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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
1 10 2016
Recuerdo y sangre por Nélida Duarte

EL CENTRO DE LA BATALLA

El centro del corazón
es un lugar peligroso.
La peor tragedia
sucede allí.
En el plexo
se percibe la angustia
frente al mundo.
El horror a la vida
tiene allí su escenario.
El centro del corazón
es el lugar
de la peor tormenta,
de la horda confusa
que habita a todo humano
vivo.
Es peor su turbulencia
que la guerra,
el hambre,
el miedo.
Porque éstas
tienen en él
su origen.
Despedazado
a golpes
de indiferencia,
el corazón canta su canción
aún hoy,
en este despiadado lugar.
El corazón
ese símbolo
en desuso.
Esa llaga viva
que canta su solitaria
canción.
La canción del desamor
de la ausencia,
del vacío.
Ese cazador perpetuo
de amor,
entona su melodía.
Con su canto,
quiere atraer el inasible
amor.
Ese amor que parece
perdido,
definitivamente
en la obsesión
de tener.
Ese sentido
de la vida,
hecho girones
en las garras,
de la ambición.

 

LA SANGRE

La sangre corre,
por el mundo.
Ahoga las gargantas.
Abre las heridas.
Sigue corriendo.

La sangre,
de la tortura,
de la cárcel,
de los abortos.

La sangre,
de las menstruaciones,
de los golpes,
de la cruz.

La sangre de los nacimientos,
de las bombas,
de la inocencia,
de los suicidios.
Sigue corriendo,
y anega el mundo
y debo subir una escalera sin fin,
para no ahogarme en ella.

Y sigue su curso,
incansable.
Marca un camino,
falaz, mentiroso,
desde el nacimiento
a la muerte.
La sangre, que ocultamos,
brotará.

 

MUNDO

Mundo atroz.
Me siento en tus orillas,
me sorprende tu hedor,
no nací para verdugo,
ni para víctima.

Mis ojos vieron
puertas cerradas.
Toqué con mis manos el picaporte.
No.
No pude abrir.

¿Por qué temer,
si vi los muertos
cara a cara?
Por qué hay algo peor.
Un rugido de angustia.
Dolor.
La paloma sangra,
su sinfonía de dolores
no cesa.
No hay piedad.
Se cierra un mundo
¿Se abrirá otro,
con la llave de la esperanza?

 

ETERNIDAD

En un punto perdido del mundo,
la mujer sola,
lee un poema.

Hay en un cuarto,
una figura nimbada por la luz.
Ella es un blanco perfecto,
quiere, ingenuamente,
develar la poesía.

Sus claves misteriosas,
la cercan.
Pero ella no teme.
La muerte le ronda,
pero ella se ríe.

Ríe frente a la muerte,
su escudo es el poema,
frágil juguete.

Ella ríe.
Se sabe eterna.
Sabe que la sangre jamás se detiene.
Navegará en un cuerpo,
luego en otro.
Se vuelve a parir a sí misma,
ella es.

 

LOS MIEDOS

Los miedos nocturnos
son aves negras,
paridos en madrugadas
insomnes.
Son vientos helados
que atraviesan
los cuerpos como latigazos.
¿Qué tendrá la noche
para albergar
terrores, feroces, irracionales?
Como perros me muerden los talones.
Los recuerdos se vuelven fantasmas
ingratos.
Creo ver sus caras
que me persiguen
en la sombra.
El amanecer,
agitado, en la respiración,
en la noche.
Mi vida,
te amo,
porque no te conozco.

 

BORGES

El camina vacilante
con ese leve, inseguro,
andar de los ciegos.
Hay un mundo en su mente,
que ya no existe.
Hay bellas mujeres
que hoy son ancianas.
Hay calles señoriales
que ostentan ahora groseros carteles.
El Sur, ese inolvidable Sur,
sigue siendo pobre y olvidado.
Pero los hombres lo habitan sin honor.
El incansable espejo
que todo lo refleja, implacable,
sigue allí.
Y la biblioteca es infinita,
más inaccesible aún,
para sus ojos en sombras.
Esa biblioteca que pesa
con la memoria infatigable
de hechos heroicos.
El coronel Francisco Borges
vuelve a enfrentar a sus enemigos
y Francisco Narciso de Laprida
lamenta su destino sudamericano.
Hay una leve risa irónica,
en sus arrugados labios.
Pero ya no se escuchan milongas
las noches son una y mil
reproducidas por el espejo,
enfrente del cual, él, ciego se acicala.
Vuelve a ser el niño Jorge Luis,
el amigo de Carriego.
Todavía no escribió el poema.
Pero la eternidad le dará
su última oportunidad
se liberará de su laberinto,
del espejo, del desierto, del insomnio,
le pondrá palabras a Aquel
cuyo nombre no puede pronunciarse
y podrá, por fin, descansar
del acoso de las cosas,
cuyo nombre lo atormentaron.
Dejará este mundo, sin temor,
sin angustia,
vacío de sí,
se encontrará con ese otro
al que le pedían autógrafos
al que confundían con un escritor.
Será, por fin, lo que queda del ser.
Podrá escapar por arriba
de la trampa vital;
y dirá sonriendo
por última vez,
“morirse es una costumbre
que sabe tener la gente”.

 

LABERINTO

Perdí mis pasos,
la mano de Borges
me guiaba
en ese laberinto,
perdí sentidos
e inventé quimeras.
Mis sueños se hicieron
polvo,
con
polvo de sueño
construí un mundo
sin fisuras.
Le pregunté a la muerte
¿por qué no vienes ahora?
Da lo mismo el día,
la hora.
Cada hora cabe en si misma
el infierno cíclico de la memoria
tendrá fin.
¿Vendrás un día,
por qué no esta noche?
las cosas mueren,
para que haya más vida.
Te abro la puerta,
Aquí estoy.

 

ENCUENTRO

Flores negras,
angustiosos amaneceres,
pequeñas gotas de rocío.
Mañanas.

Flores blancas,
madrugadas insomnes,
suaves pasos,
tibios resplandores.

Encuentros,
una cama blanca,
una sábana roja,
un cofre roto.

La doncella dejó de serlo.
Ahora nace la mujer
se prende una vela.
Adiós amor, hasta mañana.

 

BARRIO

Barrio, sillas en la puerta,
yuyos entre las baldosas.
El guapo, me saluda
con sus ojos achinados,
desde el cielo reo,
al que partió con pena
y con gloria.
Gloria de noches
de cuchillo y coraje.
La milonguita
ya no sufre,
se eterniza en un tango
que es polvo de recuerdo,
luna y paredón.
El tango,
ese duelo que se baila
se torna memoria y ritual.
Danza erótica,
que convoca al almacén,
la ginebra y la mina ingrata.
Barrio bueno
que ya no sos.
Te evoco, en la estampa
del morocho,
y me envuelvo
en tu añoranza.

 

CIUDAD CON ALMA

Quiero ver
la ciudad inmaculada
de piedra blanca.
Quiero las montañas
multicolores,
ebrias de luz,
borrachas de magia.
Quiero caminar
levitando
en tu suelo
que es un cielo
azul-celeste
que me hace ver
a Dios.
Con mayas,
sobrevivientes de
todas las masacres,
de esas calles que escupen
Mc Donald y gringos
con máquinas,
que sacan fotos.
Quiero la tierra
rebosante de sangre,
quiero al pueblo
que trascendió
la muerte y la ceniza.
Quiero el paso lento,
el sombrero blanco,
del anciano,
que me desnuda
el alma con su mirada;
verdad consumada.
Quiero la plaza,
la glorieta,
la Virgen paseada
de casa en casa,
quiero los rostros
moldeados con un cincel
de dolor.
Quiero la gente
de frente.
La gente de verdad,
que se va “al otro lado”,
a ganarse unos pesos
en el país gringo.
Con los otros,
los de Disney, dólares
autos y computadoras.
Y droga y más droga.
Ellos “los gringuitos”
los del “big country”
y van mis hermanitos
para hacer “lo que se pueda”
y volver.
Volver, a veces,
porque en México
se vive a rajasangre,
a rajamuerte,
pero se vive.

 

EL NIDO

En ese nido
se alberga mi inocencia.
Mi miedo sinuoso, palpitante.
El nido era mi secreto.
Oculta del terror al recuerdo,
pasé allí meses o días.
Era Minotauro en el laberinto
pero ellos nunca lo supieron.
Me acecharon.
Pero no lograron
violar mi clausura.
Y yo me reí de sus ardides.
Nunca encontraron la llave
de mi conciencia.
Es un secreto de enigmas
parí un sueño,
que fue mi vida.
Y fui yo.
Sin mamá, sin papá,
ni el peso de la mentira.
Libre del mito,
fui yo,
en un mundo de enmascarados.
No participé de la fiesta
fui a cara limpia
enfrentando su impostura
aquí estoy
parada en mis dos pies.

 

EN LA TIERRA

Tierra de la tierra ausente.
Tierra del sueño árido.
Tierra del azar,
de la muerte,
del vacío.

Fuego, sin fin.
Regreso siempre
al inicio.
La serpiente se muerde
la cola.
Círculo.
El infierno se encierra en ti.

¡oh negro amor mío!
El deseo es un cuchillo
que se revuelve en la herida.

 

LUZ

Luz de mi vientre,
mi carne hecha hombre,
mío desde antes
del nombre.
Mío en la panza,
en el arrullo
y la sombra.
Mi entraña sufriente
creció en la sombra
y fue varón.
Te sufro,
amado,
mi sangre,
la sangre que derramé,
para verte
lejano y hermoso.
Mi llaga viva,
no te dejo.
Sol impiadoso
de mi vida solitaria,
fuego y humo
de mis días.
Te amo.

acerca del autor
Nélida

Nélida Duarte, nació en la ciudad de Rosario (Argentina). Cursó la carrera de Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad de su ciudad natal. Estudió teatro en la Escuela de Arte Dramático. Ha publicado un libro, “Violación”, y recibió los siguientes premios: Editorial de los cuatro vientos, Plaza de los poetas, Editorial Dunken que le permitieron participar en dos antologías. Desde hace 8 años hace radio.