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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Poesía
18 4 2017
Las venas del crepúsculo por Federico Rivero Scaroni

I
Se me apareció resplandeciente y radiactiva
porque soy el último minuto del reloj,
en nuestra piel está escrito el destino en latín
con letras góticas; ¡si al Cielo me pudiese elevar!,
no estaría en el fango sumergido de este mundo abortado.
Y por eso te apareces ante mí con tus luciérnagas
en el sueño de inconclusos corredores te encuentro
después de tantos años, estás cambiada para mal,
fuiste un hada y ahora eres una bruja cansada
de tanto andar deambulando por los sueños ajenos;
conjurándote al amanecer busco una luz que me guíe
salvándome de tus ojos celestes sin savia que llore
como una enorme tormenta acostada en el sur.


II
Su agilidad es igual
a la de un ángel
la hizo bailar en la tarde
con sus colmillos clavados al cuello
sangró la tarde
sangró la joven.
Una voz lánguida y melancólica
le decía en el desmayo:
“siempre los hombres
fueron esclavos de los hombres
porque así lo exigían sus dioses
durante milenios
sacrificios”.
Y en el crepúsculo
sangró la tarde
sangró la joven
su palidez
le mostró a él
que nunca podrá amar a una mujer…


III
Una variación del poema “Las vocales” de A. Rimbaud.

A azul, E amarilla, I roja, O verde, U negra, vocales,
sus orígenes escapan a los sentidos humanos;
A, azul mar que lame las orillas blancas con su espuma
y del cielo su color más antiguo que la humanidad.
E, amarillo sol que despunta en el horizonte reluciente
donde van los pájaros a embriagarse de luz y calor.
I, roja como la sangre inquieta de los enamorados
durante la primavera, crepúsculo vespertino bermejo
que toma de la mano a la noche para que se instale
sobre los seres y las cosas con sus estrellas y lunas.
O, verdes campos y colinas de mi país al sur del hemisferio,
ojos glaucos de mujer que seduce a hombres y mujeres,
verdes plantas de jardines emotivos donde florecen jazmines.
U, negra noche colmada de hastío, con la soledad pegada
como una negra mancha en la espalda, negra sombra
de peligros nocturnos donde las rameras conversan con los asesinos;
U de viento ululando por las ruinas de oscuros terrenos uliginosos.
Todas ellas se unen en una correspondencia vedada al hombre.


IV
Hay secretos que guardamos tanto
que los ocultamos hasta de nosotros mismos.


V
Eres una mañana de primavera
que se aferra al invierno helado.


VI
Tú eres aquello
que los griegos, egipcios y sumerios
alababan,
matriz, origen, el principio de la nada.


VII
De los dioses simplemente somos
un resto de nostalgia.


VIII
Los dioses te crearon
te enseñaron
alguno se enamoró de ti
otros te envidiaron
y lanzaron pestes y terremotos.
Los dioses no olvidan
juegan, a veces, contigo hasta marearte
cambian de forma
y te seducen
en ocasiones bestialmente.
Los dioses te necesitan
para poder existir
en este universo con lunas.


IX
Te sostuve en el infinito y hasta en el invierno cruel
pasaron los tiempos
y la avenida perfumada nos unió como en un principio
intuiste el desafío
que el amor te predispone
ahuyentaste temores falsos cariños y viéndome
pediste una isla donde ocultarte
de los sonidos agudos de las esfinges.


X
Te llevarán cálices oscuros y amargos
te nombrarán con palabras de acero
jugarán con tu cordura y tus sueños
ellos, los inefables seres sin tiempo
buscarán en la bruma tu nombre
para hacer que éste se embriague
y luchando como titanes saltarán
sobre tu sombra querida, sin vacilar …,
pero a pesar de este sombrío augurio
yo te elevaré con mi canto y mis besos
a ti, querida princesa de un cuento
que escribirá una niña en mil años
y estaremos presentes alma con alma
más allá de la última sombra que lleva
y nos amaremos entre nubes y ríos
bajo el tibio sol y la luna llena.


XI
Sal de lágrimas de mil ángeles
que tiene en su origen
la destrucción.
El Resucitador te traerá la mala suerte
de tus ancestros
hasta que te persignes mirando hacia el sur.
Voces de amantes antiguas te cercarán
entre las brumas
de los dioses sin tiempo.
Desde la Oscuridad escucharás la voz
de ella que te guiará
hacia el amanecer de auroras verdes.


XII
Te seguiré hasta los templos del futuro
escalaré peldaños de ónix y de cemento
algo en mí comenzó a asustarme
son los vientos de la última tormenta
pero igual te seguiré porque eres mi hada
andaré a tientas por latitudes sureñas
seré un engranaje bien aceitado quizás
igual te seguiré hasta que me diga basta
aléjate de mi vida de mi aire y de mi sueño
o quizás ofrezcas tus días para mi consuelo
en el oasis de la vida te seguiré princesa.

acerca del autor
Federico

Federico Rivero Scarani, Montevideo (Uruguay), 1969. Docente de Literatura egresado del Instituto de Profesores Artigas. Colaboró en diversos medios de Uruguay. Publicó un ensayo sobre el poeta uruguayo Julio Inverso (“El lado gótico de la poesía de Julio Inverso”) editado por los Anales de la Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense de Madrid. Colaborador de diversas revistas de Portugal, de la Argentina y de Norteamérica. Participó en antologías de poetas uruguayos y colombianos (“El amplio jardín”, 2011) y Poetas uruguayos y cubanos (“El manto de mi virtud”). Mención honorífica por el trabajo “Un estudio estilístico de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca”, 2014, Organizado por el Instituto de Estudios Iberoamericano de Andalusíes y la Universidad de La Plata (Argentina). Fue docente de la cátedra de “Lenguaje y Comunicación”, en el Instituto de Profesores “Artigas”. Miembro de REMES (Red Mundial de Escritores/as en Español). Obras: “La Lira el Cobre y el Sur” (1993), “Ecos de la Estigia” (1998), “Atmósferas” (Mención Honorífica de la Intendencia Municipal de Montevideo, 1999), participó en el CD “Sala de experimentación y trabajos originales”, Maldonado 2002, “Synteresis perdida”(2005), “Cuentos Completos” 2007, “El agua de las estrellas” (2013), “Desde el Ocaso” (2014) puesto en línea en varias páginas digitales.