I.

El olvido desnudo
espolea el amanecer
como la ausencia del mismo;

en nada se viste de azul
y su mirada se desvanece

en la orilla de un ayer batido
que incita al hastío contenido

solo eso es la angustia de hoy
al presente que congela la conciencia
y resguarda mi sino en las lágrimas
al saber que seré una calma fenecida
en los silencios descendidos del alba

y sigues siendo hoy, así me dices

II.

la distancia huye del tiempo
como quien lo hace dentro de un compás

cruzando el pasado se es a la oscuridad
de una abstracción que reconcilia con ella misma

aislándose de la sutil locura
que esculpe sin aviso
 
los estallidos del atardecer que erosiona
los sustos que presagian el desvarío

de la cordura que se pisotea a sí misma
cuando amanece con el viento largo

la misma brisa… la distancia huida
que seguirá circular, así lo indicas.

III.
cada llanto te obliga a tu vínculo finito
como quien despoja los principios
inmóviles de la noche
en el sueño que otros caminan
al marcharse de la soledad contemplada

toda vez que escucha a las negras
inundar sus estelas de llamas
en las afiladas garras del todo

la tristeza se lee en el desierto
de un final escrito desde la niñez
y el segundo no era nada
en las mañanas empapadas de suspiros

IV.

pero el sin sentido no era tal,
quedando la emoción en el despertar

de los luceros que cuelgan del cielo
el resplandor… el beso bajo la luz de luna
en los oídos que aletean la cuerda del tiempo
un azul… cuyo fin es la vida

cuyas manos ondean el espejismo
de una desvencijada ventana en la voz olvidada
del averno después de silbar las páginas de toda historia

siempre hay alguien que regresa al espacio muerto

incluso el miedo que sella la mirada
que no dice nada cuando se pasea
en los ángulos del más allá

cuyo papel hace ignorante a la memoria
todo hace que se grite en una locución digerida

tanta expiación… que nadie lo alcanzará
tan lejano, tan dentro… su imperfección es perfecta.