Jueves 28 | Marzo de 2024
Director: Héctor Loaiza
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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
4 7 2016
Cuatro poemas de La Boda de la ametralladora de Louis Bardales

AL PERRO CALLEJERO ALIMENTADO POR LA CATEDRAL MERCED

Nunca eres testigo de la respiración de tu maestro
Solo crees en sumir
Nunca admitís al agua cuando te saluda
De lo contrario, lo dejas reinar

Por favor muéstrame un camino para arriba hacia al deprimo,
       santo perro de la calle
Solo vivo por perder control de mis gestos
        que se caen de mi bolsillo
Pierdo gestos
y ahorita estoy paralizado con
     un enojo de piel de mula
       y el rubor de vacaciones
Ayúdame, perro callejero santo

Hace que mis decepciones trapean el polvo
    de mi abedul descansando
      debajo de mi peregrino muerto
Deja que se quema una luz fluorescente
    y   ja, ja, ja  y  ja, ja, ja  y  ja, ja, ja
perro callejero santo, perro callejero santo

Comí tacos de pescado en la tarde
Me lavé la boca con una Coca Cola Mexicana
Me acordé de lo tan vulgar que puedo ser
Me dio un mapa de la pobreza  
que utilicé para escalar el cuero cabelludo de un turista estadounidense
que come solo en la tienda de campaña que vende horóscopos desnudos
y el vestuario de la Santa Muerte
y San Simón
que se acuesta con todos
que a veces no tiene ni brazos ni piernas
que a veces responde oraciones por venganza

Todos somos gente del torbellino
en la daga de plata de nuestra madre.
Todos somos la planta rodadora y la repetición gallina.
Entendemos al movimiento lento
en medio de una turbulencia.
Todos somos inclinados en el bosque oscuro.

Se enciende fuego en nuestras gargantas
por el bien del rugido de la panza
por el bien de la conejera.

Perro callejero santo,
Todos somos pastos de abundancia pero solamente cartas de suicido.
Todos somos muelles vacíos
y Shiva-ya nos mostró nuestro camino por el matrimonio alambrado
            con púas de espino.

No hay modo de cómo nos pueden salvar.
No queremos ser salvados.
Estamos felices con gorronear
envueltos en una bolsa de basura para balancear
los olores divinos de perro
        callejero
        adentro
de nosotros.

Viajar nunca en fila.
Ver nunca a lo blanco.
Sentir nunca la mano tocando al fosforo.
Nada más que hacer, solo perro callejero.
Perro callejero santo.
Perro callejero santo,  santo.

 

UNAS ZARIGÜEYAS PELEAN EN EL JARDÍN

Nuestra nueva sangre
en lo adentro y afuera
alrededor de todas cosas
sacado con un des-nube;
Un vuelo
    sobre lo viviente y lo muerto

Cuerpos
pero también
Gólgotas
sobre cada cabeza
Sembrando vudú
Hombros encogidos
San Simon de la Cruz
    en baños termales
El torso
que se supone que debe ser cantado

No comerás basura de jardín
sin una buena pelea, amigos
Tus colas están atadas
¿Son amantes, verdad?

¿Sabían que hay una luz
   alrededor tuyo?
        ¿No te enceguece?
¿Es por eso que haces ese ruido
tan raro?
¿Puedes dejar de hacerlo, por favor?
Huele la necesidad de la secuestrada
Vea la necesidad
de agarrar a algo vivo
o cocinar un desayuno
Vea a Jesus meditando sobre un vaso de jugo de naranja

Los vecinos orinan en su propio jardín
saludándote
La vista horrible como serenata
El diablo
    jugando tenis
   comiéndose un burrito de chorizo
   haciéndose religioso con la astronomía
      buscando maneras de crear estrellas
       para blasfemar una constelación
donde podamos vivir una nueva oscuridad
donde el oso se come
al león
y los timbres comen
    al oso
y los timbres se hacen humanos
     se hacen humanos
con el tin ton
              del timbre

 

ORACIÓN DE CIZAÑA

Queridos
¿Qué quieren de mí?
Solo soy un sartén grasoso
con olor a huevo y sueño
No hay como quitarme de acá
al lado de la lámpara amargada
Es mi tiempo para descansar
y reflexionar sobre la vida felina

La caída de la mesa para la pared
fue intensa
No sé si puedo recuperarme
porque me di cuenta que ni huesos tengo
    porque soy la caída
        de la servilleta

Esta vista borrosa es mi anarquía inflable
Llámame para no hablarme
Háblame para babosearme como la taza
    balanceada en la cabeza colectiva
        de dios y sus otros
    sus limonadas vergonzosas
    sus micrófonos congelados

 

EXPERIENCIA DEL HIJO FRECUENTE

Me emociona ver a mi padre
    el día de Noche Buena
En el país complejo y lindo
    donde casualmente tenemos historia y sangre
La temperatura me da compasión
Gracias, frío considerado
Buen provecho, hijo.

Mis familiares omnipresentes
sacudiendo sus abrigos y sus otras vestimentas
Entrando a la casa en fila de paranoicos
Viendo la identidad formarse en proceso del intento
Inolvidable para la pantalla secuestrada
Inolvidable en el estómago vacío      secuestrado
Antisocial como las bocinas del coronel de
        extremidades imaginarias

Confiesa tus deseos al perrito sordo
Ya me los absolvió el pasillo santificado

 

TRES POEMAS DE EJE

IV.

Vino el día
como una píldora
    en el bolsillo del ser
y en mi garganta
    sentí botellas quebrando

Dice la calle
    que el esfuerzo humano
    no alcanza el edificio
    de almohadas

Me acuerdo que nací en
las vueltas de un diente de león
y que los motores me secuestraron
sin permiso de mi familia

Se acomoda el búho
en mi cabello


XXXII.

Tres aguas
Infinitamente confundidos
Saltan saliendo del ojal de la paz

1- !!!
2- ¿?
3- (...)

No pueden presagiar
ni descubrir el alcance
El dicho aquel; olvídalo
El guirigay; duérmelo

Le aviso a mi piedra
que ahora viene el vahído
    Confío en el crótalo cansado
    porque el paso de los días
    se desliza por un jardín oculto
    y se hipnotiza el mismo

 

XXXVIII.

Por cada vuelta que da
la luz agonizante
    - la tierra se marea
y el sentimiento del ritual
desaparece en lo ancho
        de su clavo

Al oír el timbre del sendero
se me acalambran los pies
como si el piso me tuviera engrapado
Al pensar en matar a la respiración
se me acalambra la frontera conocida
y empiezo a congelar bemoles

Planta a planta
me hago semilla en ciudades
reencarnados:
    ciudades — hacia mí
Finales de entradas
Almohadas y almohadas de
        violencia

acerca del autor
Louis

Louis Bardales (Guatemala, 1988), poeta y cantautor bilingüe, profesor de música y guitarrista fingerstyle. Su poesía en inglés se encuentra en las revistas en línea Pinwheel, Otis Nebula, y Phantom. Ha publicado sus poemas en español en las revistas en línea Te Prometo Anarquía y Cronopio. Las poesías que ahora publica han sido extraídas de dos antologías en español, La Boda de la ametralladora (inédita) y Eje (inédita). Sus poetas preferidos son Barbara Guest, Philip Lamantia y César Vallejo. Ha vivido en Guatemala. Reside ahora en Chicago con su esposa, su labrador y su gato, y da clases de guitarra en el Old Town School of Folk Music. Búscalo en Facebook y Instagram.