienes no les interesa eso. Hay artistas que sólo pintan o hacen escultura para venderla, otros tienen las ideas, y después están los fracasados.
acerca del autor
Varios

Nació en Rosario, Santa Fe, Argentina, en 1926. Se inició en la escultura en el atelier de su padre el escultor italiano Santiago Girola. En 1939 se trasladó a Buenos Aires y realizó un curso y práctica de los metales. En 1945 realizó sus primeras esculturas concretas y un año más tarde participó como miembro fundador del grupo “Arte Concreto—Invención”. En 1968, invitado por el gobierno italiano, viajó por Italia, Suiza, Francia, Inglaterra, y Estados Unidos. En Francia realizó dos esculturas para la ciudad de Cannes. En 1973 fue invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, a realizar un viaje por México, Estados Unidos y Canadá, donde realizó una exposición en las ciudades de Ottawa y Québec. En 1975, fue nombrado académico de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.