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Desde 2001, difunde la literatura y el arte — ISSN 1961-974X
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Arte
3 7 2003
“Jorge E. Eielson: el gran slalom existencial” por Pierre Restany
Entrar en el universo de Jorge Eduardo Eielson es un milagro permanente, el de la visualidad pura: poesía, pintura, escultura, escritura, la multiplicidad de los medios que encarna la multiplicidad de las metáforas. El pintor de los nudos se funde con el poeta o el novelista que visualiza en trazos fulgurantes "La noche oscura del cuerpo" (Eielson, 1984). La tensión de los nudos sobre la tela se transforma en las palabras sobre el papel "escrito" y en el suspenso de la acción en la performance. El pensamiento de Eielson es visión pura porque sus imágenes son directamente, orgánicamente, visceralmente existenciales. El referente central es el cuerpo. Un cuerpo vivido, amado y sobre todo "multiplicado". A través de su narcisismo crítico el artista representa un cuerpo que es el suyo y también el nuestro, un cuerpo que trata de la manera en la que entiende o presume que nosotros tratamos el nuestro. "No tengo límites / mi piel es una puerta abierta / y mi cerebro una casa vacía" (Cuerpo multiplicado. Eielson, 1984: 12-13): el cuerpo es el territorio del lenguaje de Eielson, y tal territorio del lenguaje el autor lo concibe sin fronteras, como espacio del vacío, del vacío en cuyo corazón Yves Klein veía arder el fuego de los alquimistas. Klein creía en la levitación, la sentía en sí mismo como una vocación, un don, la señal que habría conducido a la salvación total del mundo, al apocatástasis. Eielson participa de la misma sensibilidad inmaterial, vive intensamente el mismo sentido de desmaterialización corpórea. "Me pregunto / si verdaderamente / tengo manos / si realmente poseo / una cabeza y dos pies" (Via Veneto. Eielson, 1989: 115). El problema de la materialidad de su cuerpo físico lo obsesiona: "No tengo pies ni cabeza". Y es un problema que deja voluntariamente sin respuesta, para evitar ceder a la tentación de la sublimación y también para permanecer sobre la tierra, de un modo u otro, apoyando los zapatos a falta de pies, o el sombrero a falta de cabeza. Aparece así de pronto la dimensión fundamental del hombre y de la obra, el acercamiento fatalista al espacio existencial, que es para Eielson el mejor modo, a fin de cuentas, de asumir la propia coexistencia con los otros: "Soy uno solo como todos y como todos / soy uno solo" (Cuerpo multiplicado). La extrema fluidez del territorio del lenguaje se traduce en un nomadismo vital, multiforme desde el punto de vista de la expresión, planetario desde el punto de vista de la existencia. Nacido en Lima en 1924, Eielson forma parte de aquellos latinoamericanos superdotados para los cuales la geografía no cuenta. Sus libros son publicados tanto en México o en Lima como en París o en Florencia, y ha expuesto sus "quipus" en los cuatro rincones del mundo. Este peruano internacionalizado (o sobrenacionalizado), gentleman discreto y secreto, es un ser genial que habría recibido el Premio Nobel o el Gran Premio para la Pintura en Venecia si sólo su espíritu hubiese sido menos libre, su mensaje menos universal, su comportamiento más oportunista. Los diversos aspectos de su producción artística y literaria tienen un destino promocional autónomo, que él encuentra más que natural y suficiente. Un éxito que superase el círculo de los especialistas o de los aficionados, le parecería embarazoso, forzado, abusivo. La exposición de la Stelline, que coincide con la publicación en italiano de una antología de sus poesías, permitirá al público milanés apreciar mejor la coherencia de un tejido expresivo multiforme. El nomadismo de Eielson no ha sido una fuga estéril hacia adelante. El artista ha sabido estar en el lugar preciso cuando era necesario, en el momento justo. Su biografía está llena de fechas y coincidencias significativas. En 1945, a los veintiún años, recibe en Lima el Premio Nacional de Poesía, en 1947 un Premio Nacional de Teatro y al año siguiente prepara su primera muestra personal. En el mismo 1948 está en París, y en 1949 expone en la Galería Colette Allendy, uno de los raros espacios alternativos de la época, ya frecuentada por el "décollagiste" Raymond Hains, que será su amigo, y donde en 1956 y 1957 expondrá Yves Klein. El peruano errante encuentra así con anticipación una de las capitales de la prehistoria del nuevo realismo...
acerca del autor
Varios

Nació en Amélie-les-Bains, en el Piríneo, en 1930. Pasó su niñez y su adolescencia en Casablanca (Marruecos). A los 18 años, se afincó en París para preparar estudios en la Universidad. Viajó a Milán, que desde entonces sería su segunda ciudad de adopción. Publicó sus críticas de arte desde 1952 en las revistas Domus de Milán, en las parisinas Cimaise y Planeta (dirigida por Louis Pauwels). En 1960, inventó el concepto y la corriente de “nuevo realismo”, organizando exposiciones colectivas, dando conferencias y oficiando de curador de muestras internacionales. Al final de su vida, orientó su reflexión a la fractalización objetiva y subjetiva de la imagen, a los problemas de la estética ligados al urbanismo. Publicó muchas obras sobre arte.