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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
2 2 2017
La poesía es el acto de ser autentico ante el lector (entrevista) por Pedro Escribano

Tu poemario empieza con una “Declaración de amor”, ¿intentas situar tu libro?
Sí, efectivamente, quiero desde los epígrafes situar y dar un contexto a la historia que se va a desarrollar. Un poemario no es solamente la suma de poemas independientes, sino, además, una suma de poemas que se van relacionando entre sí y que constituyen una historia.
En este caso, una historia dialógica...
Sí, tres personajes principales: la esposa abandonada, Béatrice, que es la amante, y el hombre. Los tres tienen voz en esta historia de amor.
Como epígrafe pones una cita de tu tía antes de suicidarse: “Hoy me ven tus ojos/ mañana me llorarán”. ¿Es ficción?
No, no es ficción. Yo no conocía esta historia, pero a cierta edad uno comienza a preguntar sobre el origen, la familia, etc. Una vez, una tía me muestra una foto en donde había un acto celebratorio en mi pueblo. Se inauguraba un monumento a la batalla que se ganó contra Chile. En esa foto aparecen unas mujeres con sus sombreros. Entonces ella me dice: “Mira, esta señora con sombrero es tu tía, es la primera hija de mi padre”. Ella tenía un novio, se pelearon y le dijo esa frase, al día siguiente se suicidó. Terrible.
Tu libro es un libro de amor, erótico, vital, pero en donde también pesa la vida...
Eso es. El amor es prácticamente la única utopía en nuestra existencia cotidiana, terrena. El amor simbolizado por Béatrice es la que orienta su vida sabiendo que es una aventura, una experiencia totalmente efímera, son amores no tradicionales.
En el poema “Lengua de lagarto” el amor está gastado...
Como todas las experiencias y pasiones humanas es transitorio. Hay una explosión cuando uno descubre algo maravilloso, pero mantenerlo vivo significa una inversión personal, una dedicación y un cuidado, cuesta una vida.
En cuanto a la escritura, he visto que hay poemas ensamblados, contraplacados...
Siempre me plantee el problema del monólogo. Todos los poemas tienden a ser la voz del sujeto poético, de un yo que se expresa. Por ejemplo, en una conversación como esta de repente tú me estás interrumpiendo o yo estoy pensando en otra cosa. Entonces son diálogos que se cruzan, pero que se unen porque tienen un tema en común.
Entran y salen como si fueran dos cuerpos que se funden. Otra vez me viene la imagen de la cópula entre el amado y la amada...
Es esa unión que uno pretende alcanzarla en el acto amoroso. Es lo más sublime llegar a unirse, pero llega un momento de separación.
La infelicidad es un signo que también recorre las páginas del poemario...
Eso corresponde a mi concepción de la vida misma. Es decir, la tragedia nuestra es la de ser efímeros. Sabemos que vamos hacia la muerte. En el amor también es así.
El único consuelo es el verso de Quevedo: “polvo enamorado”.
Ya quisiéramos ser siempre eso. Es lo único que podríamos ser, sería maravilloso.
Aunque en uno de tus versos dices que el amor es memoria...
Es eso. Siempre una experiencia amorosa fuerte uno la recuerda. En ese recuerdo está la memoria de algo sublime que unió a la pareja y que comparte con la otra persona.
Hay tres estancias que se llama “Crónicas de la desolación”, en la que los protagonistas marcan su posición. La impresión es que el amor es triste...
Sí. En “Crónicas de la desolación” sería la voz de la esposa desolada. Ella establece, se autocritica, está desconcertada frente a la infidelidad del marido. Hay un diálogo entre ellos en el que la esposa se queja y plantea su situación desesperada. El esposo explica por qué se aleja.
Cuando se despierta y la ve, por qué vive con esa mujer. Duro...
Antes las convicciones sociales permitían que las parejas aunque no funcionen estén juntos.
Finalmente, escribir es también confesarse...
Hay mucho de confesión. Hay, por decirlo, lo que solo a ti te pertenece debe ser trasmitido. No a un sacerdote, pero sí al lector. Uno se desviste, se desnuda frente al lector. Esa es la posibilidad de establecer el diálogo. La poesía de algún modo es el acto religioso de ser auténtico no con el cura sino con el lector.

acerca del autor
Elqui

Elqui Burgos nació en Cajamarca (Perú) en 1946. Hizo estudios de literatura en la Universidad de San Marcos de Lima. Vivió en México en 1971 con una beca de la Comunidad Latinoamericana de Escritores (C.L.E.). La C.L.E. publicó en Ciudad de México su primer poemario, "Cazador de espejismos". Llegó a París a principios de los ochenta para seguir estudios de sociología literaria en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales. Su segundo libro, "Sublimando al impostor", bilingüe (español y francés) salió en 1985 por cuenta de Ediciones del Correcaminos. En 2003, publicó "El Cristo de Elqui" bilingüe, Fondachao Editions, París.